O lo que es lo mismo, Neil Percievel Young (12.11.45, Toronto, Ontario, Canadá), ‘Tito Neil’ para aquellos que conocen (y digo conocen) su obra. Uno de los grandes artistas del siglo pasado, sin apelativos, creador de estilos atemporales, portavoz ‘apartado’, y menos mal, del hippismo persistente californiano (entró, aportó lo suyo y se largó con viento fresco), cargado de mil sonidos que le salían de las entrañas, marcado por tragedias, de personalidad frágil, tocando notas que denotaban catarsis emocional, haciéndonos partícipes de sus mundos y de su música…
Comenzando en su Canadá natal de forma errática, como tantos otros, ya sea en solitario (en plan folk singer) o con grupillos de poca monta (The Squires, Minah Birds), termina por darse el salto a los USA (L.A., of course), se encuentra a un antiguo conocido (Stephen Stills) y fundan BUFFALO SPRINGFIELD en 1966, a los que aporta grandes temas, como «Mr. Soul», «Broken arrow» o «I’m a child», además de malos rollos entre los miembros del grupo (exceso de ego?), terminando por irse en solitario grabando su primer LP (NEIL YOUNG, 1969); trabajo tranquilo donde tienen cabida hermosas piezas country (el primer tema, musical, es delicioso: «The emperor of Wyoming»), algún trabajo orquestal («String quartet from whisky boot hill»),
así como ramalazos del rock que vendría después («The loner»), junto con grandes baladas («The old laughing lady» pone los pelos como escarpias) y un largo tema acústico para terminar («Last trip to Tulsa»). Por ésa época se topa con un grupo llamado The Rockets, formado por tres tipos (Danny Whitten a la guitarra, Billy Talbot al bajo y Ralph Molina a la batería) con los que comienza a tocar y salta la chispa, el momento, el entendimiento, y el grupo cuaja solo, denominándolos CRAZY HORSE, iniciándose con la grabación del 2º LP de Neil Young (grabado en dos semanas, 4 meses después de haber sacado el 1º) una carrera que llega hasta nuestros días. El disco era «EVERYBODY KNOWS THIS IS NOWHERE», 1969, y aquí las cosas cambiaron, nada más hay que pinchar el primer tema («Cinnamon girl») para darse cuenta de que ya nada volvería a ser lo mismo, ahí había rock con quilates, ahí había un grupo; los dos temas largos de 10 minutos
(«Down by the river»-duelo de guitarras Young/Whitten antológico- y «Cowgirl in the sand») así lo confirman siendo el resto el acompañamiento perfecto, incluido un réquiem por los Rockets («Running dry») dejando claro que había Caballo loco para largo. Luego llegaría 1970 con dos grandes momentos: su colaboración con Crosby, Stills & Nash en el LP «DÉJÀ VU» (y para la posteridad su tema «Helpless») y en agosto el lanzamiento de su tercer LP oficial, «AFTER THE GOLD RUSH», donde tocaban los Crazy Horse junto con Greg Reeves, Steve Stills y Nils Lofgren (y una aportación de Jack Nitzsche); hay de todo: baladas sociales («Tell me why», «Alter the gold rush»), baladas únicas («Oh, lonesome me», «Don´t let it bring you down», una de las mejores canciones de Young), rock tremendo («Southern man») y el éxito «Only love can break your heart». Una continuación de ésta colaboración con CSN vendría el año siguiente con el doble LP en directo «4 WAY STREET», con interpretaciones geniales de sus grandes temas, en acústico la primera parte y eléctrica la segunda, bestial y aconsejable.
