Corpse Bride (2005)

La novia cadaver

La novia cadaver, última pelí­cula de Tim Burton, es una delicia que se disfruta como un niño. Con su toque personal, el director que jamás vió un peine cerca, vuelve a la animación desde aquella maravilla gótico-musical Pesadilla antes de Navidad.
Y lo hace con éxito. La historia, basada en una lúgubre leyenda rusa, es la de un joven que se ve obligado a casarse para que su familia trepe en la escala social, pero tras un desafortunado simulacro, y mientras ensaya el discurso nupcial, por error revive el cadaver de una joven que arrastra una maldición.

Con estos mimbres se nos plantea en pantalla unas marionetas fantásticas, en unos escenarios alucinantes, una historia romántica y muy divertida, e incluso ya que estamos, un retrato de la época victoriana a lo Dickens. Y que decir de los números musicales de Danny Elfman, que gozada el momento en la taberna con la hueso-orquesta… A Resaltar también el uso del color y de los escenarios para diferenciar entre el animado y sincero mundo de los muertos, con el sombrio e inquietante de los vivos. Éste último recuerda la ambientación ya usada por el director en Sleepy Hollow.

Personalmente creo que Tim Burton es uno de los mejores directores de U.S.A., con un toque y una imaginación visual sin rival. A pesar de repetir una y otra vez sus obsesiones estéticas logra cuajar estupendas pelí­culas que oscilan entre el mundo de los comics, leyendas decimonónicas y las fábulas de toda la vida. Me reconozco marcado por Beetlejuice, o sus cortos, o Batman (sobre todo la segunda), o su devoción por Vincent Price y Cristopher Lee, o por Eduardo Manostijeras

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    [ IMDB | Ficha de la pelí­cula ]
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Drácula | Bram Stoker (1897)

Castillo de Drácula

Más allá de la celebridad sin lí­mites adquirida por el personaje de Stoker, el Conde, tras los incontables sucedáneos creados alrededor de la figura del vampiro, el nosferatu, el no-muerto, encontramos la novela que ha dado vida a este fenómeno literario. Drácula.
En 1897 sale a la luz una terrorí­fica aventura gótica cuyo manuscrito original lleva por tí­tulo: The Un-dead

CHAPTER XIII

Mina Harker’s journal

22 September

“He was very pale, and his eyes seemed bulging out as, half in terror and half in amazement, he gazed a tall, thin man, whit a beaky nose and black moustache and pointed beard, who was also observing the pretty girl. He was looking at her so hard that he did not see either of us, and so I had a good view of him. His face was not a good face; it was hard, and cruel, and sensual, and his big white teeth, that looked all the whiter because his lips were so red, were pointed like an animal´s. Jonathan kept staring at him, till I was afraid he would notice. I feared he might take it ill, he looked so fierce and nasty. I asked Jonathan why he was so disturbed, and he answered, evidently thinking that I knew as much about it as he did: Do you see who it is?
No, dear, I said, I don´t know him; who is it?. His answer seemed to shock and thrill me, for it was said as if he did not know that it was to me, Mina, to whom he was speaking.

It is the man himself! […] I belive it is the Count, but he has grown young. My God, if this be so! Oh, my God! my God! If I only knew! if i only knew!

Probablemente las primeras aproximaciones del público al mito del vampiro han sido a través del cine. A lo largo del S.XX se realizaron innumerables versiones cinematográficas, mejor o peor conseguidas.
Me gustarí­a destacar la cinta de 1931 y la de Coppola del 92. Esta última es de una belleza desbordante, una fidelidad al texto notable, estropeada por la forzadí­sima historia de amor entre el Conde y Mina Murray, que desnaturaliza el carácter de ambos personajes. ¿Por qué insistió Coppola en dotar a Drácula de unos sentimientos humanos que no posee?

