¿Esto huele a cerveza? ¿A mucha cerveza? ¿A whisky? ¿A mucho whisky? Sí, a todo eso (y más), pero sobre todo a música, mucha música. Como tantos otros conciertos «setenteros», y ya llevamos unos cuantos comentados, oídos, disfrutados, éste tiene su pedacito especial, tiene su marca exclusiva, su impronta imperecedera; que cada cual la identifique en sus escuchas, en sus recuerdos, en sus vidas. Para mi llegó en forma de paquete dedicado directamente de tierras irlandesas, las que «soportaron» los conciertos que resume el disco.
Y el disco comienza con un escueto «Ladies and gentlemen… Rory Gallagher«, seguido de un «mmmyeah» y de los primeros acordes de Cradle Rock, para entrar directamente en calor, por si no lo estabas ya al ojear la portada (alguna duda?), para continuar con un medio tiempo que se deja llevar en sus solos, I Wonder Who (Muddy Waters) y
la conocida, casi comercial, Tatto’d Lady, ojo con el solo de los dos últimos minutos… la segunda parte del disco no puede empezar de una manera más propia, Too Much Alcohol, quien quiera entender que entienda… después de escuchar el tema; cambio a la acústica y ooohhh, As The Crow Flies (Tony Joe White), el respiro necesario para encarar los 9 minutos largos de A Million Miles Away y perderse en el tiempo y en el espacio… sabiendo que lo mejor probablemente está por llegar, «la tercera pica» se la reparten, a partes casi iguales, Walk on Hot Coals y Who’s That Coming?, pocos calificativos encuentro a mano para describir la primera de ellas, la otra para lucimiento del teclista Lou Martin, 21 minutos largos a los que sacarle partido en cada escucha, y terminar volviendo al blues añejo y cansino con Back on My Stompin’ Ground (After Hours), broche para el finiquito.
A destacar la sección rítmica, Gerry McAvoy (bajo) y Rod De’Ath (batería), por nombrarlos.
Unos dos años antes tenemos el Live in Europe, en formato trío, la pareja perfecta, también recomendado. Y si nos remontamos más ya nos metemos con el grupo Taste, y sus nada desmerecidos directos, Live Taste y Live at the Isle of Wight…
Poco más que decir, volvemos a la nostalgia, qué le vamos a hacer, somos débiles; aquí encontramos, sin ir más lejos, influencias de Leadbelly, Albert King, Freddie King, etc. Y la gloria se la llevaron otros que ya conocemos: no estoy comparando ni lo intento, sólo hago tributo a ésta figura «olvidada» del rock setentero. Un saludo «hígado-pasa».
A J.


¿Hay que poner en antecedentes? Bueno, sólo con mencionar el nombre de «los Bluesbreakers» a más de uno se le ponen los pelos como escarpias, y es que lo que desarrolló y aglutinó Mayall en los años 1966-68 en el mundillo «blues hecho por blancos», él la insignia británica, fue el pistoletazo de salida de una corriente duradera, fértil (a veces demasiado) y brillante. Sin ir más lejos «salieron» de su apadrinamiento personajes (prácticamente imberbes…) como Eric Clapton (primer LP de los Bluesbreakers: «John Mayall & BB featuring Eric Clapton«, hay que tenerlo), Peter Green (2º LP, «A hard road«), Mick Taylor («Crusade», «Bare wires«, «Blues from Laurel Canyon«) o John McVie… y ya sabemos lo que salió de aquellas manos posteriormente.
Pues bien, tras la «salida» de Mick Taylor en la primavera del 1969 (nada menos que a los Rolling Stones para aportar lo suyo en uno de sus mejores discos, Let it bleed, luego se quedaría…), a Mayall no se le ocurre otra cosa que «reconstruir» su grupo y su música hacia una orientación acústica-bluesera-jazzística (en sus propias palabras…«having decided to dispense with heavy lead guitar and drums…» cachondo el tío), apuesta arriesgada teniendo en cuenta la que se estaba armando a ambos lados del charco con el hard-blues-rock (véase foto de «colegas»). Pues va el tipo, se coge al saxofonista y flautista Johnny Almond, al guitarrista Jon Mark y al bajista Steve Thompson y en el mismísimo teatro «Fillmore East», se saca esta maravilla atemporal, inolvidable repertorio de todos y cada uno de los músicos; no sobra un jodido minuto, ni un soplido, ni un chasquido (lo de la «mouth percussion» tiene su aquel), el público enmudece y la música fluye como un éter, sólo al final de cada tema, tras unos segundos de «vuelta a la realidad», la peña aplaude, joder si aplaude, saben que ésa fecha (12.07.69) no la olvidarán.
PD: Otro álbum en esta onda es el «USA Union» (1970), que cuenta con el bajo impresionante de Larry Taylor, la guitarra de Harvey Mandel y el violín de Don Harris; otra maravilla con un acompañamiento nuevo (un inglés con tres americanos, de ahí el nombre), así era Mayall.