Nostromo (1904) | Joseph Conrad

Nostromo, Joseph ConradNo lo hubiera creí­do hace un año si me lo hubieran dicho. No habrí­a hecho ni puñetero caso. Así­ soy. Pero tras leer dos novelas de este autor soy yo mismo quien lo digo ahora: Joseph Conrad es uno de los grandes. Sin duda. La primera novela fue la conocida “El corazón de las tinieblas† (1899), y me costó más de un atranque para terminarla. Y la terminé en tal estado de tensión que el hecho de haberla terminado no hizo más que acrecentarlo. Seguí­ varios dí­as dándole vueltas a la cabeza, para al final asentir con un leve gesto: ¡será hijoputa!

Y la segunda novela ha sido Nostromo. Si bien en la primera la densidad se compensaba por la corta extensión (ciento y pico páginas), en ésta el volumen de páginas no alentaba la lectura, teniendo en cuenta las dificultades que entrañaba el texto: ambiente “polí­tico†, multitud de personajes, grandes pasajes meramente descriptivos… desde el principio se hace cuesta arriba, y la presunción de un trabajo agotador genera inmediatamente la tentación de abandonar. Pero hay algo, un nosequé que te mantiene pegado a las páginas, inmerso en una trama que uno va haciendo suya conforme va descubriendo un mundo totalmente imaginado, salido de la imaginación del autor: un paí­s (desconocido, no nombrado), una región (Costaguana), unas ciudades (Sulaco, Santa Marta, Los Hatos), una geografí­a enmarcada por unas referencias que lo hacen situarlo en el caribe centroamericano… y los personajes: impresionantes caracterizaciones de los distintos “pueblos† de donde proceden: los arrogantes ingleses (los Gould, el misterioso Dr Monigham, el capitán Mitchell), los orgullosos y aventureros italianos (el garibaldino Giorgio Viola con sus dos hijas, Linda y Gisela; la signora Teresa), el insoportable francés (Martin Decoud) y los nativos (herederos de la tierra y sus frutos, esclavizados por los colonos; el bandido Hernández que se hace héroe; los ilustres Avellanos, padre e hija). Y sobre todos estos la figura inconmensurable del capataz de cargadores Nostromo, Jean Battista. El incorruptible azote de ricos y defensor del pueblo. Pobre por naturaleza, marino infatigable. Un tí­o duro. Conforme avanza la novela se le intuye que su papel principal va a ser determinante para el futuro del paí­s y puede ser que le vaya la vida en ello…

Todo esto está muy bien y podrí­a ser una gran novela de aventuras de un gran escritor. Pero estamos ante Conrad. Y éste cabrón tení­a que tener escondido, no un As, sino una jodida baraja de Ases en la manga para dejarnos boquiabiertos con una serie de requiebros argumentales que, lejos de enredar, terminan por cerrar el hilo dramático de una forma perfecta. Toda la complicación polí­tica se aclara, los verdaderos personajes de peso son pocos y definitivos, los secundarios son perfectos. Y lo que realmente importa es el ser humano, con sus virtudes y sus miserias, sus orgullos y sus tinieblas: la pugna dramática entre lo terrenal y lo espiritual. ¿Qué creéis que termina prevaleciendo?…

NO-VE-LÓN

PD1: creo que puede considerarse la novela predecesora de la narrativa latinoamericana del siglo XX, sin duda. Gran parte de Rulfo, de Mutis, de Garcí­a Márquez, de Onetti, de Vargas-Llosa, está en ésta obra.

PD2: estoy convencido que Pérez-Reverte inspiró (vamos, calcó) su personaje el Capitán Alatriste en este Nostromo, y le salió una “copia defectuosa†. Confiesa, truhán.

100 dí­as de Obama

Escrito por 40D

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29 Abril 2009

Tras 100 dí­as en la presidencia de Barack Obama ha llegado el momento de su primera evaluación. Recordemos las altas expectativas generadas en torno a su llegada al poder, no sólo en EEUU, sino en todas las partes del mundo. Promesas como el cierre de Guantánamo, la reducción de las emisiones de carbono, la apuesta por las energí­as renovables, y por supuesto, sus medidas económicas en los tiempos que corren, hicieron que el mundo viese en él un Mesí­as.

