Sefronia *Music Club *Granada* 8 de Junio de 2006
Habiendo hecho unos ‘previos’ en ‘el Braserito’ y teniendo el cuerpo bien relleno de patatas fritas, huevos y jamón, asistí el pasado 8 de Junio al espectáculo ofrecido por Sefronia en el Music Club junto con mi compadre Chema, guitarrista a la sazón de Martín.
Y fue que los carbohidratos se volvieron rocas como cálculos. Y también sé decir que sufrimos un atropello de sensaciones, molesto e incómodo, a partes iguales, y no me callaré que el meco que recibimos en plena cara mi compae y yo fue atronador. El motivo es bien sencillo: no es corriente ver a dos enajenados libres haciendo la música que les da la gana real. Avalancha sin sujeciones de ningún tipo y dominación de los materiales.
Nuestras mentes popprecarias chispaban solas.
Pues bien, las intermediaciones puestas a nuestros ojos y oídos por A. L. Guillén y Angelina Olea puedo declararlas, sin empacho alguno, como ordenados aparentes caos, donde conviven catorce, quince o veinte demonios en cada tema, que van repartiéndose trozos de carne a bocados desgarradores.
Por otro lado, un uso conveniente del theremin agitó a la concurrencia convirtiendo el extracto seco primitivo del lúpulo en vinagre dentro de sus cuerpecillos (que no sus lenguas), muy destacable la ejecución de éste instrumento. Especial mención debemos hacer de una bellísima Angelina Olea, cuyas estimables cualidades sobrepasan en mucho (y aquí me retracto de lo dicho en su día) a Cristina Lliso. Sus registros son amplios y dulces, matizados y de gran sensibilidad, una voz francamente preciosa. Amén diré que con posterioridad al concierto estuvimos ‘departiendo amablemente’ con Angelina, y nos pareció una persona en estado de gracia y también de ingravidez.
Meritoria ejecución también de A. L. Guillén, en la que destacaremos los imposibles acordes que desarrolló en guitarra, y que intentaré éste fin de semana imitar.
Hasta aquí las loas.
Puntos negros (que los hubo) y críticas implacables, las siguientes: no hubo mesa para voces (mal, mal, pero que muy mal) y la sonorización de Angelina se hizo a través del equipo del local, resultando escasa y plana (paliza al dueño inmediata).
A destacar la ‘ostya pansequito’ que estuvo a punto de recibir un necio empleado del Music Club, por unas acullá torpezas técnicas.
Y con esto que viene termino y me callaré: un público irrespetuoso que no se sabe bien a qué cojones había ido (a charlar sin mesura seguramente). Patético, aunque de moderno astracán.
Por lo demás, concierto diferente y devastador. Demoliciones y movimientos de tierras. Es un buen camino, aunque tenga muchos loscos.
El 21 de Julio más, y en un buen sitio: El Organ Jazz de Cenes.
Tras la vorágine de las presentaciones del otoño/invierno llegan las colecciones crucero. Dedicadas a la clientela más exigente, son una buena prueba del verdadero nivel creativo de los diseñadores (lease equipos completos liderados por una persona). Karl Lagerfeld acostumbrado a presentar cada año dos colecciones de prèt-a-porter para Chanel, las colecciones haute couture, las dos colecciones ready to wear de FENDI y su propias colecciones que han pasado a llamarse Lagerfeld Collection, consigue aportar algo nuevo a la tendencia eterna de la Maison. Atendiendo a las colecciones croisière de Chanel puede vivirse una experiencia total, más alla de los habituales tour de force de las semanas de la moda de Milán, New York, París o Londres. La colecciones crucero tienen siempre como fuente de inspiración la idea de viaje. Marchar a otro lugar, explorarlo y vestirse para la ocasión. En este caso, tomamos como precendente la colección crucero del año pasado que subió literalmente, a modelos y público, a autobuses de doble altura.
Este interés de Lagerfeld por situar ciertos desfiles fuera de las pasarelas tradicionales es una herencia de Mademoiselle CoCo, obsesiónada por dotar al vestuario femenino de la practicidad que requiere la vida en espacios públicos. Pionera en imponer el pantalón, la ropa casual, las chaquetas, el petit robe noir, creando un nuevo vestuario femenino cuyas piezas claves mantienen un difícil equlibrio entre los conceptos de funcionalidad, comodidad y pulcritud. La moda para Chanel se pliega a las necesidades femeninas y no a la inversa. El gran secreto de la casa sigue siendo la creación y reinvención de piezas que son ponibles y a la vez sublimes.
Por otra parte, es reseñable la elección del lugar donde se mostró la colección. El restaurante METRAZUR está ubicado en la terraza éste de la Grand Central Terminal de Nueva York. Las modelos se movieron en un entorno urbano, real, más allá del artificio de los desfiles. Tanto el maquillaje como el trabajo de peluquería incitan a pensar que cualquier maniquí podría salir del desfile y tomar un tren, almorzar en el propio restaurante o salir caminando a la bulliciosa vida neoyorquina del mediodía. Si no pudo estar allí, puede disfrutar del vídeo del desfile, planear una visita a la estación o echar un vistazo al menú on line del restaurante.
Una joya. Sí señores. Pocos de los que se reunieron aquel 7 de febrero podrían imaginar un resultado tan redondo, cohesionado. Incluso sabiendo que el ‘trío’ rítmico venía cubierto de gloria en los años previos, el toque de gracia del disco es el saxo tenor de Mobley. Que el acompañamiento difícilmente podría ser mejor, probablemente: Wynton Kelly al piano, nítido, contenido (meses antes había colaborado en el archinombrado Kind of Blue); Paul Chambers al bajo, inamovible (venía de formar parte del primer quinteto de Miles); Art Blakey a la batería, inconmensurable, como (casi) siempre (su LP Moanin’, muy recomendable). Pero el estilo y sonido de Hank es único, probablemente lo mejor que dejó grabado. A medio camino entre lo denso y duro de tipos como John Coltrane o Sonny Rollins y el extremo suave, cool, de otros genios como Lester Young o Ben Webster. Otros discos fueron bastante buenos, como el Workout o el Dippin’, pero ninguno tuvo el ‘ángel’ de ésta maravilla, con un título definitivo…
Y que conste que nombrar a gente como Coltrane, Rollins, Young o Webster me genera una fuga de ideas profusa y emotiva, no ya digamos al gran Parker o al eterno Hawkins, en fin, un elenco escogido de la gran historia de éste instrumento. Prometo sacar a relucir algún que otro disco centrado en el saxo (Adderley?, Getz?, Shorter?….); primero tendríamos que pasar por cada uno de los instrumentos, tejiendo el laberinto de sonidos que configura ésta música. Ya veremos.