Tender is the Night (1934) | F. Scott Fitzgerald

tenderAntes de que las primeras y ansiadas lluvias del otoño se lleven consigo esta cálida alegrí­a que nos da el verano, vamos a zambullirnos en mundo de Mr. Francis Scott Fitzgerald.

Probablemente todos le recuerden por «El Gran Gastby», pero es con «Suave es la Noche» donde nos ofrece su escritura más personal. En esta obra se enfrenta a sus propios demonios a través de Dick Diver, un americano catapultado a la vida de vino y rosas gracias a su matrimonio con una rica heredera. Nicole.

Maestro indiscutible del dolce far niente, de las fiestas con auténtico champagne francés al borde de una piscina iluminada, de las conversaciones superficiales. Fitzgerald, el escritor del hedonismo y de los locos años veinte. «Suave es la Noche» es mucho más que el retrato vital del protagonista. Es ante todo, una obra compleja que fluctua entre el retrato sociológico, el libro de viajes y una desgarradora historia de amor. Estamos ante la ní­tida radiografí­a de una generación de norteamericanos y europeos adinerados que deambulan por la Europa de entreguerras en una constante huida de si mismos. Eso si, lo hacen sin reparar en gastos. Un mundo decadente. El lujo y la diversión dejan paso a una realidad asfixiante. Vací­a. Viciada. De alguna manera «Suave es la Noche» me resulta la más directa inspiración para la pelí­cula de Sofia Coppola «Lost in Translation».

Como libro de viajes, hace un exhaustivo recorrido tanto por ambientes urbanos como rurales. Todos ellos, más que destinos turí­sticos son refugios para la rancia aristocracia, los burgueses adinerados, los ricos norteamericanos. Parásitos que conviven en perfecta simbiosis. En este ambiente se mezclan condesas, actrices del Hollywood, artistas de todo tipo, arribistas, desequilibrados; un poco de todo. Parí­s, Roma, Lausanne, Innsbruck, Niza, Cannes, Montecarlo, Baden-Baden, Salzburgo, Viena…

Para viajeros incansables recomiendo el INTER RAIL como forma económica para realizar un tour de force, una aventura controlada por estos maravillosos destinos. En especial, merece la pena visitar Austria, que ofrece un servicio de trenes impecable, alberges baratos con edredones de plumas y literas de madera maciza. Además, el paisaje es realmente impresionante.

En cuanto a la historia de amor….

Think how you love me.» She whispered. «I don´t ask you to love me always like this, but I ask you to remenber. Somewhere inside me there’ll always be the person I am tonight».

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    [F. Scott Fitzgerald | Wikipedia]
    [Francis Scott Fitzgerald | epdlp.com]
    [Inter Rail]
    [Austrian National Tourist Office]
     

El Libro de las Horas. Oraciones

rilke Existe una vieja cuadra que ahora es un lugar de oración dentro de la sierra de Aracena. Existe un lugar tranquilo donde poder reposar el alma recostado en las alas de la aurora. Rodeado de naturaleza, las mañanas siguen el ritmo de las estaciones, el trabajo se hace sin prisa, se reza el ángelus, se habla de todo con cariño, la comida se llena de sonrisas, no hay televisión ni antenas, la siesta, el café con galletas introduce las tertulias al atardecer y la oración que finaliza el dí­a abre el apetito de la cena y atrae el dulce sueño. En este lugar uno se despide del agobio y olvida sus presagios de discordia. En esta tierra se respira la esperanza. En esta tierra cada pequeño acto es una oración. Una oración a la vida y la belleza. Es como una fuente donde beber para recobrar fuerzas y seguir el camino. Una fuente donde apoyarte y dejar tus pesares.

A veces alejarte es querer que te echen de menos, o una forma de ver el cuadro desde lejos, una huida hacia la luz. Atribulado por las grietas del espí­ritu, después de dejar tiempo y espacio, me vi contemplando una noche de luna llena, exhalando un humo tranquilo y pensando en las raí­ces aéreas que hoy en dí­a tiene mi vida algo revuelta. Y pensé en la redención, en el privilegio de poder amar, incluso de ser amado… aunque amar tiene sus sombras y sus luces, sus caprichos y anhelos… a veces hay demasiados caprichos y anhelos. Pero es por amor que uno puede llegar a albergar el sentimiento de la vida eterna en un instante, un batir de alas en el corazón. Es entonces cuando el amor se convierte en oración. Cuando se abraza la belleza se enaltecen los sentidos. A veces me gustarí­a mostrar mis sentimientos puestos a prueba en libros de horas abiertas. Y por eso traigo en estos dí­as este libro… hoy en la tele he visto con tristeza a Ramón y el juego de los catéticos (patéticos y catetos) pueblos dándose más hostias que en Humor Amarillo… y me ha dado tanta pena de nuestra cultura depravada y estúpida, que ojalá alguien apague la tele y lea algo… aunque sea esta maravilla.

