Papeles rotos y gangrena

Anatomia del cuerpo humano de Juan Valverde de AmuscoEl filo del papel corta, pero al mancharse de sangre se ablanda y no consigue terminar su tarea de cuchillada reciclable. Es mejor una segueta para cortar cartón y un hacha para astillar los huesos de un cerdo muerto en las sierras de Aracena. Cortar por lo sano es difí­cil cuando el mal se ha extendido. La gangrena en la pierna del que ha caí­do mutilará cada miembro. A veces es demasiado tarde. Cuando rompes un papel en dos y luego en cuatro y luego, con los trocitos irregulares que quedan, te haces el forzudo y los vuelves a dividir. Si era una carta no merece la pena reconstruirla, ni siquiera si era del banco, es mejor tirarla. Tirar los papales rotos… incluso reciclarlos. En el bosque de noche, es más fácil realizar trucos de magia. Trampas de papel en la espesura, papeles blancos con hilos dorados… ya no me creo nada, aunque uses las palabras apropiadas. Las letras en un papel son para romperlas o mojarlas. Ya no hace falta cobijo. El papel adelgaza. Un avión en invierno volará hasta arrastrarse por el suelo y no volverá a elevarse si se mancha de barro, se quedará tirado como si estuviera descansando, falto de cariño y sin poder rezar. Papeles rotos de un divorcio, de un negocio, de una factura dental, de una lista de la compra, de un coche que no termina de arrancar. Papel con polvo de ángel enrollado en un manantial. Papeles rotos de babel en el collage, cuarteados como el dolor de los demás. Papeles rotos después de regalar un mundo de colores y pegatinas. Papeles en un cuarto menguante que esperan la llegada de la luz. Papeles rotos dando vueltas en la calle, envoltorios de bagatelas. Pliegos amontonados en bibliotecas, salas de archivos inmensas de hospitales que nadie leerá. Papeles rotos que a veces se aparecen en la memoria.

A veces no se necesitan papeles rotos para olvidar. Hace años, en un pueblo de México, un hombre de unos treinta, alcohólico y diabético, volví­a a su casa. En la cantina bebió tequila, cerveza y mezcal amarillo. Volví­a tambaleándose en la noche y le dio un apretón. Se sentó en el retrete del patio a descargar el contenido de sus intestinos irritados. Durante el desahogo notó un pinchazo en esa región oscura que se llama periné. Quedaba algo de papel roto de periódico para limpiarse. Se fue a la cama a dormir la borrachera. Al levantase tení­a fiebre y un dolor increí­ble en los huevos. Al verse, apreció una mancha negra que se extendí­a. Se fue al hospital. Un joven estudiante de medicina lo atendió en urgencias. La exploración revelaba una mancha inmensa negra que consumí­a la región genital y la deformaba. Desprendí­a un olor a muerte urgente. Entró en quirófano y falleció en unas horas. Era una gangrena de Fournier provocada por la picadura de una viuda negra. Los gastos de la atención y el óbito endeudaron a la familia. Esa historia es ahora un papel más sepultado en un archivo. Papeles rotos que hoy se agolpan en mi cabeza. Ahora creo que voy a salir a dar una vuelta. Estoy harto de esperar papeles rotos en la puerta de mi casa. A veces creo que el papel deberí­a hacerlo todo más sencillo… pero no es tan fácil, porque algunos trozos de papel siempre se quedan pegados a la sangre y a la gangrena.

Siempre vuestro, Dr J.

Imagen original

8 Comments

  1. jeje, el episodio de la Viuda Negra… esto te lo escuché yo en cierto papeo en Lanjarón. Muy chungo, nunca lo pude olvidar 😉

    La imagen podrí­a ser San Bartolomé, según Damian Hirst

  2. Aquel salón tení­a buenas vistas y la carne era jugosa. La cerveza nos animó la conversación… yo tambén lo recuerdo… en aquellos tiempos estaba aún cerca el estudio de la anatomí­a… Viva El Buñuelo!

  3. Ha empezado regular, per ha mejorado la narración Dr. J, lo qu eeno cuenta es lo que después hizo el estudiante de medicina para consolar suu frustración.

