Fútbol Español

Fuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu
Saque de puerta. Sanchí­s, Alkorta, pasa a Sanchí­s, Alkorta. Saque de banda. Centra, corre por
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la banda, regatea, Alkorta, Sanchí­s, el árbitro dicta fuera de banda, saque, centra Alkorta
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y uy! mano! mano involuntaria de Sanchí­s. Realiza el saque Alkorta, aligera el saque, dispone
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la siguiente jugada el capitán del equipo que junto al entrenador acuerdan la sustitución.
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Sale Alkorta, lo sustituye Sanchí­s, que se juega esta noche su pase a otro equipo y el pago
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de la del sharlet que se ha comprado en el prado, y no sabe qué hacer, los tacos de sus
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botas pisan fieramente el verde del césped, que no puede tener otro color, y el aluminio
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pelado en ellos brilla como diciendo aquí­ me juego el pan de mis hijos, el de mi mujer,
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el de la puta presentadora de televisión con la que maldito el dí­a en que me lié, que me
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está sacando los cuartos y no sé siquiera si me tiene algo de estima, como tampoco sé en
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qué mierda piensa el presidente del club, ése tí­o vuelcatrenes que
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mecagoensuputamadrequetepariócabróneldí­aquetepille a ver dónde acaba todo ésto.
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Vuelve a sacar Sanchí­s, hoy parece que no es su dí­a, dispara Alkorta, los jugadores se
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apelotonan, como los intereses del pago de los Ferraris, poco capital, muchos intereses,
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botellazo que recibe Alkorta, disparo sin duda de algún espectador humano, éstos tí­os me
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ponen nervioso, son unos flojos, venga ya a jugar como Dios manda, si és que no valéis
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para nada sinvergüenzas, gandules anda que si fuera yo el presidente y no ése putero os
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í­bais a enterar, renueva el saque de banda Sanchí­s, centra la porterí­a, fuera saque de banda,
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mucha tensión en la porterí­a, el marido de la portera le pide algunos cuartos para un
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cafelito, el pobre parado, que se lo juega todo a las máquinas y se gasta lo que le sale.
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Expulsión simultánea de Sanchis y Alkorta y fin del partido con la clasificación en cuartos de
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final de la liguilla de los supercampeones de la Recopa del Recopón de la Supercopa de
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Europa. Bienvenidos. Buenas Noches.
uuuuuuuuuuuuuuuuuuuútbol. Español.

El Peregrino Querúbico | Angelus Silesius (1624-1677)

Me llamo Johannes Angelus Silesius. Una vez vi al diablo y tuve miedo. No tení­a una forma infernal, no era un macho cabrí­o andando a dos patas, ni una figura envuelta en llamas con rabo y tridente. Más bien tení­a rasgos familiares y una silueta que me recordaba… a mi madre. Sí­, era como mi madre, pero con los ojos de un enemigo que medita. Fueron esos ojos los que me estremecieron. Escondí­an el tormento de la desesperanza y la falta absoluta de amor, la guerra y la crispación del mundo. Esa visión me condujo a un profundo abismo, pero tuve la suerte de encontrar en ese abismo la ternura de Dios. Sin amor nada tiene sentido, con amor tiene sentido la nada. Eso fue lo que aprendí­.

