Vuelve a meter bajo tu piel el verano en el que descubriste que estabas vivo y que eras una persona. Descubre los días que huelen como si una huerta enorme hubiera crecido mas allá de las colinas, cubriendo el mundo con su cálida frescura. Escucha la caída del polen de las flores silvestres y el aire donde se fríen las abejas.
Está amaneciendo. Aspira y sopla, ahora! Apaga las luces de las calles como velas en una torta negra, sí, las estrellas se desvanecen. Despierta la calle donde viven los viejos y ponte los zapatos pieslivianos, corre, corre, dispárate hacia los túneles de las aceras, ¿antílopes? ¿Gacelas? No! Zapatos pieslivianos.
Oí que Leo Auffmann está inventando la máquina de la felicidad! ¿Querrás entrar a verla?
El abuelo dice que un hombre llevando un saco de abono por el campo es como Atlas con el mundo al hombro. Hay que saber que los viejos fueron un día niños, por mucho que cueste imaginarlo un segundo siquiera.
Sabed, vosotros también, que muchos días fuisteis niños, pero llegó uno en el que vuestro nombre frente al espejo se abrió triturando los cerrojos, que vuestros labios lo pronunciaron aplastando ignorancias, oscuridades y dogmas de mesa camilla. Entonces tuvisteis la certeza de que nada sería igual a partir de entonces.
Con motivo de la pasada Feria del libro de Buenos Aires, en la que participó Ray Bradbury a través de la primera videoconferencia que ofrece la Feria tuvimos la oportunidad de conocer la próxima publicación de «Adiós Estío» en el mes de Octubre, segunda parte del «El vino del Estío» (1946), y otras dos novelas algo más adelante.
Sin duda, se trata de una gran noticia, en especial porque «El vino del Estío» es quizás la única novela de Bradbury (junto con «La Muerte es un asunto solitario») que se aparta de la temática habitual del conocido autor de ciencia ficción.
«El vino del estío» narra el verano de un niño de doce años, Douglas Spaulding, en Green Town, un pueblo de Illinois (acaso el alter soli del Waukegan natal de Bradbury) en 1928. Bajo una descripción colorista, detallada y sensible de una pequeña comunidad norteamericana de finales de los años veinte, subyace en la obra la capacidad del autor de catalizar la infancia y las primeras colisiones con las entelequias y reglas de la vida de los adultos, haciéndolo de una forma universal, de modo que un lector de Tailandia y uno de España, pese a ser tan divergentes las costumbres y tan extraviados los usos, podrán encontrar, o más bien evocar con nitidez meridiana, a través de esas pequeñas burbujas de sensaciones literarias que Bradbury va destilando, sus propios recuerdos de la infancia, sintiéndose convocados todos por el autor a esos lugares comunes de la humanidad. En esto radica realmente la grandeza de la novela.
Y ese día, asintió Douglas, olía como si una huerta enorme y anónima hubiera crecido más allá de las colinas, cubriendo el mundo con su cálida frescura. El aire olía a lluvia, pero no había nubes. De pronto un hombre cualquiera podía reír en los bosques, pero reinaba el silencio.»
«Estoy realmente vivo, nunca lo supe y si lo supe no lo recuerdo»
Pues bien, entra en la Casa de Hielo del Verano, el vino de flores de dientes de león está esperando que lo bebas. Empieza tú también el verano de 1928.
Enlaces relacionados »
- [Ray Bradbury | Página oficial]
[Ray Bradbury | Wikipedia en español]
[Dandelion Wine | Wikipedia en inglés]
[Bradbury deslumbra… | javiermarias.es]
[Descarga «El Vino Del Estío» | Libros Gratis]