Siempre me ha cautivado y suscitado mucho la atención la figura del bajista, tanto en el rock como en el jazz, aunque es en éste último donde más lo valoro. Ya apareció por aquí la figura irreverente de Mr. Mingus, uno de los más grandes (literalmente). Aquí tenemos a otro gigante (literalmente bis) del bajo y del jazz, no sólo intérprete sino también genial compositor y líder de múltiples formaciones legendarias.
Curiosamente su salto a la fama fue en una banda plagada de consagrados: aquella irrepetible que cambió los esquemas en ésto del jazz, la de Miles Davis en el bienio glorioso 1968-69… aunque realmente fue en el semestre sept’68-feb’69 donde se fraguó el milagro (y vio la luz parcialmente en los discos «Filles de Kilimanjaro» y «In a silent way»…), constatándose la calidad de todos esos músicos (de hecho, los considero dos discos «indispensables»).
La siguiente etapa de Holland fue su época más fructífera y reconocida, aunque yo no la comparto, conquistado por la vanguardia setentera: discos como «Conference of the birds» están considerados como de los mejores de la historia del jazz… que me lo expliquen.
Y paulatinamente llegamos al siglo XXI encontrando a un Dave Holland frisando los 60, pero lleno de ideas y rodeado nuevamente de una buena banda. Y decide grabar uno de sus repertorios y editarlo en disco. Y se decide por el aclamado «Birdland» (escenario de conciertos legendarios como aquél de Art Blakey en el ’54 o el de John Coltrane en el ’63). Y lo que allí derrocharon lo podemos disfrutar en formato doble-CD, más de dos horas y cuarto de inspirada música…
Sencillamente espectacular: un equilibrio perfecto entre la composición y la improvisación, tocando/disfrutando una jam detrás de otra, con una media por tema superior a los 15 minutos (inútil destacar uno, aunque sobresalen Jugglers parade, Prime directive y Bedouin trail), con momentos para cada uno del grupo, siempre controlados/guiados/apadrinados por la gigantesca figura de Dave Holland: Robin Eubanks al trombón, Chris Potter (saxos), Billy Kilson (batería) y Steve Nelson (vibráfono, marimba) nos dejan un concierto para la historia. Posiblemente lleve más de una, dos o tres escuchas para su asimilación/valoración, quizás no sea conveniente escucharlo «de seguido», pero en cuanto te coge no te suelta.
PD: el disco que han sacado en 2006, «Critical Mass«, también muy recomendado aunque algo más flojo (inexcusablemente, obviamente…), lo hemos podido disfrutar en el Festival de Jazz de Granada… y de qué manera.