Pese a todo, es una pelí­cula maravillosa. A destacar la banda sonora y los trajes creados por el diseñador japonés Eiko Ishioka. Cada uno usa el lenguaje simbólico para fijar los rasgos de los personajes. El rojo, el color de la pasión y de la sangre, está reservado para Drácula. El negro, el blanco y el dorado son también colores del Conde. Mina y Lucy llevan vestidos verdes que reflejan su juventud y frescura. Tan sólo los bordados las diferencian. Hojas en el caso de Mina; serpientes en el vestido de Lucy.

Centrándonos en la novela, Stoker se decanta por el género epistolar para presentar el relato, aunque también utiliza otros géneros autobiográficos; memorias, testimonios y diarios de viaje, incluido el cuaderno de bitácora del Démeter.

El género epistolar básico, el de las cartas personales, comprende recopilaciones de correspondencia. Estas cartas pretenden poner al destinatario ausente al corriente de una determinada situación, o bien hacerle partí­cipe de unos sentimientos. Suelen ser breves y el estilo abunda en recursos expresivos y lenguaje popular. Otro recurso literario ampliamente utilizado por el autor es el diario personal, donde los personajes vuelcan sus vivencias cotidianas mezclándolas con pensamientos y emociones. Todos estos cauces narrativos impregnan la historia, terrorí­fica e increí­ble, de una sinceridad que paulatinamente convence de su verosimilitud.

Por otra parte encontramos “recortes† de periódico (The Daily Telegraph, The Westminster Gazette) que añaden más información, más datos, esta vez alejados de las sensaciones de los personajes y que completan el discurrir de tan extraños acontecimientos.

Una vez que todos los pedazos del rompecabezas se unen, comienza la verdadera caza del monstruo.

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    [ Wikipedia | Drácula]
    [Kunstmuseum, Vienna | Vlad Dracul Tepes Portrait]
    [Bram Stoker Free Public Domain Books]
    [Wikipedia | Bram Stoker]
    [Imdb | La pelí­cula de Coppola]
    [Imdb | La pelí­cula de Tod Browning]
    [Descargar «Drácula» | Libros Gratis]
     

Creedence Clearwater Revival | Cosmo´s Factory (1970)

creedence Una de callos. Un puñetazo en el estómago. Un muro sónico. Y por supuesto, aguas pantanosas…siempre el sonido casi sólido y húmedo que nos trasporta a lugares de lluvias abundantes y ritmos acordes, de cerveza tibia y blues añejo. Estoy hablando del Rock Sureño y estoy hablando de los Creedence (la Criden, como me la nombraron por primera vez, con aquella cinta verde…). Hay grupos de Sureño que lideran éste estilo por méritos propios: mis amados Allman, los gamberros Skynyrd, etc, pero los Creedence tení­an un sonido único, cristalino, embriagador; de hecho mucha gente conoce de oí­das sus canciones sin tener ni puta idea de quiénes son, y sin poder evitar un ligero movimiento rí­tmico cefálico, que no fálico (o sí­?), así­ como un tarareo involuntario de las notas (reconozcamos que ésto es difí­cil de conseguir). Los hermanos Fogerty, Tom y sobre todo John, Doug Clifford y Stu Cook, sabí­an lo que se hací­an.

Y siempre que escucho a los Creedence (muy a menudo) me acuerdo del Notas, el gran amigo Lebowsky, ése personaje encarnado de forma magistralmente entrañable por Jeff Bridges, capaz de lamentar el robo de su coche sólo porque en él iban unos casettes de los Creedence…y sí­ amigos, todos nos hemos sentido alguna vez como el Notas, la vida te pone a veces en situaciones que se podrí­an, o deberí­an, arreglar con tales argumentaciones…

