Existe una vieja cuadra que ahora es un lugar de oración dentro de la sierra de Aracena. Existe un lugar tranquilo donde poder reposar el alma recostado en las alas de la aurora. Rodeado de naturaleza, las mañanas siguen el ritmo de las estaciones, el trabajo se hace sin prisa, se reza el ángelus, se habla de todo con cariño, la comida se llena de sonrisas, no hay televisión ni antenas, la siesta, el café con galletas introduce las tertulias al atardecer y la oración que finaliza el día abre el apetito de la cena y atrae el dulce sueño. En este lugar uno se despide del agobio y olvida sus presagios de discordia. En esta tierra se respira la esperanza. En esta tierra cada pequeño acto es una oración. Una oración a la vida y la belleza. Es como una fuente donde beber para recobrar fuerzas y seguir el camino. Una fuente donde apoyarte y dejar tus pesares.
A veces alejarte es querer que te echen de menos, o una forma de ver el cuadro desde lejos, una huida hacia la luz. Atribulado por las grietas del espíritu, después de dejar tiempo y espacio, me vi contemplando una noche de luna llena, exhalando un humo tranquilo y pensando en las raíces aéreas que hoy en día tiene mi vida algo revuelta. Y pensé en la redención, en el privilegio de poder amar, incluso de ser amado… aunque amar tiene sus sombras y sus luces, sus caprichos y anhelos… a veces hay demasiados caprichos y anhelos. Pero es por amor que uno puede llegar a albergar el sentimiento de la vida eterna en un instante, un batir de alas en el corazón. Es entonces cuando el amor se convierte en oración. Cuando se abraza la belleza se enaltecen los sentidos. A veces me gustaría mostrar mis sentimientos puestos a prueba en libros de horas abiertas. Y por eso traigo en estos días este libro… hoy en la tele he visto con tristeza a Ramón y el juego de los catéticos (patéticos y catetos) pueblos dándose más hostias que en Humor Amarillo… y me ha dado tanta pena de nuestra cultura depravada y estúpida, que ojalá alguien apague la tele y lea algo… aunque sea esta maravilla.
Hoy os recuerdo un libro de oraciones escritas en alemán por un checoslovaco y dedicadas a una mujer en la Rusia de principio del siglo veinte, una mujer que amó a Nietzsche y fue alumna de Freud. Un libro de dedicación monástica en estado de pobreza para poder crecer en espíritu y en verdad. Tomando al amor como límite supremo, este libro es un camino de alabanzas a un Dios que es arte y belleza. Este libro lo escribió un hombre que sufrió el desengaño y la soledad… apenas satisfecho por buscar formas para plasmar la angustia, vivió con Rodin y se quedó enamorado de la ciudad del Sena, viajó por Europa hasta que su salud resentida le hizo claudicar. Mientras su sangre se podría sus manos terminaron su obra de sonetos y elegías. De crío lo vestía su madre de niña, de mayor aborreció la cultura miliar, y al final su testamento fue un grito de amor en contra de la guerra… una rosa vista por todos y cuidada por nadie.
Todos los que te buscan te someten a prueba.
Y los que sí te encuentran te sujetan
en imagen y gesto.
Pero yo quiero comprenderte
como te comprende la tierra;
con mi maduración
madura tu reino.
De ti no quiero vanidades
que te demuestren.
Yo sé que el tiempo
se llama de otro modo que tú.
No hagas ningún milagro por mi amor.»«El libro de las Horas» (1905) de Rainer Maria Rilke
Siempre vuestro, el anacrónico Dr. J.
Enlaces relacionados »
- [Rainer Maria Rilke | Wikipedia]
[Rainer Maria Rilke | Letras.s5.com]
[The Poetry of Rainer Maria Rilke by Cliff Crego]
[Rilke-Gesellschaft]