Pues bien, pocas cosas han cambiado a decir verdad. EEUU sigue manteniendo sus señas de identidad, basadas en el capitalismo más salvaje, su obsesión con la seguridad y el terrorismo y su apoyo a los máximos aliados alrededor del mundo como Israel. Si bien durante las visitas por América Latina, Europa y Oriente Próximo han dejado un sello diferente en cuanto a actitud y maneras, los mensajes de fondo son similares. Y ya se han podido ver los primeros cruces de declaraciones con el «eje del mal» Irán, Venezuela, Cuba…

Las medidas económicas bien las podí­a haber firmado el gran Bush y su administración. Y seguimos sumidos en una situación de crisis, algo que evidentemente no se iba a solucionar en 100 dí­as, pero al menos la esperanza y el optimismo podí­an haber mejorado. Habrá que seguir esperando a que los bancos faciliten créditos y «repartan» las ayudas que han recibido de los diversos gobiernos entre empresas y ciudadanos para aumentar la liquidez y reactivar la economí­a. El paro sigue subiendo en EEUU y las bolsas no confí­an en las medidas tomadas por el nuevo mandatario.

De momento tampoco se avista la retirada de las tropas americanas de Irak. Sus viajes relámpago para apoyar a las tropas nos han traí­do al recuerdo imágenes del pasado. El movimiento estrella sin duda ha sido el cumplimiento del cierre de Guantánamo. Aunque al mismo tiempo ha demostrado falta de previsión y ha generado otro problema al no saber muy bien que hacer con los presos que allí­ se hallaban recluidos. ¿Deberí­an acogerlos otros paí­ses como gesto de buena voluntad, deberí­a EEUU dar asilo a los que han sido retenidos sin acusación alguna…? Y que decir sobre la promesa de Obama durante la campaña: «Bajo mi administración Estados Unidos no torturará, acatará la Convención de Ginebra, y mantendrá nuestros valores e ideales más elevados». Sonaba tan bonito…pero nuevos escándalos han demostrado que, aunque así­ lo pensase, no le iban a dejar ejecutarlo. El Imperio es el Imperio.

Algunos tení­an las expectativas tan elevadas, incluso dentro del partido Demócrata, que hablaban de valorar la posibilidad de tomar medidas contra el ex-presidente por sus actuaciones por el mundo. Vamos, que ni de coña nadie va a juzgar a un presidente de EEUU por crí­menes de guerra, ni pasados 100 dí­as de su salida, ni pasados 100 años.

Habí­a otras propuestas más a largo plazo como la apuesta por las energí­as renovables y el compromiso de reducir las emisiones de carbono en un 80% en 30 años. No le van a dejar gobernar tantos años, entre otras cosas porque la ley electoral lo prohí­be, pero seguramente ni en ese tiempo lo lograrí­a. Al menos confiemos en que en estos años EEUU vuelva a la senda de la cordura y de ejemplo firmando y poniendo en práctica el acuerdo de Kioto. Igualmente daremos tiempo a la arriesgada apuesta de Obama por el Premio Nobel Steven Chu como Secretario de Energí­a. Y ojalá tenga tiempo de dar los primeros pasos para liberar al mundo de las petroleras y multinacionales energéticas que gobiernan desde hace mucho más tiempo que Obama. Las energí­as renovables han de arrancar con el apoyo de una administración que crea en ellas y haga frente a intereses demasiado establecidos. Y en este sentido hay que ser optimistas porque no nos queda otra.

Lamentablemente parece que nos quedan cerca de 4 años de mucho continuismo, decepciones y vuelta a la realidad. Es decir, que Estados Unidos seguirá campando a sus anchas por el mundo, preocupándose principalmente por sus propios intereses y los de aquellos que apoyaron y financiaron al ahora presidente durante la larguí­sima pre-campaña y campaña electoral. Este statu quo deja tranquilos a unos cuantos como Israel, Bush, la Reina de Inglaterra y muchos Madoffs que aún quedan sueltos por ahí­.

Los relatos (no) son para el verano

Una sentencia como ésta, la afirmativa, tan categórica como absurda me hace revelarme y defender lo contrario, como reza el mismo tí­tulo. Que la literatura rusa sea para el invierno o la novela negra para las vacaciones son otros ejemplos de una ridiculez similar. La literatura, tanto la buena (afortunadamente) como la mala y deleznable (también necesaria), no se atiene a estaciones ni a climas. La literatura (la manera de llegarnos un libro “ahí­ dentro†) depende única y exclusivamente del estado de ánimo de cada uno, y éste cambia a su puto antojo: alguien en plana época de trabajo y estrés puede estar perceptivo y contento, y en vacaciones estar absolutamente fulminado y desesperado. Y al revés. Y miles de caminos diferentes.

