Más canon digital para todos

«El canon digital (es decir, la cantidad que se incluirá en el precio de cada uno de los soportes y reproductores en concepto de remuneración compensatoria por la copia privada a los autores a través de la SGAE&Co.) gravará los lápices de memoria, los aparatos portátiles MP3 (incluyendo los iPod de Apple) y MP4 y también se gravarán por primera vez los móviles que permiten la reproducción de archivos musicales MP3 (si finalmente se aprueba). Por el contrario, bajará el canon que actualmente pagan los CD y DVD ví­rgenes.» Extractos del artí­culo publicado en ELPAIS.com]

La Princesa Carmesí­ (5/10/2007)

La princesa carmesí­ SEM

Sé que la vida se nos puede arrebatar en un instante, como un lloro que no llega a tiempo. Sé que la vida es frágil. Lo sé yo y lo saben los padres que estrenan el amor de un hijo. La vida recién estrenada es frágil, pero es todo lo que tenemos, y es todo lo que es. Hubo un dí­a en que el rey carmesí­, justo hombre de mirada azul y paso seguro, sintió temblores de tierra que doblaron sus rodillas. A esa altura pudo observar la corona de su hija exponiéndose a las primeras horas de una mañana de otoño, con la absoluta convicción de nacer. La reina carmesí­ parí­a una hermosa criatura de ojillos rasgados. El morado dejó paso al color rosado de unas mejillas sanas recién lavadas. Pulmones y corazón cambiaron de rumbo al instante y la sangre habitó todos los lugares de un cuerpo trémulo, hermoso y vital. Sus latidos comenzaron a marcar la música de una nueva época. En nueve meses habí­a buceado por el amnios oceánico, con los puños preparados para la batalla. En la primera edad donde no se posee nada, sólo el deseo de vivir. Dependiente del medio que la rodeaba, desnuda y cara a cara de la vida que era su madre. Desposeí­da de pasado, con la mente limpia que comprende de forma sencilla el universo entero. Así­ se preparó para nacer en el seno de un reino que la esperaba con anhelo y que ella supo agradecer trayendo la segunda primavera de este año de lluvias.

La mirada de los reyes la vistió de armiño, el cielo le brindó unas noches de raso y el pueblo la agasajó con parabienes y un mandala. Un iPod reproducí­a música ininterrumpidamente como señal de festejo en las almenas de todo el reino. La niña fue recibida con el amor antiguo que se hereda generación tras generación, que se regala multiplicado por lo que se ha recogido, que da sentido a una y mil vidas humanas y que permite al hombre ser hombre, traspasar su piel para habitar otros ojos, que se desentiende de su yo para cuidar el devenir de las estaciones en la mirada de una niña que bosteza entre los pechos de su madre. El amor es siempre más grande que el deseo, acorrala el egoí­smo y convierte al hombre en rey, la mujer en reina. La rosa se proclama victoriosa. La luz es guí­a. Se abren los ojos para ver. La vida se convierte en un llanto entre dos pechos. Se acarician los besos en minúsculos abrevaderos táctiles que expanden las consciencias. La trascendencia es un cólico de lactante. Una mueca revela los misterios del cosmos… y los cuida… y los une… se intuyen en sus ojos lo infinito… y Dios sigue llorando con lágrimas de mujer. Una mujer sostiene en sus manos delicadas y perfectas el signo de la sabidurí­a. La sabidurí­a es una virtud y una potencia, por ella los reyes reinan en su trono carmesí­.

El reino del todaví­a está de enhorabuena. Felicidades a B y D por vuestra hija. Pretendí­a hacer un cuento, pero estas son las palabras emocionadas que mis torpes manos han escrito. Cuando crezca romperá jarrones y corazones, pero sólo el hecho de nacer ya ha hecho a este mundo un lugar mejor, más habitable.

Permitidme que entone este himno antes de irme…

«Oh potencia de la Sabidurí­a,
que girando giraste abrazándolo todo
en una sola órbita que tiene vida y que tiene tres alas,
de las cuales una vuela en lo alto y la otra desde la tierra mana
y la tercera vuela por doquier.
Que haya alabanza para ti,
como corresponde, oh Sabidurí­a!»

Hildegard de Bingen«O virtus sapientiae»

Se os quiere, Dr J.