The Small Faces | Ogden’s Nut Gone Flake (1968)

ogdenNo nos engañemos, las similitudes con «los Faces» son, como mucho, conceptuales; sí­, el núcleo de ambos grupos es el mismo (bajo- Ronnie Lane, baterí­a- Kenny Jones, teclados- Ian McLagan), la evolución del sonido, evidente y apabullante. Como otros (grandes) grupos de la esfera británica (Rolling, Who, Kinks…) tuvieron unos inicios poperos que «apestaban» a rhythm-blues pasando por la inevitable psicodelia lisérgica (unos más y otros menos) para acabar marcando las pautas del rock que dominarí­a la década de los 70. Lo que ocurre con éstos muchachos es que ésa primera época estuvo comandada por Steve Marriott, guitarrista y voz y compositor, que luego terminarí­a machacando un sonido bestial con los Humble Pie, otra gran historia… y tras su marcha recalaron ése dúo estremecedor de Ronnie Wood y Rod Stewart para hacer la suya

Pues bien, de ésa primera época rescatamos éste «Ogden’s…», de sugerente (foto y formato) portada. Puede codearse perfectamente con grandes discos de pop psicodélico: el requetemencionado «Sgt. Peppers…», el gran «Something else», el también olvidado «Oddesey & Oracle», el sorprendente «USA», la locura del «Piper at the gates of down» y tantos otros. Si bien sus discos predecesores (ambos titulados como el grupo, uno en el 66 con el sello Deram, otro en el 67 con el sello Inmediate) eran delicias poperas, con éste daban el gran salto psicodélico facturando un disco rico en matices, para nada pesado, con momentos de auténtica gloria. El disco abre con el tema que le da nombre, un instrumental denso, con toques orquestales sobre los que zozobra una guitarra cansina. «Afterglow» se introduce de forma acústica con unos silbidos para convertirse en un tema 100% Marriott, explotando sus virtudes. «Long agos and worlds apart» y «Rene» (ojo al final de éste tema: Hendrix?) entretienen con temáticas de la vida cotidiana, al más puro estilo «british». El inicio de «Song of a baker» es un riff aplastante, para un tema clásico, marcado por la sección rí­tmica con frases de guitarra de fina textura. «Lazy Sunday«, de sospechoso parecido al «Sunny afternoon» de los Kinks, pero de bella factura, con el ruido de la playa y gaviotas incluido, con las campanas al final…

La cara B se estrucutra en temas introducidos por una voz en off (y qué hace ése tontopollas: desconcertar, innovar…): «Happiness Stan» es un sorprendente tema muy rico en matices, con increí­bles cambios y orquestación incluida, al igual que «The hungry intruder«, ésta con una flautilla mu bonica. «Rolling Over» es un tema tremendo con otro riff aplastante, de nuevo comparable a Hendrix, de 2 minutos escasos. «The Journey«, con un inicio baterìa-bajo-órgano algo funky, nos lleva por los momentos más interesantes del disco; «Mad John» es el toque folk, aunque de una intensidad desesperada, terminando con «Happy days toy down«, gracieta-humor británico-sólo para ellos…

Una delicia para disfrutar y degustar sin prisas… Que aproveche

Por cierto, estoy pensando en comentar también discos de jazz; ya veremos…no se asusten

El Espejo de las Almas Simples

Place de Gréve, frente al Hotel De Ville, Paris, 1 de junio de 1310. Una mujer es devorada por las llamas de una hoguera. Junto a ella arde su libro Espejo. Ese manuscrito es la razón de su vida y de su condena. El dominico Guillermo de Parí­s, que también llevaba el juicio de los Caballeros del Temple como Inquisidor general de la Santa Madre Iglesia, la ve calcinarse al fin. Desde su detención en 1308 por el obispo de Cambrai, esa mujer hereje relapsa ha permanecido en silencio. No ha pronunciado una sola palabra en esos dos largos años. Ella habla de igual a igual, y ellos no son de su linaje. El alma libre, si no quiere, no responde. Veintiún teólogos y cinco canonistas han examinado y condenado este extraño libro y a su autora. Margarita Porete es la herejí­a del libre espí­ritu. Una mujer que vive una vida religiosa sin haber sido ordenada, una mujer que avanza en la senda de la santidad a través de la vida laica, al margen de cualquier institución monástica. Independiente en su manera de pensar y de vivir y de escribir. Sufraga sus propios textos, escritos en lengua vulgar y en clave amorosa. Un diálogo í­ntimo y simbólico entre Amor, Alma y Razón. La búsqueda de Dios es la búsqueda del camino de la libertad. Un camino insondable a través de la lejaní­a. La lejaní­a de Dios. Alejarse del deseo para encontrar a Amor. La lucha intestina y espiritual del alma incompleta que busca un sentido a todo lo que queda por vivir. Una lucha que debe librar el corazón, y no las palabras. Un alma libre que lo tiene todo y por ello no tiene nada, lo quiere todo y no quiere nada, lo sabe todo y no sabe nada. Un libro cuyo argumento es el amor y su desdicha, su camino al final del verbo. Un libro de luz que debe ser destruido al tiempo que la mano que lo creó. Un ejemplo más de cómo Dios se manifiesta al hombre a través de toda la historia. Otro ejemplo frustrado de cómo nunca entenderemos el mensaje del amor supremo… y por eso lo aniquilamos.

