Marvel se carga al Capitán América

Captain America shot and killed: «[…] We can now confirm that the victim has been identified as Steve Rogers, a.k.a. Captain America. Rogers was pronounced dead at Mercy Hospital due to injuries suffered from multiple gunshot wounds to the shoulder, chest and stomach.» La Marvel se carga al Capitán América.

ACTUALIZACIÓN 17/10/2007: El Capitán América resucita. Le editorial Marvel revivirá al personaje en enero de 2008.-Otro personaje asumirá la identidad del héroe

Los irlandeses | Rodolfo Walsh (2007)

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Los Irlandeses llegó a la puerta de mi casa metido en un sobre rectangular, ocre, áspero al tacto, con pequeñas burbujas de aire encerradas en plástico, de las que por fuerza hay que explotar con los dedos. Un sobre misterioso con algo dentro. Al abrirlo me sentí­ profundamente sorprendida. El correo es capaz de seguir transportando de ciudad en ciudad, palabras, más allá de las habituales comunicaciones burocráticas, facturas o folletos publicitarios de colores chillones, donde los artí­culos exhibidos son más pequeñitos que los precios y que siempre me han recordado a catálogos de juguetes infantiles. Una cocinita. Una aspiradora. Un cochecito. Un sofá.

Los irlandeses es un libro atí­pico, formado por tres relatos cortos escritos por el periodista argentino Rodolfo Walsh, de los cuales solo uno vio la luz antes del asesinato del autor en las calles de Buenos Aires, el 25 de marzo de 1977, a manos de un grupo de sicarios del régimen militar de Videla.
El prólogo es de Ricardo Piglia y reproduce en buena parte, una conversación mantenida por ambos en 1970. Resulta asombroso como en tan pocas palabras se puede extraer la esencia de las cosas, creando una conexión auténtica entre escritor, obra y lector. Pasado, presente y futuro, siempre trágico. Ahora lo sabemos.
Podemos considerarlos cuentos, relatos cortos o lo que sea; en el fondo son tres metáforas, tres parábolas entre la realidad y la alucinación colectiva. Sí­rvanos para la trama un internado católico para descendientes de irlandeses en la Argentina, 130 criaturas, “el pueblo† según Walsh, y los omnipresentes carceleros. Los niños son condenados a vivir en una prisión, culpables de un terrible crimen: ser pobres. Hijos de prostitutas, huérfanos, tiñosos, tullidos, seres frágiles que se ven forzados a adoptar un rol para sobrevivir dentro, sin más esperanza que continuar la supervivencia fuera.

Este chico al que más tarde llamaron el Gato y que en pocas horas más iba a revelar una porción tan inesperada de su naturaleza gatuna, habí­a viajado la mayor parte del dí­a, y toda la noche anterior, y el dí­a anterior, porque viví­a lejos, con una madre que iba envejeciendo, con la que estaban rotos todos los puentes del cariño y que al traerlo lo parí­a por segunda vez, cortaba un ombligo incruento y seco como una rama, y se lo sacaba de encima para siempre. Es cierto que en el último minuto, cuando lo dejó en la rectorí­a con el padre Fagan, consiguió derramar unas lágrimas y besarlo tiernamente, pero el chico no se engañó con eso, porque él mismo lloró un poco y la besó, y sabí­a perfectamente que tales gestos no importaban mucho fuera del momento o el lugar que los provocan o estimulan.
Lo que predominaba en la mente del chico era una perseguidora memoria de caminos embarrados bajo una amarilla luz miel, de pequeñas casas que se desvanecí­an y de hileras de árboles que parecí­an las paredes de las ciudades bombardeadas; porque todos eso habí­a pasado continuamente ante sus ojos durante el largo viaje en tren y se habí­a sumergido de tal modo en su espí­ritu que aún de noche, mientras dormí­a a los sacudones sobre el banco de madera del vagón de segunda, habí­a soñado con esa combinación simplí­sima de elementos, ese paupérrimo y monótono paisaje en que sintió disolverse a un mismo tiempo todas sus ideas y sueños de distancia, de cosas raras y desconocidas y gente fascinante. Su desilusión en esto tení­a ahora el tamaño de la infatigable llanura, y eso era más de lo que se atreví­a a abrazar con el solo pensamiento.

Irlandeses detrás de un gato.

La vida y muerte de Walsh son una denuncia. En “Operación masacre†, publicada en 1957, realiza una pormenorizada recreación del secuestro y posterior fusilamiento de un grupo de civiles en 1956, acusados de estar implicados en la rebelión contra el gobierno del general Aramburu.
Toda la obra de Walsh es un J’accuse de Zola:

Gritar la verdad con toda la fuerza de la rebelión del hombre honrado.

Podrí­amos entrar en discusión si Operación masacre deberí­a quitarle el puesto a In cold blood, como primera novela de no ficción, pero dadas las circunstancias, eso queda relegado a un triste segundo plano. Capote se convirtió en el escritor más famoso de los EE.UU. y murió en 1984 con el hí­gado destrozado de tanto darle al frasco; Rodolfo Walsh murió asesinado. Protagonista de su propio exterminio.

Operación masacre cambió mi vida. Haciéndola comprendí­ que además de mis perplejidades í­ntimas existe una amenazante mundo exterior.

Lo último que publicó Walsh unas horas antes morir en la cacerí­a fue Carta Abierta a la Junta Militar. Pistola en mano trató de salvar la vida, gastando su postrero aliento en una lucha que pudo ganar.
Perdió. Perdieron él y todos los desaparecidos, los torturados, los asesinados, los secuestrados, los explotados, perdieron todas las ví­ctimas de la represión ejercida por las dictaduras militares de uno y otro lado del Atlántico.

…Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia no tengan doctrina no tengan héroes ni mártires Cada lucha debe comenzar de nuevo separada de las luchas anteriores La experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan la historia aparece así­ como una propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas.

Rodolfo Walsh

Gracias Mensab, por compartir conmigo un libro tan maravilloso.

Enlaces relacionados »

    [Biografí­a]
    [Carta Abierta a la Junta Militar]