Johannes Angelus SilesiusNací­ el dí­a de Navidad de 1624, en Breslau, capital de Silesia, hijo de familia protestante y educado en el gimnasio luterano de Santa Isabel. Mi madre falleció cuando contaba yo la edad de quince años, mi padre habí­a muerto dos años antes. Cultivé la poesí­a de los grandes maestros y mi alma siempre buscó el sosiego que la vida no me brindaba. A mis veinticuatro años era doctor en Filosofí­a y Medicina por la Universidad de Padua. Comprendí­ entonces que la curación del cuerpo y la curación del alma, seguí­an a veces caminos distintos. Empezaba a entender el mundo de otra manera, más amplia que la otorgada por mi educación ortodoxa. Todo lo centré en la búsqueda de la personalidad viviente de Cristo. En esta época comencé a escribir mis inquietudes y lo que mi corazón más anhelaba. Aprendí­ a utilizar el lenguaje para expresar lo que sentí­a mi alma y conocí­ el arte de los versos alejandrinos y los epigramas. Buscaba la libertad del eterno presente. Buscaba dar forma a mi religión interior. Por ese entonces era yo un médico de pueblo pero que no encontraba la plena satisfacción en las curas del maestro Paracelso, porque todo parecí­a depender del tiempo y de los designios de un Dios que no podí­a comprender. Un Dios que cogí­a higos de los cardos y examinaba el fondo de las cosas. Mundus pulcherrimun nihil. Me convertí­ al Catolicismo en 1653, tomando el nombre con el que me he presentado al principio. La visión demoní­aca que me aterrorizó, ejerció una gran influencia en este proceso de conversión. Entendí­ que era necesario luchar, que si no se le hace caso al amor, se muere de frí­o. Que el pecado se acompaña de tumulto, y en el silencio está la humildad y la sabidurí­a del que busca una sola cosa. Aquella visión me enseñó a la bestia, pero también el camino de su derrota, que no es otro que la transformación de bestia en hombre, y de hombre en ser angélico. Esta es la peregrinación del alma, el camino del ser angélico, la transformación que nos conduzca a la contemplación de Dios. Este era el milagro, que el lodo une a Dios con el hombre. Que el corazón es el reino, el corazón es el templo, el corazón es un sepulcro viviente. El fruto es la belleza, una rosa mí­stica que crece aquí­ y ahora y siempre, rodeada de espinas, sangrando sin marchitarse en las penas. El amor debe ser la senda y el epitafio. La llave para saber que nada es imperfecto, que una rana es tan bella como un ángel. Desde mi ordenación como sacerdote jesuita, mi vida se ha basado en la búsqueda contemplativa de Dios, reposar en la acción es la ví­a de la santidad. Me dediqué a escribir obras para educar en la fe, pero de todas las poesí­as de mi alma iluminada, me quedo con las ideas que tuvo mi corazón en su viaje hacia Dios. Un viaje que toda alma deberí­a hacer. El viaje del peregrino querúbico. Este libro que edité hace dos años, es el libro que recoge toda mi vida. Es mi legado de amador seráfico que proclama los santos deseos del amor para aquellos lectores que intentan inflamar santamente su corazón de Dios. Pero al final me cansé de escribir. Amigo, basta ya!, si quieres leer más ve y conviértete tú mismo en la escritura y la esencia.

Siguiendo la doctrina de Gerson, me instalé en la pobreza absoluta, el ayuno y la contemplación dentro de una vida cotidiana. Y a mis cincuenta y tres años sé que los abismos del alma conducen a la virtud y hacen más soportable los achaques infatigables de la terrible enfermedad que me aflige en estos últimos meses. Hoy apenas tengo fuerzas para sostener la pluma con la que escribo. La muerte se acerca al mismo tiempo que se divisa la luz de otra vida. Ahora es necesario volver al principio. Os dejo esta carta como manifiesto de mi tí­mida existencia. Quedad en paz, hermanos.

Breslau, 9 de julio de 1677.

Dedicatoria de El Peregrino Querúbico.

«A la Sabidurí­a eterna, Dios. Al espejo sin mácula, que contemplan los querubines y todos los espí­ritus bienaventurados con una admiración eterna. A la luz que ilumina a todos los hombres que vienen a este mundo. Al manantial inagotable y a la fuente original de toda sabidurí­a, les dedica y dirige estas mí­nimas gotas vertidas por la gracia de su gran Mar, su, con el deseo de contemplarlo y siempre muriente, Angelus Silesius.»

Siempre vuestro, Dr. J.

Mentol para tus pulmones

Escrito Originalmente por musikboy

el amigo VicMkb: Buenos dias, amigos de Bruto! Hoy tenemos a Victor VaPorús, Vic VaPorús para los amigos.

Vic: hola musik muchas gracias por traerme a tu programa.

Mkb: Vic VaPorús, por qué nos acordamos de ti siempre en fiestas?

Vic: Como no entiendo tu pregunta

Mkb: Cuando decimos Vic VaPorús! Y el pueblo responde: Viva!!

Vic:

MKb: Bueno da igual. Cómo estás?

Vic: Bien, bien, respiro muy bien. Jejeje…

Mkb: Jajaja. Muy bueno, sigamos. Qué tal llevas eso de «ahc ahc me cuesta respirar…»?

Vic: Calla niña y sigue chupando!!! Jejeje

Mkb: Jajaja. Sabes que eres el personaje más absurdo que hemos traido a bruto?

Vic: Vaya, gracias… supongo que es un halago, no?

Mkb: Pues… no, realmente es una tonteria.

Vic: Mmm… pues tú sí­ que eres absurdo. La verdad es que tus entrevistas me parecen una mierda. Y no soy el único.

Mkb: Vaya, ahora me dejas planchao.

Vic: Pues ala, a chorrarla. Menuda mierda de sección que tienes. Espero que te quiten tu programa de bruto, porque bajas la media. Y tu blog… de tu blog ya ni hablo, a veces es pa darte hostias hasta en el velo del paladar.

Mkb: Bueno, pues, muchas gracias por tus opiniones. Y esperamos que sigas respirando así­ de bien.

Vic: Muchas gracias musik, cuí­date.