Y en fin, aquí­ tenemos el gran disco de «la Criden», el Cosmo, un soplo de aire fresco con ésta factorí­a de música atronadora: escuchen sin ir más lejos el tema que abre el disco, Ramble Tamble, para saber de lo que hablo, y sujétense al asiento, siete minutos que te dejan sin aliento para pasar por un rnr clasicón, Before You Accuse Me, a la segunda descarga, Travellin Band (que por cierto apesta a single de éxito) y revisitar el ritmo rocanrolero con Ooby Dooby. Aires country con el clásico Lookin´Out My Back Door y ambiente tétrico con el inicio de Run Through The Jungle, volviéndome a remitir a la pelí­cula de los Cohen… Up Around The Bend es un jodido clásico del Rock, sin apelativos, para seguir con otra versión de rnr, My Babe Left Me. Luego nos llega la cálida lluvia incesante con Who´ll Stop The Rain, otro clásico imparable, que parece haber habitado en nuestro subconsciente hasta revisitarlo con las primeras notas. Y el plato fuerte del LP, la versión que hizo famosa Marvin Gaye (antes de sus What´s Goin On y Let´s Get It On apabullantes, otra historia), pero con una considerable vuelta de rosca: 11 de minutaje con un sonido envolvente que no te suelta hasta el final, cuando se va apagando lentamente, y tí­tulo pomposo, I Heard It Through The Grapevine…hasta llegar a la balada del disco, para terminar, Long As I Can See The Light, impagable.

Ocasión he tenido de verlos, hace un par de años, al lado de mi casa, con grandes ausencias anunciadas, unos viejos que toman bebidas enriquecidas y aspirina, evitan el sol y abusan de la TV; pero en fin, sonaban de puta madre con los (menos seniles) que llevaban, comandados por Cosmo en pantalones cortos, y si cerrabas los ojos, podí­as ir a aquellos lugares de sol interminable bañados por la lluvia, y la cerveza.

A todos los que se consideren amantes de la música Rock, los Creedence…

Matar a Platón.

Matar a PlatónHace tiempo que intuyo que la Verdad está en los lí­mites de la razón. En esos abismos inconscientes que te enfrentan a lo inefable. En esa sutil experiencia donde sólo la mutilación de los sentidos es comparable. Hace tiempo que percibo que los instantes desperdiciados aportan más que los instantes aprovechados. Que la nada aporta toda la solidez necesaria a esta contingencia de cuerpos saturados por el infortunio del conocimiento. Hace tiempo que percibo llegar siempre a deshora, ni tarde ni temprano, simplemente a deshora. Hace tiempo que sé que la belleza redime y la fealdad exonera de responsabilidad a los reptiles que buscan su origen a ras del suelo. Hace tiempo que busco en la poesí­a ese lenguaje estremecedor del instante, que se evada de las abstracciones de la razón, para no mentir en lo que se cuenta. La sinceridad como bandera, la honestidad como método para derrocar las apariencias. Hace tiempo que pienso en esto sin haber llegado a asumirlo del todo, sin llegar a vivirlo del todo.

Hace tiempo que observo el cielo desde un domingo sin postre, a la hora de esconderse el sol tras los tejados de nuestra ciudad. Desde la atalaya del insomnio. Desde la contemplación de la muerte ajena como una plegaria, donde reconocer la herida mortal que nos precede. Desde el agua transformada en vino, desde la bala que nunca se dispara, desde las republicas de los amores perdidos. Desde mi reloj de arena desértica, donde veo dunas en las calles de esta provincia invisible que es la trascendencia. Los espejismos de la razón son infinitos. La razón nos contenta con el engaño. Con la falsa sensación del que parece dominar su destino. Pero el único que dominó su destino fue aquel Sí­sifo que sabí­a exactamente que después de subir la roca a la cima de la montaña, deberí­a bajarla y volver a subir de nuevo. Camus dijo que Sí­sifo fue feliz porque dominó a su destino. Pero lo único que hizo fue olvidarlo. Como nosotros nos olvidamos con facilidad de lo que somos, e ignoramos el origen de nuestra materia. Nuestra materia que vibra vinculada al todo y a la nada, y que parte de una misma fuente a la que tiende. No somos razón y materia. Somos materia consciente que explora la vida a la que pertenece.