Hoy os recuerdo un libro de oraciones escritas en alemán por un checoslovaco y dedicadas a una mujer en la Rusia de principio del siglo veinte, una mujer que amó a Nietzsche y fue alumna de Freud. Un libro de dedicación monástica en estado de pobreza para poder crecer en espí­ritu y en verdad. Tomando al amor como lí­mite supremo, este libro es un camino de alabanzas a un Dios que es arte y belleza. Este libro lo escribió un hombre que sufrió el desengaño y la soledad… apenas satisfecho por buscar formas para plasmar la angustia, vivió con Rodin y se quedó enamorado de la ciudad del Sena, viajó por Europa hasta que su salud resentida le hizo claudicar. Mientras su sangre se podrí­a sus manos terminaron su obra de sonetos y elegí­as. De crí­o lo vestí­a su madre de niña, de mayor aborreció la cultura miliar, y al final su testamento fue un grito de amor en contra de la guerra… una rosa vista por todos y cuidada por nadie.

Todos los que te buscan te someten a prueba.
Y los que sí­ te encuentran te sujetan
en imagen y gesto.
Pero yo quiero comprenderte
como te comprende la tierra;
con mi maduración
madura tu reino.
De ti no quiero vanidades
que te demuestren.
Yo sé que el tiempo
se llama de otro modo que tú.
No hagas ningún milagro por mi amor.»

«El libro de las Horas» (1905) de Rainer Maria Rilke

Siempre vuestro, el anacrónico Dr. J.

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    [Rainer Maria Rilke | Wikipedia]
    [Rainer Maria Rilke | Letras.s5.com]
    [The Poetry of Rainer Maria Rilke by Cliff Crego]
    [Rilke-Gesellschaft]
     

Hacia la Plenitud (II)

Michaux3El infinito es una región donde la verdad se inclina para alzar el vuelo. Conmovido por la peregrinación del tiempo en los espacios, me centro en descubrir la belleza sólida preñada de fluidos sutiles. Hay una terraza con vistas al desierto que aproxima la carne asada a un cielo fragmentado por colores. Un cielo apedreado por aviones, donde un hombre de tiza baila con otro de arena, acompañados por una mujer que nos eleva con el movimiento de sus pies descalzos sobre el suelo de llamas. Amamos la oscuridad más que las llamas. Amamos los lí­quidos más que los sórdidos y pesados manjares de grasa. Bailan las partí­culas con requiebros de aire, la música crece desde teclas de viento en la terraza con vistas a tus ojos. Y así­ se rompe la noche en tres cascabeles sin gato, en tres versiones de la plenitud que duermen boca arriba bajo el cielo del desierto… plenitud de estrellas y silencio. Poseemos la noche desnudos como una mujer adúltera que se acerca a la jofaina de agua después de cumplir su voluntad divorciada.

Michaux4Hay una terraza que busca descubrir la música ritual de los animales de dos piernas, de arena y de tiza. Una terraza que es la memoria de los dí­as felices. Una terraza que cultiva semillas de árboles encantados, una terraza con vistas a la tierra donde Gargoris descubrió el sabor dulce de la miel. Una terraza que busca un cuerpo ondulado y perfecto, donde besar con todos los detalles del paraí­so, donde no habrá más luz que esta luz amarilla donde te he hallado. Esta es la plenitud, la búsqueda de lo invisible en libros de mil horas, en sonidos sin forma de universos desilusionados donde poder percibir lo perpetuo.

Siguiendo el rastro de los poemas de nuestro gran osteoporótico visionario, una vez conocido los abismos de la mescalina, soportando las penas de la soledad y la pérdida, después de pintar más y escribir menos, Michaux me sigue conmoviendo con su huida hacia la plenitud.

Redención
el mundo entra en vibración
con el sentimiento de lo indecible.

Lo sólido, lo duro, lo construido
está turbado por lo liviano, lo impalpable.

Lo imperecedero desplaza, desmiente lo mortal.
Lo sublime esponja, devasta lo común,
lo sublime fuera del santuario.

Oscilando en lo inmenso
el eco
donde reside el ser
más allá del ser.

Calma
Búsqueda
Una comparación excava para mí­.

Avanzo
para la continuación
para la perpetuación.
Las puertas acechan
fuertes cortinas de presión.»

Fragmento de «Hacia la Plenitud», de H. Michaux

Siempre vuestro, Dr. J.

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    [Hacia la Plenitud | bruto]
     

Tombuctú (1999)
Smoke & Blue in the Face (1995)
Paul Auster

tombuctu Dicen que un conocido productor de cine norteamericano comienza sus audiciones con la siguiente frase:

«No me cuente lo que ha hecho, cuénteme lo que está haciendo»

En el caso de Paul Auster (New Jersey 1947), el Woody Allen de la literatura, hablar de lo que está haciendo es ya casi pasado. Bien sean novelas, guiones de cine o recopilaciones de textos ajenos, Mr Auster siempre está metido en algo.

