Larga ha sido la espera, muchos días han pasado desde el último, y aunque el tiempo no perdona, aquí estoy de nuevo con otro ‘pata negra’ (las próximas entregas serán pequeñas joyas, lo -casi- prometo).
Y aquí tenemos al amigo Clapton, que aunque contaba con ‘sólo’ 25 añitos, ya había pasado y deslumbrado por los Yardbirds, Mayall ‘comuna’ band, endiosándose en Cream (oohhh!) y creando el fenómeno más esperado y efímero de su carrera (Blind Faith; efectivamente Eric). Ahora vuelve (también ‘tapado’ con pseudónimo aunque descubriéndose al tocar) con otro elenco de coleguillas a los que le iba aquello de colocarse y tocar (si se podía, si no lo dejamos para otro día, y pásame la botella- hay fotos, y canciones, que lo atestiguan), entre los que estaba el gran Duane Allman (que ya había, y debía continuar, haciendo historia con su banda fraternal; hasta el castañazo, hasta siempre, RIP) y los ‘acompañantes’ Whitlock, Gordon y Radle.
Como en otros tantos discos, en éste (creo, opino) lo de menos son los temas; lo realmente inolvidable son los ‘momentos creativos’ que aparecían en cualquier canción, en cualquier momento, algo muy cercano a una verdadera ‘jam’ (hay algunas canciones cortas y estructuradas, sin desvíos; pero ésas no marcan el disco): ejemplos como «Keep on growing», «Anyday», «Key to the highway» y «Tell the truth» son ilustraciones sonoras al caso. Eso sí, a destacar la versión de «Little wing» (te echamos de menos Jimi), la parte ‘lenta’ de «Layla», aunque ésto es algo personal (de nuevo aparece Scorsese!), la portada y uno de los mejores títulos de canción (un respeto por Mr. Mingus!): «Nobody knows you when you’re down and out»… después de éste disco (ya en su gira) Clapton entraría en un dinámica muuuy chunga (detalles nos los puede proporcionar Escrotolito) de la que casi no sale, de no ser por unos cuantos amigos…
En fin, lo dicho, con ésto me despido hasta la próxima. Ah, y buen provecho
Lo reconozco, es algo personal… dejando éste punto claro, lo demás es historia, y música, y canciones irrepetibles. Segundo, es un disco en directo; y creo que, para hablar de THE BAND, quintaesencia de los grupos de carretera (antes de sacar su primer LP llevaban más de 6 años tocando, robando comida en supermercados y durmiendo en su furgoneta), hay que hacerlo de ésta manera (al igual que los ABB).
O lo que es lo mismo, Frank Zappa, el trovador lunático más trastornado del rock, el heredero inevitable del exceso californiano, inspirador, años después, de iluminados psicodélicos (Syd Barrett, Paul Kantner…)