Hace algún tiempo que escucho con atención las iluminaciones de los que aferraron sus manos a una reja para no desfallecer. Que escucho las alucinaciones de la meca. Las palabras de los que renunciaron a la tiraní­a de lo sensible. Hace tiempo que intento comprender la ciencia que profeso, la fe que he perdido. Y me veo sentado todaví­a en ese banco de piedra delante de la basí­lica, esperando un beso que me haga despertar. Esperando un beso que de sentido a los pasos andados, a los pasos por andar. Un beso que limpie el moho del rayo que un dí­a blandí­ en mis manos. Esperando que vuelvas. Desde hace un tiempo sé que los charcos no sólo se forman con la lluvia. Hace un tiempo que sólo hablo de anhelos. Por eso creo que ha llegado el momento de matar a Platón.

Chantal Maillard, doctora en Filosofí­a y poeta de nuevos textos sagrados, nos presenta en su libro Matar a Platón las dimensiones de un instante. Porque en un instante cabe un universo entero. Nos hace reflexionar sobre la importancia de un suceso, que es como es, que se vive como es, que se observa como es. Sin abstracciones. Matando nuestra estructura de pensamiento. Observando la realidad sin mentiras. Todo puede confluir en un mismo suceso que da realidad a lo real, sin concesiones, sin pretensiones. Hoy os lo presento porque es lo que he leí­do cuando he llegado a casa después de una guardia. Y aunque se que no deberí­a tomar decisiones estando saliente… ni escribir, hoy su tí­tulo me ha inspirado a escribiros lo anterior. Aunque sólo sea por leer este libro, merece la pena haber llegado hasta aquí­.

Yo no soy inocente. ¿Lo es usted?.
La realidad está aquí­,
desplegada. Lo real acontece
en lo abierto. Infinito. Incomparable.
Pero el ansia de repetirnos
instaura las verdades.
Toda la verdad repite lo inefable,
toda idea desmiente lo-que-ocurre.
Pero las construimos
por miedo a contemplar la enorme trama
de aquello que acontece en cada instante:
todo lo que acontece se desborda
y no estamos seguros del refugio.

Bien pensado, es posible que Platón
no sea responsable de la historia:
delegamos con gusto, por miedo o por pereza,
lo que más nos importa.

(voy a volver sobre mis pasos: ha sido justo detrás de la esquina).†

Matar a Platón. Chantal Maillard, 2003.

P.D.- Creo que ya he dicho suficiente por algún tiempo. Gracias a aquellos que siguieron con interés estos escritos y reflexiones. Ha sido un placer tener abierta esta ventana. Siempre vuestro, Dr. J.

Himno del Universo

chardinEl refranero suele rezar verdades cotejadas por la experiencia, por eso sé que después de la tormenta siempre se ciñe sobre nosotros un manto de quietud. Pero ahora estamos en plena tempestad, en pleno centro del huracán, dando demasiadas vueltas como para conocer el alcance de sus daños colaterales. En esta sociedad de incertidumbres, la ciencia es dueña de la virtud, pero toda la fe está en la ciencia y la ciencia no tiene fe. Asistimos atónitos al estancamiento del ocio profiláctico y de tertulias de bufones consumidos por el hastí­o. Se abre una brecha de injusticias y desigualdades difí­cil de tolerar. El dolor se anestesia sin dejarle que nos hable, que nos cuente cosas de nosotros mismos. El amor se desperdicia con esqueletos de margaritas. Así­ es fácil preveer un final catastrófico de nuestra era social, y no me tachéis de agorero superficial, en todo caso de agorero esperanzado. Esperanzado en un rayo de luz de una nueva humanidad que ha de crecer.

