Hace algunas semanas Mr Taliban, el Dr. J. y un servidor nos fuimos a tomar algo. Hasta aquí todo normal. La sorpresa fue encontrarnos con un viejo amigo de la facultad en la puerta de un pub. Nos contó, entre otras cosas, que acababa de terminar un concierto con el grupo en el que estaba tocando actualmente, El Doghouse. Obviamente llegamos tarde para escucharlos, pero tuvimos una agradable conversación con él y con el resto de los integrantes de la banda.
Copio y pego de su página:
El Doghouse lo forman Tom Lardner y Richard Dudanski a principios del 2004. Residentes en Granada desde hace más de una década, buscan un sonido propio forjado en el Garage-Folk-Punk.
Tom, neoyorquino de nacimiento, lleva once años tocando en los escenarios españoles, principalmente con La Pocilga, un grupo Garage-Bluegrass. Richard, aparte de su estancia con Joe Strummer (líder The Clash) en el seminal grupo de proto-punk londinense de los 70, The 101’ers, toca la batería con varios grupos británicos a lo largo de los 80, como PIL de Johnny Rotten (Sex Pistols), The Raincoats, Basement 5, etc…»
En su página, hay tres canciones para descargar de su disco «In Heat» en formato mp3 y en la sección Woofer hay una divertida aplicación en Flash donde escuchar algunas canciones más del disco.
Su próximo concierto será en el Centro de Interpretación del Sacromonte (Granada) este viernes día 26. Como dice Tom «Si os gustan las cosas rockeras, no os lo perdáis.»
La verdad, podría haber sido otro: los dos primeros son cojonudos (suprimo los títulos por obvios, esenciales) y el previo a éste me tuvo colgado más de un año (rhythm & blues sucio por parte de unos californianos!); pero, ya sabéis, los trabajos paridos en la plenitud (y más allá diría yo), una vez que se ha llegado a lo más alto (y a lo más profundo de las miserias humanas), sólo algunos sacan el (in) genio para regalarnos obras de arte sacadas de lo más hondo, de donde no se sabe si se volverá a poner la mente, salvo cubierto de malvas… y aquí tenemos un ejemplo de todo esto.
Grabado insólitamente por tierras europeas (necesidad de huir, entre otras cosas de la ley, de sí mismo…), entre juergas interminables por las calles de París, disociado de sí mismo, Jim Morrison (o lo que quedaba de aquel sex symbol) colgado del micrófono, barbudo, barrigón, nos acojona con su voz gutural llevándonos por un variopinto conjunto de canciones que hacen de este disco algo inolvidable: desde el inicio («The changeling») apreciamos que ha habido una vuelta de tuerca desde el Morrison Hotel, más bluesy y sucio (otros ejemplos más puristas los tenemos en «Been down so long» y «Crawling King Snake»– by John Lee Hooker), aunque aún hay tiempo para la melodía agradable («Love her madly» emociona; en «Hyacinth house» nos susurra que necesita un amigo: ¿alguien le escuchó?) y la relajación musical en «Cars hiss by my window» donde aparece un solo de guitarra en el que al final descubrimos con pavor que se trata de gemidos del amigo Jim… «The Wasp» es una sintonía muy propia para la radio (Texas Radio and The Big Beat sin ir más lejos). «L’America» es una canción cojonuda y olvidada en las recopilaciones, una joyita.
Pero el disco no sería el mismo (ni los Doors si me apuran) sin dos joyas como «L.A. woman» y «Riders on the storm», las habré escuchado miles de veces y continúan emocionando como el primer día, sobre todo «Los Jinetes en la Tormenta», bello apocalipsis anunciando el final (curiosamente «The end» fue el principio de la leyenda, con la ayuda coppoliana de unos inmensos Sheen y Brando, sin olvidarnos del pequeño-gran Hooper, el mayor hijoputa de la historia del Hollywood moderno), pues Morrison la palmó antes de ver la luz el disco (fracaso multiorgánico por excesos; devastación física con desenlace incierto).
Señores y señoras, The Who (lo’hu coloquialmente). Hasta ahora ausente en ésta sección, pero nunca olvidado, un referente, un pelotaso de grupo.