Escrito por 40D
La pasada semana vivimos la concesión del segundo grado penitenciario al Etarra De Juana de Chaos. Quizás la situación más controvertida de los últimos años y que más reacciones y consecuencias va a acarrear.
No vamos a entrar a discutir la decisión, para la cual cada uno tendrá su opinión. Lo que está claro era que la situación jurídica era un callejón sin salida.
El tiempo corre demasiado deprisa para todos; para unos porque la legislatura se pasa y el futuro no es prometedor; para otros porque la situación se les pone de cara para regresar al poder; y para los terroristas porque el cambio de Gobierno les aplicaría políticas mucho más duras, sin ninguna posibilidad de hallar una solución negociada al conflicto, como ellos suelen decir.
El movimiento del Gobierno es un todo o nada, un auténtico órdago a grande, en el que de primeras parece no llevar una buena mano. Muchos votantes del PSOE no entienden la decisión y seguramente no repetirían su voto a día de hoy. Si nos imaginamos el escenario de unas elecciones generales en los próximos meses, creo que la más sensato sería pensar que el PP volvería al poder.
Sin embargo, ¿se podría interpretar este órdago como un último y casi desesperado intento por la paz definitiva?. ETA por si sola terminó con un proceso, que si bien apenas había comenzado, era su tabla de salvamiento. Parece claro que ETA, a pesar de su nula credibilidad, ha vuelto al alto el fuego «permanente». En las últimas declaraciones de los miembros de Batasuna, si bien no condenan la violencia, se ve que comienzan a tener claro que el único camino para solucionar el conflicto pasa por la democracia, además de su deseo de poder presentarse a las próximas municipales. Al mismo tiempo son conscientes de que tras el atentado de Diciembre en la T4, la sociedad, la oposición y las víctimas (o la parte más visible de las mismas) no van a permitir al Gobierno español ni un solo paso en falso. Es decir, el Gobierno juega con malas cartas y le han quitado la mano. Llegado a este punto de la partida, el pesimismo oscurece el tapete y alguno habrá dicho: ¡hay que jugársela!.
Entonces con la concesión del segundo grado a De Juana, se debe creer que el Gobierno habrá sido lo suficientemente inteligente para obtener algo a cambio y no hacerlo simplemente por razones humanitarias. Es decir, puede haber echado un órdago a grande; si sale bien, algo ciertamente complicado por la crispación político-social que limita cualquier movimiento a la mínima expresión, será su salvación y su única posibilidad de recuperar todos los votos perdidos con el órdago; por el contrario, si no se avanza, «las razones humanitarias» habrán llevado al Gobierno a la oposición con casi total seguridad.