Derek & The Dominos | Layla and other assorted love songs (1970)

Layla and Other Assorted Love SongsLarga ha sido la espera, muchos dí­as han pasado desde el último, y aunque el tiempo no perdona, aquí­ estoy de nuevo con otro ‘pata negra’ (las próximas entregas serán pequeñas joyas, lo -casi- prometo).

Y aquí­ tenemos al amigo Clapton, que aunque contaba con ‘sólo’ 25 añitos, ya habí­a pasado y deslumbrado por los Yardbirds, Mayall ‘comuna’ band, endiosándose en Cream (oohhh!) y creando el fenómeno más esperado y efí­mero de su carrera (Blind Faith; efectivamente Eric). Ahora vuelve (también ‘tapado’ con pseudónimo aunque descubriéndose al tocar) con otro elenco de coleguillas a los que le iba aquello de colocarse y tocar (si se podí­a, si no lo dejamos para otro dí­a, y pásame la botella- hay fotos, y canciones, que lo atestiguan), entre los que estaba el gran Duane Allman (que ya habí­a, y debí­a continuar, haciendo historia con su banda fraternal; hasta el castañazo, hasta siempre, RIP) y los ‘acompañantes’ Whitlock, Gordon y Radle.

Como en otros tantos discos, en éste (creo, opino) lo de menos son los temas; lo realmente inolvidable son los ‘momentos creativos’ que aparecí­an en cualquier canción, en cualquier momento, algo muy cercano a una verdadera ‘jam’ (hay algunas canciones cortas y estructuradas, sin desví­os; pero ésas no marcan el disco): ejemplos como «Keep on growing», «Anyday», «Key to the highway» y «Tell the truth» son ilustraciones sonoras al caso. Eso sí­, a destacar la versión de «Little wing» (te echamos de menos Jimi), la parte ‘lenta’ de «Layla», aunque ésto es algo personal (de nuevo aparece Scorsese!), la portada y uno de los mejores tí­tulos de canción (un respeto por Mr. Mingus!): «Nobody knows you when you’re down and out»… después de éste disco (ya en su gira) Clapton entrarí­a en un dinámica muuuy chunga (detalles nos los puede proporcionar Escrotolito) de la que casi no sale, de no ser por unos cuantos amigos…

En fin, lo dicho, con ésto me despido hasta la próxima. Ah, y buen provecho

The Band | Rock of Ages (1972)

The BandLo reconozco, es algo personal… dejando éste punto claro, lo demás es historia, y música, y canciones irrepetibles. Segundo, es un disco en directo; y creo que, para hablar de THE BAND, quintaesencia de los grupos de carretera (antes de sacar su primer LP llevaban más de 6 años tocando, robando comida en supermercados y durmiendo en su furgoneta), hay que hacerlo de ésta manera (al igual que los ABB).

El quinteto canadiense formado en Ontario (sin olvidar al tejano Levon Helm, increí­ble baterí­a & vocalista) , apadrinados por Ronnie Hawkins, estaba formado por Jaime Robbie Robertson (guitarra & vocalista), Rick Danko (bajo & vocalista), Richard Manuel (piano, órgano & vocalista) y el gran Garth Hudson (multiinstrumentista de vientos y teclados- éste era el «callado»). No es broma, en éste grupo varios eran los vocalistas principales, cada uno con su estilo… Helm profundo, Danko sentido, Manuel borrachí­n melancólico
sobre su piano, Robertson con sus notas de guitarra camuflada, al servicio del conjunto.

