Microsoft anuncia para le verano MSN Virtual Earth, un nuevo servicio de mapas desde satélite, para competir con el ya existente Google Maps. [CNET News.com]
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Las mejores 100 películas de todos los tiempos según los críticos de la revista Time, entre las que incluyen a «Hable con Ella» de Almodóvar. Echo de menos algunas como «Apocalypse Now», «Amarcord» o «2001: Una odisea del espacio» y alguna que otra más. En fin, una lista que no convence. [populicio.us]
Tras una omisión, silencio prudencial para darle coba a Don Neil Young (es sólo un adelanto…), vuelvo con las baterías cargadas con algo duro; un poco de mala leche para regresar a las islas, despertar de los sonidos del nuevo mundo para regresar al viejo continente, con sus excesos y sus manías…
Y aquí tenemos a éstos chicos, Vincent Crane como cabecilla compositora (teclados y voces), John Cann (guitarras y voz solista) y Paul Hammond (batería y percusión, relevo de Carl Palmer), para acercarnos un sonido denso, machacón, duro, acompasado, sin florituras; vamos, un compendio de baladillas para pijos (perdón por lo primero; a los segundos les pueden ir dando). Abriendo el disco el tema que le da nombre, directo, rítmico y repetitivo. El segundo tema, «Vug», es un ejemplo de virtuosismo (musical) de lo que puede hacer el grupo. «Tomorrow night» se acerca a ritmos estilo Sabbath con un aire a los Mountain, aunque evidentemente con sus limitaciones… «7 streets» abre con el órgano un tema grandioso que crece con elegancia en un estilo más progresivo. «Sleeping for years» y «I can’t take no more» tienen su mala leche (buen riff el del primero!!) para dejar paso al único resquicio para la tranquilidad de todo el disco, «Nobody else», remanso de paz acelerado, eso sí, para terminar con la locura «Gershatzer», tema musical compuesto para lucimiento de sendos solos de Crane y Hammond, órgano y batería, respectivamente.
En fin, un poco de rock clásico para las huestes que siguen ésta sección. Posiblemente sigamos por ésta senda algunos discos más, ‘pequeño’ homenaje a los británicos más cañeros. En fin, que sus aproveche.
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El amor está en cuarentena en este mundo tan viciado. Los sentimientos se baten en retirada y se fustigan los pronombres que debieron pronunciarse con voz de fuego. Los latidos se acolchan, las rosas se abandonan. No hay cabida para los que buscan asilo en unos brazos queriendo renunciar al desamparo de la soledad. Todos somos individualmente invulnerables, mortalmente independientes. La fragilidad se esconde tras unas gafas de sol. Pero cuando un beso es redención, la búsqueda cesa, las defensas caen y la materia recobra su estado de claridad. El amor transforma los verbos, el lenguaje y su contenido, lo racional. El amor convierte en real lo que antes era sueño. «La vida es lo que tú tocas».
Esta osadía va más allá del romanticismo. La voz a ti debida, de Pedro Salinas, no toma al ser amado como un ser etéreo que te da motivos para suspirar. En realidad es ese ser amado el que te completa cuando está a tu lado, transformado en verdad todo lo que se acerca a él. Un beso se convierte en ese acto alquímico y necesario que da valor a lo contingente. La vida del que ama se llena de luz y gravedad mientras está con su amor. Sólo al final, cuando todo acaba, volvemos a las sombras. Los fantasmas de las sombras viajan huérfanos por esferas nocturnas, pero transitables, hasta que encuentran otra luz que les devuelva a la vida. Así las despedidas huyen del victimismo y acotan la desesperación… pues la esperanza es imperecedera. Este libro es un poema incesante, sin separaciones formales, que recorre las provincias de la experiencia amorosa que van del encuentro al desencuentro, de la carne a la sutileza, de la oscuridad a la luz de estrellas en ciernes. A veces el temor de ser el único que ama, se desvanece con la fuerza de dos pronombres pronunciados al unísono, para ascender a una criatura nueva. Un camino abierto de uniones y pérdidas… las pasiones del corazón que aún muerto articulará en su boca fría y tumefacta la voz a ti debida.
Pedro Salinas (1891-1951), escribió este libro en el año 1933, siendo ya profesor y director de la Universidad Internacional de Santander. Dedicado siempre a la enseñanza dentro y fuera de nuestro país, fue considerado el profesor de los poetas de la generación del 27. Cuando estalló la guerra civil española él se encontraba en el extranjero, y desde entonces siempre se consideró un exiliado. Cuando murió, sus restos fueron enterrados en Puerto Rico. De todos los versos escojo los siguientes… quizá no son los mejores, pero son los que me apetece poner:
La forma de querer tú
es dejarme que te quiera.
Y estoy abrazado a ti
sin preguntarte, de miedo
a que no sea verdad
que tú vives y me quieres.
Y estoy abrazado a ti
sin mirar y sin tocarte.
No vaya a ser que descubra
con preguntas, con caricias,
esa soledad inmensa
de quererte sólo yo.»
Siempre vuestro, Dr. J.
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