Mkb: Gracias a ti. Ha sido un honor. Hasta luego.

Vic: Hasta luego.

Un Sordo Multitapia

Y usted, querido amigo, ¿no siente una gran turbación rodeado siempre de esas prodigiosas vestales, de ésas futuras diosas del fuego, del hogar y del arte de guisar?

abejasSe ve que alguna influencia sí­ que ejerce sobre las citadas, puesto que sus apariciones por los pasillos del Liceo son bastante comentadas. Usted surge de la más profunda nada, de lo jondo de la escalera. Y se muestra ante nos, paseando por las aulas, como en un enjambre, rodeado de animalillos zumbantes y dorados. Al distraí­do apicultor le preguntan cosas, le tocan su ropa inadvertidamente, a veces un brazo, acullá una confesión al oí­do, salpicando de dulce saliva sus ya de por sí­ portentosos pabellones…

¿No piensa como yo que sí­ que sabrí­a dar a esos cuerpos cumplimiento y forma? Cumplimiento como varón sano que le supongo, y forma como adorno de los protocolos festivos y propios de quien se sabe depositario de un saber largamente experimentado, aunque sólo sea en su bulbo raquí­deo (ésto último es opinión mí­a). Qué lejos todo ello ¿verdad? De la “eyaculatio precox† sabatovespertina y de medio pelo a que se ven sometidas por esos muchachos sin camisa, idiotas asilvestrados, a medio camino entre niños y reclutas de provincias; ésos, en suma, desmedidos y gritones garrulos de pelopincho.

¿Acaso no sabrí­a usted encender cada poro de piel bestia de esas criaturas? Habida cuenta su gusto particular hacia los perí­odos táctiles, podrí­a administrar su sacramental y adorada extremaunción de diez dedos largos ahí­ donde los pantanos son más frondosos y donde los muslos adquieren una consistencia ciclópea. Unas palabras tiernas aquí­, un fragmento de un poema arrebatado a su autor allá, unos agavillados susurros delicuescentes mientras sus extremidades van reconociendo el campo de batalla, comprobando la frescura de sus epidermis, su tornasolado vello púbico, la densidad de sus pechos y su negación de la ley de la gravedad, esas otras humedades de rigor… sí­iiiiighhhh.

Usted, querido amigo, se sabe entonces convertido en el nuevo y hechizante hipnotizador, como un provocador absolutamente consciente del abandono a que se entregan las cachorras, del traspaso cósmico sin parte del precio a su legí­timo dueño, o sea, usted, éso, sí­, exacto: el Gran Chamán.

Todas las metáforas del amor se abrirán entonces sorprendidas como las patas de un cangrejo dormido y se ceñirán como sujetadores de dos peces gemelos (los twinfish). Usted se sentará entonces en su culo y su piel escarnecida, brava y sola durante años, estallará como lo que es: una verdadera eutanasia del caos.

Ahhh! Qué momentos para recordar más adelante, en el cubí­culo de engorde, ¡resalao! En su despacho, en una vaga agitación ensoñadora, un azul y blanco batiente en el cielo atraviesa la ventana, y se le ve a usted ninfuleando y revolviendo sus papeles, sus carpetillas, el lápiz rojo y azul evaluador y demás artí­culos de neceser que componen el atrezzo de un adulto.

Porque eso es lo que es usted. Un adulto. Y desde hace algunos años, como usted bien sabe e ignorar no puede.

Y la tal implicación suya no resulta baladí­, porque siendo usted adulto, el tercero en discordia en sus tórridos escenarios viene a ser la Fiscalí­a de Menores. ¿Usted me comprende? ¿Alcanza a aterrizar sobre los artí­culos del Código Penal que se ciernen sobre usted en cada roce, en cada pregunta, en cada confesión? ¿O verdaderamente me estoy dirigiendo a un enfermo alucinado por la fiebre, a alguien que no quiere escuchar, a un sordo multitapia?

Y lo cierto es que sus compañeros, lo observan con atención, con envidia. Menos dotados que usted para ésa í­ntima conexión juvenil, esperan, esperan y esperan, acechando en los departamentos, llamando sin entrar y a veces entrando sin llamar, buscándole los pies que se necesiten al gato. No ven el momento de entonar “sooorpreesaa!† y marcar con gusto y asentamiento un cero, un nueve y un uno, y escuchar al otro lado del lejaní­simo hilo telefónico ésa voz barrigona y poco instruida que dice: “Vamos p´allᆝ.

La moneda ha caí­do en el fondo del vaso vací­o de vino pálido. Se oyen grititos de nerviosismo y los dedos se le pegan a la mesa. Usted elige una de las tres apasionantes: ¿Beso, atrevimiento o verdad?