Yo, de hecho, me dispongo a tomarme unos dí­as de asueto total y encuentro serias dificultades para elegir “el libro†: ¿un clásico? (Stevenson?, London?, Melville?, Faulkner?, Bellow?, Zweig?) ¿Un consagrado de las últimas decadas? (Philip Roth?, McCarthy?, Coetzee?, McEwan?, Sebald?, Bernhard?) ¿Un latinoamericano? (el gran Bolaño?, el sorprendente Mutis?, el triste Onetti?) ¿La siempre bienvenida literatura autóctona? (Vila-Matas?, Muñoz Molina?, Benet?, Baroja?). Entre alguno de estos debe estar, pero no termino de decidirme…

…y mientras pienso voy a comentar unos libros de relatos que me han sorprendido recientemente, tanto por la forma (no es un estilo que yo trabaje mucho) como por el fondo, de una profundidad increí­ble teniendo en cuenta la brevedad de algunos. Uno es de Dino Buzzati, “El Colombre† y otro de Rudyard Kipling, “Relatos†, a secas, ambos en Acantilado. Inmensos, sobre todo el segundo, impresionantes historias de esas que te piden, al terminarla, tirarte un rato dándole vueltas a la moyera para terminar murmurando “será hijoputa el cabrón…†

Los relatos no son para el verano. O ¿sí­?

Repugnantes directivas de la Unión Europea

Artí­culo sobre las nuevas directivas para los inmigrantes ilegales y la de la jornada laboral de 65 horas aprobadas por la Unión Europea escrito por Javier Marí­as y publicado el 06/07/2008 en EPS. Extraigo algunos párrafos, las negritas son mí­as, pero merece la pena leerlo completo:

una directiva repugnante, llena de cinismo y falta de escrúpulos, que a muchos europeos –pero ay, no a los bastantes– nos ha hecho sentir vergüenza de pertenecer a este continente.[…]

[…]Mientras tanto, ese propio Parlamento, quizá en previsión de la próxima escasez de mano de obra foránea y barata, permite también que nuestra jornada laboral alcance las sesenta e incluso las sesenta y cinco horas semanales. Algo nunca visto ni tolerado desde 1917. Y añaden hipócritamente: “según el libre acuerdo entre contratadores y contratados†. ¿Libre acuerdo? Todos sabemos también lo que ocurrirá. El empleador le dirá al empleado: “Usted trabajará sesenta horas. Si no le gusta, es libre de no aceptar, pero yo no voy a cambiar mis condiciones†. ¿Y qué creen que contestará el empleado, en una Europa en la que el empleo es precario y en la que se lleva decenios convenciendo a la gente de que se hipoteque de por vida para comprar un piso de mierda que habrán construido esos negros y sudacas a los que toca detener y expulsar? No me extrañarí­a que de aquí­ a poco los europeos tengan que envainarse su señoritismo y que volvamos a verlos barriendo calles, sólo que durante diez horas al dí­a, seis dí­as a la semana. Esta es la repugnante Europa que construimos, con nuestros votos imbéciles.

A estas 2 directivas tendremos que sumar, aunque está pendiente de ratificación, una tercera:

La comisión de mercado interior del Parlamento Europeo debatió ayer (7/7/2008) el llamado paquete de telecomunicaciones […] que autorizará a acceder a los datos personales de los usuarios por motivos de seguridad sin su consentimiento; se autorizará la venta de software que incluya programas espí­as destinado a interceptar los intercambios de archivos, impedir la copia de material protegido, «controlar al usuario» e «interceptar sus comunicaciones», explicó Cristophe Espern, de la Fundación por una Infraestructura de Información Libre (FFII). Ambas enmiendas, sin embargo, deberán ser revisadas mediante el informe de la Comisión de Libertades Civiles antes de su primera lectura en sesión plenaria, el próximo septiembre.

Quizá no sea sólo culpa de nuestros «votos imbéciles» sino también de nuestras «abstenciones imbéciles», los grupos de presión (lobbies) de Bruselas y la profesionalización de la polí­tica en la que importa más el beneficio propio que el de la gente a la que representan.

Vergonzoso.