Salvajemente Amateur 2006 (y II)

Con el pregón tradicional de «Ya han bajaaaooooo los tomaaaaaaaatees» y el encendido de toda la ciudad de Granada a nuestro favor, se dio el trabucazo inclemente de inicio de Salvajemente Amateur 2006, edición la de éste año que ha superado en un mil por cien a la del año anterior.

Apropiada a nuestros propósitos fue sin duda la intervención, ayuda y consejo profesional y aportación temporal de patrimonio propio de Damián Ibanco, cuyo equipo atronador de voces hizo que se salvaran sin dificultad las penurias vocales que se sufrieron en la edición anterior. Sin su participación la cosa hubiera sonado bastante deficiente.

Y qué músicos, señores, este año. Cuatro baterí­as colosales, por orden de intervención: Celestino Picazo, Enrique Garcí­a $Dom$énech, Pepe Verdú y Jose Zurita que desarrollaron su habilidad y maestrí­a a partes iguales y abundantes.

Guitarristas hubo que imprimieron un feeling hardfunk de gran intensidad. Nuestros ya grandes amigos Pepe Parra y Jose Blesa, a los que esperamos el año que viene, por su bonhomí­a y por ser unos musicazos de primera categorí­a.

Y para qué hablar de nuestro Luismi Sánchez, ése hombre de tez pálida, capaz de atacar sin miedo lo que sea con su poderosa voz.

Merecido reconocimiento también ha de hacerse a cuatro músicos que reseñaré a continuación:

Carlos Pagola, que con el bajo demostró que es inútil hacerle equivocar o distraer: Él no se equivoca, este bass thing cohesionó de modo notabilí­simo a los músicos, aportando el cemento armado necesario para estas ocasiones, no habiendo tema o estilo que se le resistiera. Destacable su interpretación de “Hey Joe† que cantó (ele sus cojones) sentado en el santo suelo. Torero como pocos.

En segundo lugar, nuestro Cosmogonic Escrotolitum, que sin dejar atrás lo comentado por muza, hay que decir que desolló su theremin y la Les Paul de choque con gran amor y desapego por la vida, causando diversas ampollas y diversos dolemas al personal, que no tienen cura en este mundo burgués.

En tercer lugar, Angelina Olea, que se despachó una extraordinaria versión de “la vida que mala es† con una intensidad que para sí­ quisiera J. A. Garcí­a.

En cuarto lugar, el artista revelación del año. Sí­, señores: Maikel Curtich. En una palabra: s-e-n-s-a-c-i-o-n-a-l. Una gran afinación, un dominio absoluto del escenario y una gran elección de los temas, alternando en su voz una agresividad totémica con un funk sincopado y desbocado, digno de la mejor herencia de los 70. Grandes cosas nos esperan de este mamporrero del rock, crooner destrozón sin concesiones del siglo XXI, para la próxima Edición.

Mención especial debo hacer de Doña Demonia, (a.k.a. Mª Luz Terrés) a la que tuve el honor de acompañar a la guitarra, y que interpretó una versión estremecedora de Buffalo Tom, y también, de regalo, una estrofa del Romance del Conde Don Boixo ‘a pelo’ que silenció al personal en un micro segundo.

No debiera quedar en el olvido la sesión desenchufada que Carlos Pagola y Pepe Parra ofrecieron en la cocina de la casa y ante un público abundantemente femenino (por qué serí­a?) que aplaudió a rabiar sus interpretaciones.

Reconocimiento merecido a nuestro Amo de las Cazuelas, Coque Garcí­a Campos, que pegando la barriga al fuego con bravura torera, nos alimentó a todos como si de nuestro propio padre se tratase.

Concluyendo, un éxito enorme, enorme, nada pintiparado, que nos hace temer para el año que viene una afluencia masiva por el boca a boca que va a provocar.

Felicidades a todos. Gracias a vosotros pudo ser así­.