La Trinchera

trincheraEl enemigo duerme en la trinchera. El rí­o se ha hecho más ancho por esta zona y nos ha separado un poco más. La noche me hace recopilar extraños remordimientos, me sumerjo en pesadillas de dimensiones bí­blicas para aterrizar de nuevo en este barro. Siempre me ha costado mucho poder acabar cualquier cosa, y ahora con este fusil, puede terminar todo en un momento, por un rato. Mi destino nunca ha sido luchar en esta guerra, esperando una victoria tras otra, una victoria que no llega. Las cosas son más fáciles cuando dejas de esperar una victoria. Estar vivo en estos dí­as es tener una pequeña racha de suerte. Vives como si todo fuera real, como cuando tus ojos reciben el color de la carne desnuda. Este traje no me gusta, no me gusta este uniforme. Es triste como este cielo, como la baraja con la que jugamos para pasar el tiempo, como el café de pucherote, como una rosa de tallo largo enterrada en el polvo. Ahora parece que lo veo moverse al otro lado, tal vez sabe que sólo somos él o yo. Echo un vistazo a una cruz que cuelga de mi cuello y pienso que el mundo se hace añicos. Hubo una mujer hermosa que me enseñó noches plateadas de un honor invisible, que me envistió de galardones antes de llegar la batalla, que me hizo la instrucción del amor más sucio y necesario, que me dejó broncearme bajo sus pechos hasta que un dí­a de esos que llueven rumores, comenzó a bostezar. Pero hoy me han ordenado solitario centinela, vigí­a antes de la lucha, insomne cuando las tropas duermen… como él al otro lado. El campo ha sido abandonado esta mañana por los oficiales de mayor rango. Los jóvenes soldados se han despedido en largas cartas. La vergüenza confunde la escarlatina con el diamante, la fiebre con la orden de atacar. Ningún hombre retrocede. Tengo sed. Te besarí­a de nuevo. Veo el amanecer. Usaréis mi cuerpo para pasear por encima. Si pienso en ti me llamarán traidor. La muerte es otro camino más, sólo un camino más. El objetivo no es cumplir la misión, esta noche, este dí­a, la misión será permanecer sin culpa en medio de esta guerra. No hablaré más. Enciendo el último cigarrillo. Todo parece de verdad. Las colinas del fondo se están abriendo con las primeras luces de la mañana. Hace frí­o. Dónde quedarí­an aquellas tablas de la alianza entre dios y los hombres, cuando la idea de dios es hoy tan lejana como la ausencia de los hijos que han caí­do. Cuál será tu voluntad. Cuál será mi inocencia. Después de esta guerra habrá otras. Las campanas tocarán de nuevo por los resquicios de la derrota. Quién gana es quién compra. Serán viudas más mujeres que gobiernos, porque siempre habrá más asesinos que leyes. Nadie te condena ahora. Es un juego. Esta mañana mi ofrenda será para ti, que me ensañaste a sumar todas las partes y a tensar la piel al tambor para poder iniciar la marcha. Mi corazón se envalentona y me levanto con la mano alzada. Los preparo para mi señal. No es una perla, sino una bala la que silba en el aire directa a mi cabeza.

Algo quedará en alguna parte, todo estará bien por un rato. Un pájaro cantó. No vivas en lo que ya ha pasado o en lo que tení­a que suceder. Vuelve a empezar. Desvanécete.

Siempre vuestro, Dr. J.

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3 Comments

  1. Cada dí­a somos otro, pero siempre olvidamos que igual sucede con nuestros semejantes. En esto tal vez consista lo que las personas llaman soledad. o eso es así­ o acabo de soltar la soplapollez del mes en bruto. Perdón por saltarme esta clase, sencillamente me olvidé mirar atrás
    P.D. Lo de la bicicleta va en serio…….¡ ni se te ocurra! (con lo que duele eso)

    Besitos

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