Para llegar al disco que hoy tenemos en las manos hay que pasar irremediablemente por sus 3 primeros LP: MUSIC FROM BIG PINK (68), THE BAND (69) y STAGE FRIGHT (70); todos ellos redondos, muy aconsejados, cargados de irrepetibles canciones; cómo olvidarse de «Caledonia mission», «The weight», «Chest fever», «This wheel’s on fire», «Across the great divide», «The night they drove Old Dixie Down», «Up on Cripple Creek», «King Harvest», «The shape I’m in», «Stage fright» o «The rumor», amalgama de sonidos y letras
sacados desde lo más profundo del ser humano. Precisamente por éso comento hoy un directo, es imposible dejar fuera alguna de las canciones nombradas (y las que quedan…). Y más recomendable aún es la edición remasterizada, con 45′ adicionales (10 canciones, 4 de ellas con Mr. Robert Zimmerman, quien quiera entender que entienda). Y, tras el largo viaje, llegarí­a «The last Waltz», cerrojazo impresionante (éso es una retirada y lo demás son pollas: la caja de 4 CD y la pelí­cula de Scorsese lo refrendan) a una carrera completa, inolvidable.

Lo dije, era algo personal, pero LA BANDA es LA BANDA.

The Mothers of Invention | Freak Out! (1966)

Freak Ou!O lo que es lo mismo, Frank Zappa, el trovador lunático más trastornado del rock, el heredero inevitable del exceso californiano, inspirador, años después, de iluminados psicodélicos (Syd Barrett, Paul Kantner…)

Disco perfecto para acompañarnos éstas navidades, llenando los ambientes familiares, villancicos para la ocasión (los chillidos de Kim Fowley en «Help, I’m a Rock» son muy propicios), el regalo perfecto para aquellos que aseguran «a mí­ megusta mucho la música…»

Teniendo un amplio abanico entre todo el repertorio de FZ, he elegido éste porque, sencillamente fue el primero, para él y para mi, el inicio de nuestra estrecha relación, y duradera, y fiel. Posiblemente escuche más «ABSOLUTELY FREE», «HOT RATS» o «APOSTROPHE'» o incluso «OVER-NITE SENSATION», «ROXY & ELSEWHERE» y «SHEIK YERBOUTI» (y hasta puede que sean mejores, en valoraciones a su descomunal obra, no me meto, para éso están los pretenciosos llamados músicos), qué decir de «THE GRAND WAZOO», en fin,
y los que quedan por nombrar.

Inabarcable, increí­ble, excesivo y cí­nico, Mr. Zappa y sus madres de la invención (en éste disco Ray Collins, Jim Black, Roy Estrada y Elliott Ingber; cambiarán frecuentemente…) nos llevan por un viaje inolvidable (por cierto, la 2ª parte- el 2º vinilo- no apto para puristas). Que aproveche.

En un estilo del estilo, muy recomendable «SAFE AS MILK» de Captain Beefheart & His Magic Band (lo siento por los amantes del «Trout mask Replica»- escrotolito, Chaman…)

Y lo dicho, felices fiestas o lo que sea…

Songs of Love and Hate

Love & Hate

Una vez me encerré en mi cuarto con los discos de Leonard Cohen. Tení­a fiebre, y durante un fin de semana interminable, donde apenas dormí­, tomé un poco de sopa de mi madre y por supuesto no me duché para mantener en mi cuerpo los estragos de la fiebre, los escuché con auténtica devoción. En estas circunstancias disfruté de aquellos vinilos, sobretodo del «Songs of Love and Hate», con aquellas magní­ficas imágenes de Juana de Arco en la hoguera convirtiéndose en oro o aquella carta mojada por la distancia y el tiempo sobre aquel famoso impermeable azul. Lloré y desnudé mi alma con aquellas notas persistentes de delirio profano e insomne. Y hoy, he vuelto a escuchar ese disco, con algunos años de más y algunos pasos más sobre esta tierra que nos empeñamos en romper. Hoy he desnudado mi alma de pesar, para llenarla de más tristeza, para no sentirme solo, para ahogar la tristeza del desamor en un vaso de absenta verde náusea. Me he sentido como un niño que bordea el filo resbaladizo de la roca. Del amor al desencanto no hay más que unos instantes. De tener un amor a no tener nada, sólo hay un paso al otro lado de la delgada lí­nea roja… eso e irse a Huelva. L. Cohen se ha portado otra vez como un amigo, me ha dado la mano y se ha ido «no todas las piedras pueden convertirse en diamantes» me ha dicho con una sonrisa lenta y triste. El calor ha vuelto… esta vez si me he duchado.