drjGranada, febrero de 2006. El hombre invisible vuelve a cambiarse de traje. Unas paredes de humo taciturno protegen la anatomí­a de su soledad. Un silencio no pactado recorre su cuerpo como un escalofrí­o. Su mente bucea en la tinta de unas palabras escritas hace siglos. El océano que se vislumbra en ellas es demasiado profundo para ver con claridad. Palpa con sus dedos transparentes la impronta de un Amor inalcanzable. Tanta grandeza tiene que tener un soporte de verdad innegable. Pero no puede más, le duele el pecho de aguantar tanto aire. Vací­a sus pulmones para salir de la inmersión. En un camino de silencio hay abrevaderos táctiles para las almas más pesadas. Reconciliarse con la carne es una tregua para poder resistir en la lucha del espí­ritu. Reconciliarse con el dolor es aprender a vivir con lejaní­a. El hombre invisible sabe que aún se le ve si se pone a contraluz. Que los años dan peso a sus actos y que lo lento es a veces más amargo porque se aprecia más y no por estar en la punta de la lengua. El hombre invisible quisiera tener un lenguaje más lúcido, pero la contradicción le hace refugiarse en las palabras. El hombre que cambia su traje, aún desea mirarse en el espejo claro de una fuente, de unos ojos bañados por lágrimas, de una mirada limpia repleta de amor. Hay caminos que todos recorren, en busca de lo importe, en busca de lo que tiene importancia. Su palidez cérea de fantasma frustrado está empanzando a sonrojarse. El hombre invisible se está viendo las manos mientras teclea en su ordenador. Y aunque desearí­a cambiar su alma llena de complejidades y complejos por un alma simple que reflejara el amor que todo lo tiene y a la vez no tiene nada… el hombre invisible se alegra de volver a ver su carne trémula con las luces artificiales de esta noche que promete de nuevo el insomnio. El objetivo de este año será limpiar su mirada. Hacer mudanza en el alma y desprenderse de lo que más le pesa.

Ahora, los que escucháis este libro, oí­d y entended bien el verdadero sentido de lo que dice en tantas ocasiones, es decir, que el Alma anonadada no tiene en absoluto voluntad, ni puede absolutamente tenerla, ni puede querer tenerla y que en ello se cumple a la perfección la voluntad divina; y también que el Alma no se sacia de Amor divino, ni Amor divino de ella hasta que el Alma se halla en Dios y Dios en ella, de sí­ y por sí­, en ese estado de fundamento divino, entonces halla el Alma plena satisfacción.»

El Espejo de las Almas Simples – Margarita Porete

Siempre vuestro, Dr J.

Nota de J.: … y felicidades otra vez!

The Screamin’ Cheetah Wheelies | Magnolia (1996)

magnoliaVolvemos a los noventa, y de nuevo con un trabajo que puede competir con los mejores de ésa década. Me llegó como llegan las grandes cosas, de forma inesperada y de la mano de un gran amigo. Ya se habló en su momento de los Blind Melon y se dijo que «Soup» era uno de los discos más emocionantes del fin del siglo XX. Pues bien, junto con el «gran Grace» de Buckley (Jeff, que si hablamos de papá nos da algo…), aquél Soup y éste Magnolia, nombres sencillos para grandes destellos de magia, conforman una especie de trilogí­a de discos de música atemporal, rock de siempre, que si bien beben de las fuentes tan citadas por aquí­, salen con la espontaneidad de unos jóvenes genios, en tres años consecutivos (94-96). Lamentamos las pérdidas de Hoon y Buckley; Mike Farris vuela en solitario, según creo…

Se puede hablar de los mejores inicios de discos (otro tema posiblemente interminable), pero las tres canciones que abren éste no te pueden dejar indiferente: Backwoods Travellin’, Gypsy Lullaby y Hello From Venus estremecen, son clásicos inmediatos, entran a formar parte de tu banda sonora vital. La voz de Farris está clavada en cada nota, parece que nació para cantar éste disco; y el grupo te lleva por un soberbio rock acicalado de soul sencillamente aplastante, con duetos de guitarras inmejorables, pasando por temas sólidos, I Found Love, Magnolia, Father Speaks (uff), para terminar con You Are…temblando sólo con recordar éstos temas al escribir sus nombres.

No me quiero enrollar más; en algún sitio leí­ que éste es un disco «como un viaje al paraí­so», estoy de acuerdo
Gracias Johnny