Una de callos. Un puñetazo en el estómago. Un muro sónico. Y por supuesto, aguas pantanosas…siempre el sonido casi sólido y húmedo que nos trasporta a lugares de lluvias abundantes y ritmos acordes, de cerveza tibia y blues añejo. Estoy hablando del Rock Sureño y estoy hablando de los Creedence (la Criden, como me la nombraron por primera vez, con aquella cinta verde…). Hay grupos de Sureño que lideran éste estilo por méritos propios: mis amados Allman, los gamberros Skynyrd, etc, pero los Creedence tenían un sonido único, cristalino, embriagador; de hecho mucha gente conoce de oídas sus canciones sin tener ni puta idea de quiénes son, y sin poder evitar un ligero movimiento rítmico cefálico, que no fálico (o sí?), así como un tarareo involuntario de las notas (reconozcamos que ésto es difícil de conseguir). Los hermanos Fogerty, Tom y sobre todo John, Doug Clifford y Stu Cook, sabían lo que se hacían.
Y siempre que escucho a los Creedence (muy a menudo) me acuerdo del Notas, el gran amigo Lebowsky, ése personaje encarnado de forma magistralmente entrañable por Jeff Bridges, capaz de lamentar el robo de su coche sólo porque en él iban unos casettes de los Creedence…y sí amigos, todos nos hemos sentido alguna vez como el Notas, la vida te pone a veces en situaciones que se podrían, o deberían, arreglar con tales argumentaciones…
Y en fin, aquí tenemos el gran disco de «la Criden», el Cosmo, un soplo de aire fresco con ésta factoría de música atronadora: escuchen sin ir más lejos el tema que abre el disco, Ramble Tamble, para saber de lo que hablo, y sujétense al asiento, siete minutos que te dejan sin aliento para pasar por un rnr clasicón, Before You Accuse Me, a la segunda descarga, Travellin Band (que por cierto apesta a single de éxito) y revisitar el ritmo rocanrolero con Ooby Dooby. Aires country con el clásico Lookin´Out My Back Door y ambiente tétrico con el inicio de Run Through The Jungle, volviéndome a remitir a la película de los Cohen… Up Around The Bend es un jodido clásico del Rock, sin apelativos, para seguir con otra versión de rnr, My Babe Left Me. Luego nos llega la cálida lluvia incesante con Who´ll Stop The Rain, otro clásico imparable, que parece haber habitado en nuestro subconsciente hasta revisitarlo con las primeras notas. Y el plato fuerte del LP, la versión que hizo famosa Marvin Gaye (antes de sus What´s Goin On y Let´s Get It On apabullantes, otra historia), pero con una considerable vuelta de rosca: 11 de minutaje con un sonido envolvente que no te suelta hasta el final, cuando se va apagando lentamente, y título pomposo, I Heard It Through The Grapevine…hasta llegar a la balada del disco, para terminar, Long As I Can See The Light, impagable.
Ocasión he tenido de verlos, hace un par de años, al lado de mi casa, con grandes ausencias anunciadas, unos viejos que toman bebidas enriquecidas y aspirina, evitan el sol y abusan de la TV; pero en fin, sonaban de puta madre con los (menos seniles) que llevaban, comandados por Cosmo en pantalones cortos, y si cerrabas los ojos, podías ir a aquellos lugares de sol interminable bañados por la lluvia, y la cerveza.
A todos los que se consideren amantes de la música Rock, los Creedence…
Pues sí colegas, aquí un grupo hecho por y para (y posiblemente a causa de) la cerveza, para ésas juergas en bares sucios con olor a destilación enólica y finales algo eméticos, de difícil evocación visual y fácil recuerdo nostálgico. De acuerdo, ya teníamos para eso a los Rolling y a los Doors y a los 091, pero los Faces también tenían lo suyo…
…un gran compendio de temas para disfrutar con una buena cerveza en la mano, o un güisqui, con buenas compañías (o malas si gustan), haciendo gala y honor «de los grandes discos de corta duración» (y de ésto se podría hablar largo y tendido…); en sus entrañas de apenas media hora se encierran canciones inolvidables y evocadoras de tiempos (que uno creía) imperecederos: Silicone Grown abre el disco con solidez al más puro estilo Faces, al igual que My Fault; una joya alumbra la cara A, Cindy Incidentally , con la salvaje Borstal Boys para alertarnos con su sirena… La cara B es deliciosa, empezando con un instrumental, pasamos por baladas increíbles (If I’m On The Late Side o Glad & Sorry) y otro tema inolvidable, Just Another Honky, para terminar de forma acústica con el tema que da título al disco, preziozo
Algo así debió de ocurrir cuando los artífices de la presente se reunieron para rendir homenaje a Andrew Wood (Mother Love Bone); con el liderazgo virtual de Chris Cornell, Jeff Ament, Matt Cameron y Stone Gossard, aparte de la aparición escondida de un tal E. Vedder (?!), éstos tipos tocaron diez canciones irreemplazables, envueltas en ése halo temporal de los sucesos perecederos: tenía que ser grabado para la posteridad, y ahí les estamos todos agradecidos. Porque canciones como Say Hello 2 Heaven, Call Me a Dog o Four Walled World son de las que te acompañan para siempre; la excesiva Reach Down emociona en sus once minutos (y es el 2º corte del disco!); Hunger Strike te pone los pelos como escarpias, Pushing Forward Back es un clásico; del resto no sobra nada, todo es el conjunto de un gran disco.
Tiene cojones que la ‘poco’ recomendable revista Rolinestone me sirva de estímulo para volver a meter las pezuñas por aquí y hablar sobre música; y ya puestos, hablemos de las bandas sonoras de nuestras vidas, de aquellos LP’s que, de una u otra manera, nos han ido acompañando por los derroteros del destino, ésas obras que salvaríamos de la quema, que las seguiremos escuchando de por vida…