Llegada la época estival, tumbados en una playa, en casa o al fresco en cualquier bosquecillo o piscina municipal, sus narraciones son sencillamente perfectas.

Auster encarna el prototipo de intelectual norteamericano a lo Norman Mailer, que saben como demostrar un completo desapego por toda conducta pomposa o autocomplaciente. Son narradores de mundos cotidianos y se alejan de la imagen del intelectual tipo europeo. Mastodontes endiosados por la crí­tica (algunos); divos a los que asusta acercarse y que hacen de la pedanterí­a un modo de vida (otros). Los relatos de Auster son cercanos y hablan de gente corriente a la que le suceden cosas extraordinarias.

En una entrevista concedida a Annet Insdorf, catedrática del departamento de Cine de la Escuela de Artes de la Universidad de Columbia, con motivo de la publicación de los guiones de las pelí­culas «Smoke» y «Blue in the Face», Auster se expresaba así­:

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Hacia la Plenitud

Henri MichauxMe siento en esta noche, noche insomne de entretiempos. Noche canina de casas recortadas a lo lejos. Me siento un rato a descansar. Tengo el estómago pesado y un ardor que no calman los antiácidos. Deseo tomar una ginebra con tónica, para asentar los jugos de mi cuerpo secretor. Pero aún queda trabajo. Mi trabajo de observador de dolores ajenos. Aprovecho esta pausa en la guardia, miro por la ventana la noche de agosto. Qué no se ha dicho de la noche que no recuerde. Miro y pienso en el humo, en la danza esférica de los opiáceos, en el camión de la basura, en los recuerdos de cada habitación de estas paredes de papel. La puerta del despacho se acaba de abrir con una ráfaga de aire tibio. Tibio, como cada paso en esta noche de sollozos y gritos. Y gritar no se puede cuando el alma se apaga y no hay nadie que te escuche. Últimamente pienso demasiado en mis dí­as venideros, pero no les doy forma, son como una ciudad sin cemento ni planos, ni obreros ni presupuestos, donde quiero apaciguar a las fieras de los territorios del norte. El busca suena, en esta provincia de elefantes con trompas de plástico. Trompas artificiales que aportan oxí­geno a seres anaerobios. Me invade un sentimiento de evasión, pero debo permanecer impasible y despierto para disolver angustias. De buena gana me tomarí­a otra ginebra. De buena gana os dejarí­a mi saber, mi calma, mi desasosiego, de buena gana os cederí­a mi puesto, mi vida incompleta, mis máscaras y mi cuervo, para poder salir a tomar un rato el aire.

h michauxLa noche avanza inmutable por su atávico camino hacia el exterminio de las conciencias. Mensajes de otros continentes me dicen que el mundo puede cambiar con un poco de luz, con un poco de cada uno. Mis elefantes me dicen que nada cambiará nunca. Que el dolor es el dolor y el placer la sombra de una ilusión que un mago despistado nos dejó en el alma. Y así­ veo otro enfermo, y otro, y otro, que engordan la lista de ciudadanos de esta provincia mundana sin tesoros que esconder. Y miro otra vez la noche, y saco un libro de mi cartera. Son unos poemas de Henri Michaux, escogidos para la ocasión. Y Michaux se hace fuerte en las sombras, y descubre la simultaneidad palpitante de todos los momentos de esta vida, de todos los lugares. Y Michaux se levanta y me dice que después de repugnar los cambios y la comida, después de temer escribir, de sus preferencias, aprende la virtud de los viajes, el conocer las cosas tal y como son… tal como son. Y así­, a través de las pruebas del espí­ritu, poder llegar a la plenitud. Ésa será la meta, alcanzar la plenitud…

HACIA LA PLENITUD.
Recibimos.
Recibimos,
Tenemos el sortilegio de recibir
De en secreto sin fin
Lo impalpable de recibir.

DíA DEL NACIMINETO DE LA ILIMITACIÓN.
Otro mundo me acepta
Me anexiona
Me absorbe
Me absuelve
Armisticio de las pasiones.
Bancos de claridad
Soterradamente
Sobrenadamente.
La emanación de existir
El engrandecimiento de existir
El promontorio, la impetuosidad de existir.
He llegado a la plenitud
El instante es más que el ser
El ser es más que los seres
Y todos los seres son infinitos.»

Fragmento de «Hacia la plenitud», de H. Michaux. Trad. Julia Escobar

Siempre vuestro Dr. J.

Enlaces relacionados»

    [Hacia la Plenitud (II)]
    [Henri Michaux | El Poder de la Palabra]
    [Miserables milagros | A Cien Años del Nacimiento de Michaux]
    [Henri Michaux: Explorando los Márgenes de la Conciencia | Katarsis]

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