1972, año clave por varios motivos en la carrera de Neil Young; el alegre es la salida de su LP «HARVEST», una auténtica delicia que no se puede dejar de escuchar y tararear; en ésta ocasión el acompañamiento a cargo de los Stray Gators (en dos temas la Orquesta Sinfónica de Londres -habéis leído bien- y el final con CSN); «Heart of gold» y «Old man» fueron éxitos de ventas, pero canciones como «Out on the weekend», «Harvest», «Alabama» y «Words» siempre irán en mi corazón, junto con «The needle and the damage done», dos minutos acústicos inolvidables, por su sencillez, su mensaje duro y su mal fario, teniendo en cuenta que a los pocos meses (18.11.72) la palma de sobredosis Danny Whitten, terminando con una época y dando paso a otra dimensión en la música de Neil Young y los Crazy, con rienda suelta a la desesperación creativa de sus siguientes trabajos, pero eso se merece otro rato que espero no se haga de rogar…
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O lo que es lo mismo, las Panteras Rosas (también el Ruido), la Jarapa y birra, por litros, momentos estelares de una adolescencia en su punto álgido encontrándose con su música; efectivamente, cada adolescente ha tenido su música (algunos Pearl Jam, Red Hot Chilinosequé y unos tales Nirvana, otros Massive Attack o Chemical Brothers y otros que no tienen ni putaideadeloquequieren), nosotros teníamos a los Cero, al Loco, a los Doors y al Boss, iniciando pinitos con Young o Dylan o los Crimson (de éstos éramos más bien pocos), y los compartíamos en la calle, con nuestros éxitos y fracasos.
Pocos grupos lo tuvieron tan jodidamente claro: ROCK. Quizá por eso al final les pasó como a otras grandes bandas, paso al sonido comercial, batacazo (y no precisamente en las listas) y se acabó, al menos para sus seguidores más puros, los rockeros de siempre.
Disco de debut muy bueno (ON TIME, 1969) con varios temas para la historia, «T.N.U.C.», «Into the sun» o «Heartbreaker», y un comienzo premonitorio, «Are you ready»… Su 2º LP es el que os traigo aquí, quizá por su fuerza desaforada, la ausencia casi total de medios tiempos para relajarse (éstos tipos no sabían o no querían hacer baladas!!), salvo quizá «Winter & my soul». Y es que era el 2º disco grabado en 5 meses (el 1º en junio y éste en octubre del 69!) y eso se nota: música que brota, sangra, a borbotones. Para qué comentar los temas, todos bestiales y redondos, de buen minutaje para sus partes instrumentales de rigor: «Got this thing on the move» (cómo empezaban éstos chicos los discos), «Please don’t worry», «High falootin’ woman», «Mr. Limusine driver», «In need» (tremendas sus versiones en directo), «Paranoid» (Black Sabbath, poco después), un clásico desaforado, terminando con «Inside looking out», casi 10 minutos de ejercicios musicales, como para quedarse a gusto. Luego más discos bastante buenos, a destacar «WE’RE AN AMERICAN BAND» (1973), con Todd Rundgren a la producción, cosa que más tarde intentaría Zappa, con menos resultado («GOOD SINGIN’, GOOD PLAYING», 1976)
Tras subsanar los daños cerebrales producidos por los decibelios de éstos chicos del sur, es hora de recapacitar/comentar/honrar al grupo en cuestión. A los hechos me remito: sala Aqualung, Madrid, 20:30h, 31/03/05, el ambiente parece anunciar algo grande, el lugar apropiado, sobre el escenario apenas (?) se vislumbra una oronda figura, cabizbaja, colocando sus instrumentos (evidentemente: guitarras), no es otro que Warren Haynes (actualmente alterna su grupo con los Allman!!), luego aparecería el gran Matt Abts tras su peaso batería, y los acompañantes Andy Hess al bajo (según notas de Chamán primer bajista de los Crowes) y el teclista Danny Louis (para mí que casi sobra, salvo cuando toca el Hammond). Comenzaron con un correcto «Bad Little Doggie» para continuar con nuevo material (algo flojo, pero a mi juicio mejor que el The Deep End Vol.2) y hacer una pausa tras una hora (media hora para mear, ya sabéis) y reaparecer con los cojones bien gordos: soltaron un «Blind man in the dark» apoteósico y continuaron con sus grandes temas (incluidos «Trane» y «Mule») aderezados por algunas versiones inesperadas (si McCartney hubiera estado allí convulsiona), terminando con auténticos temas bluseros… unas 3 horas de jodido ROCK.
Existen ciertos temas que tienen la capacidad, la cualidad característica, de entrar directamente por las entrañas, producir cierto colapso adrenérgico-isquémico, para luego diseminarse vía sanguínea hasta el cerebro, y disfrutarlo entonces, tras la conmoción, creando ésa sensación de vacío que termina solamente al volver a escucharlo, entrando directamente en los sistemas límbicos de la memoria emotiva… todos conocemos algunos de éstos temas, pero discos completos de tales características hay pocos, y uno de ellos es MONGREL.