Si analizamos el deseo y sus consecuencias nos damos de bruces con uno de los motores de nuestra sociedad. El deseo siempre engendra dolor y sufrimiento. El deseo crece y nos devora si no consigue su objetivo. Ésa es la pugna, la inmediata consecución del placer. La evolución pasa por abolir el deseo, por separar el sexo de la reproducción… será esa la verdadera liberación sexual. El racionalismo y el individualismo son las consecuencias de lo que Houellebecq denomina segunda mutación metafísica: la era de la ciencia. El materialismo y la vanidad se extienden acabando con la experiencia trascendente, con el amor. La muerte se arrincona, la vejez se desprecia, el sexo se libera, los poetas mienten desconcertados y el humor sólo nos permitirá sobrevivir unos años más hasta terminar con el corazón hecho polvo. Somos pobladores de desiertos inhóspitos. Partículas elementales con esferas privadas, mónadas desorbitadas que han perdido la fe en el mundo.
M. Houellebecq disecciona nuestro Apocalipsis a través de la vida de dos hermanastros. Uno, investigador de biología genética nominado al premio Nobel, que abre las puertas al mundo feliz de Huxley, la tercera y lúcida mutación metafísica. El otro un profesor de Literatura abandonado a los placeres venéreos. Dos triunfadores de nuestra sociedad que no pueden escapar de la soledad y la amargura. Ambos dejados por su madre para ingresar en una comunidad hippie de la nueva era. Aprovecha sus naufragios para incidir en las llagas de nuestra sociedad. Humor, vitalismo desesperado. Esta novela no deja indiferente. Lo que hoy es inaccesible, mañana será conocido y sencillo. Una nueva humanidad emerge sobre las ruinas de la nuestra, ya no hay muerte, y tienen derecho a vivir su vida.
En toda la superficie del planeta una humanidad cansada, agotada, llena de dudas sobre sí misma y sobre su propia historia, se disponía, mal que bien, a entrar en un nuevo milenio»
«Las Partículas Elementales», de M. Houellebecq
A pesar se todo, hoy he visto a un hombre paseando con un acordeón a la espalda. Siempre vuestro, Dr. J.
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