  4. Esta noche discurren tranquilos mis pensamientos, gracias por ayudarme a diluir mis miedos con su ánimo y su respeto, me tranquiliza.
    Leo atentamente sus palabras, y decido volver a salir de la penumbra, dejo mis «obligaciones ineludibles», desconecto el móvil e intento fusionarme con el papel que se esconde en el cajón de mi escritorio, esperando ser rescatado del olvido. Se acerca a mí­ y me susurra…apenas puedo entender , deduzco su reproche por sus bordes amarillentos. Mi barbecho ha llegado demasiado lejos, el pasado me azota, el presente sonrí­e algo más, ciertos duendes se cruzan en mi camino y me hacen despertar, los hay conocidos, extraños…pero siempre almas gemelas.
    Empiezo a derramar tinta sobre el papel sorteando al azar palabras, sentimientos…mi pluma empieza a escribir sola guiada por mi pensamiento. Si todo pensamiento impreso en papel, si todo el respeto que infundimos en otras personas se graba en papel, si el papel nos seduce, nos libera , recoge nuestra vida: recuerdos, presente, futuro, … si dejamos que se moje, si dejamos que se tire, todo esto que expresamos no habrá servido para nada.
    El papel lo has de tratar con el debido mimo, ahora lo escucho, ¿lo escuchas?…. -«puedo guardar tanta vida como tu corazón».
    Debemos donar lo más profundo de cada uno al vací­o para construir la historia, saber mira un papel en blanco a trasluz y entender lo que nos pide.
    Ni siquiera un papel en blanco yace en barbecho, sólo los sin rumbo a veces caemos en el más profundo barbecho (también necesario). Una chica sin rumbo, un náufrago surgido de la nada, unos pasillos ya frecuentados por ambos, aunque por distintas experiencias, una despedida sin palabras, eso sí­ corta y más que el filo del papel. Gracias por escribir

  5. Cuando empecé a escribir en Bruto, no sabí­a muy bien lo que hací­a. Hoy le agradezco a J la oportunidad que me dió para deshagomarme. Para escribir sobre libros, viajes, sueños… sobre mi forma de ver las cosas. La sorpresa fue ver que los escritos, una vez colgados, tomaban vida propia y se moví­an y crecí­an y se iban con otras personas. Este hecho de emancipación ha supuesto amistades, emociones, saludos y disputas. Me han dado mucho más de lo que yo entregué al crearlos. Y en su caso, querida anónima, la magia ha tomado forma y se ha convertido en un bálsamo de palabras y silencios. Y me alegro de que estas palabras le hayan dado la oportunidad de reconciarlarse con la «sensibilidad» y la escritura. Le agradezco sus comentarios y le deseo lo mejor… sigo sin ver su rostro… y su despedida… no sé, pero seguro que los surcos de ese papel sembrado con sus palabras es un hemroso manifiesto a la vida… espero poder algún dí­a verlo… saludos.

  6. Con respecto a su cuestión, Dr Babinsky, debo decir que aquel estudiante experimentó en sus carnes la resca de una borrachera de tequila reposado… sólo recuerdo viajar de madrugada hacia guanajuato, en un bocho color azul claro, escuchando el himno mexicano, con heridas en los pies por uns zapatos nuevos y varias botellas vací­as de tequila chocando entre sí­ cuando la curva era más cerrada de lo esperado… y sobrevivió.

  7. Admiración por mi parte. Saludos pet-tac. «Espero que esto sea el comienzo de una bonita amistad» estoy desgranando Casablanca paso a paso, en inglés, aprovecho tan recurrente frase para hacerla mí­a. Espero que ya sepas quien soy, tampoco considero justo jugar con ventaja. No sabrí­a darte más pistas. Chiao

  8. El papel o su naturaleza no es el que crea la frustacion sino la complejidad de saber qué palabras utilizar y en qué momento hacer uso de ellas. Por eso quizás sea el lugar más seguro para guardar aquello que atormenta nuestro corazón pero que una vez pasada la tempestad es necesario exponer al sol para evitar que se marchite.

    Espero que os haya gustado.

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