chardin2En este lugar he comentado autores con diversas respuestas al dolor de la existencia humana, diversas actitudes y vivencias. Hoy os muestro una opinión valiente y generosa, la visión gloriosa de la humanidad que nos ofrece Teilhard de Chardin, el padre Pierre. Una visión creativa y progresiva del hombre, usando como herramienta de conocimiento la ciencia. Pero una ciencia en evolución y emergente, hermanada con la mí­stica, tendente a un mismo fin. Una ciencia rica en la dispersión de la multiplicidad, y consolidada en la convergencia de la Unión, del Punto Omega. Una ciencia que optimiza, que redime, que profundiza en la naturaleza y en su conocimiento para llegar a los lugares privilegiados por la vida. La ciencia descubre el camino de los seres hacia la consciencia. Las mónadas perdidas encuentran su reposo en un mar cada dí­a más profundo por las lluvias de las tempestades, más sabio por el color de sus habitantes. Ciencia y mí­stica. Espí­ritu y materia. El espí­ritu se derrama sobre la meteria orgánica como el vino sobre un cáliz de arcilla, y la piedra cobija en su interior la lava ardiente que espera salir y reventar licuando cada existencia. Licuando fuego a fuego todo lo viejo para dejar paso a lo nuevo. Así­ como las plantas crearon en un principio la Biosfera, la conciencia crea ahora una nueva atmósfera para el desarrollo del pensamiento, la Noosfera. La autoconsciencia.

Imaginad una humanidad de buena voluntad que deje a un lado la diferencia, para converger en lo esencial y tender como el cauce de un rí­o a su Unidad en el Punto Omega. La piedra tendrí­a un himno encarnado en la materia, los triges cotidianos y tercos se alejarí­an del combate, el verbo volverí­a a habitar la carne. Lo divino participa de la materia y está en todas partes, como el aire. El despertar cósmico de la consciencia es la puerta para el amor apasionado por Dios. El futuro de la humanidad pasa por este despertar de la autoconsciencia. La contemplación de la naturaleza, la contemplación de la humanidad, te lleva a entonar nuevos salmos de gloria, Himnos del Universo. La realidad se revela con sus mil caras, como los mil destellos de un diamante, como las notas que nacen de una misma joya mí­stica que hace rodar cabezas, como las siete Visones del Amén de Messiaen.

Teilhard de Chardin (1881-1955). Murió un domingo de Pascua en Nueva York, lejos de su Francia natal. A los 18 años entra como novicio de la Compañí­a de Jesús, intentando dar formar a sus ideas. Su bautizo í­gneo de realidad fue en la Primera Guerra Mundial como camillero. Cursó estudios de Paleontologí­a y Geologí­a en la Sorbona de Parí­s. Desarrolló su carrera en Asia, descubrió al Hombre de Pekí­n (Adán era asiático), y fue en China donde escribió El Fenómeno Humano. Fue apartado a Estados Unidos y sus escritos siempre fueron perseguidos y repudiados por la Iglesia. Hasta el final sólo quiso formular lo esencial en su mensaje. En su diario, dí­as antes de morir, escribió:

Lo que yo creo – Sí­ntesis: 1) San Pablo… los 3 versí­culos (1Cor 15,26,27,28): Dios todo en todo (¡confirmación teológica!… Revelación ultra-satisfecha); 2) Cosmos = Cosmogénesis – Biogénesis – Noogénesis – Cristogénesis; 3) El Universo está centrado (Evolutivamente, Hacia Arriba y Hacia Adelante); Cristo es el centro de ello»

…y se fue mientras Él vení­a. Su obra cada dí­a es revisada con ojos cada vez más despiertos.

Bendita seas tú, áspera Materia, gleba estéril, dura roca, tú que no cedes más que a la violencia y nos obligas a trabajar si queremos comer.
Bendita seas, peligrosa Materia, mar violenta, indomable pasión, tú que nos devoras si no te encadenamos.
Benditas seas, poderosa Materia, evolución irresistible, realidad siempre naciente, tú que haces estallar en cada momento nuestros esquemas y nos obligas a buscar cada vez más lejos la verdad.
Bendita seas, universal Materia, duración sin lí­mites, éter sin orillas, triple abismo de las estrellas, de los átomos y de las generaciones, tú que desbordas y disuelves nuestras estrechas medidas y nos revelas las dimensiones de Dios.

¡Arrebátanos, oh, Materia, allá arriba, mediante el esfuerzo, la separación y la muerte; arrebátame allí­ en donde al fin sea posible abrazar castamente al Universo.

(Himno del Universo; T. de Chardin).

Siempre vuestro, Dr. J.