Sobre Héroes y Tumbas

Ernesto Sabato

La contradicción y la duda, un piso lleno de cristales que un ciego debe atravesar con los pies descalzos. Así­ es la ceguera del corazón, del que ama y cree haber ganado. Pero en este campo de batalla se confunden vencedores y vencidos, los héroes y las tumbas. Cuando la alquimia se derrumba, la princesa es en sí­ un dragón con sueños poblados de reptiles. Si te acercas puedo oí­r el mar en tu cabeza, y si te alejas no te necesito, y si me preguntas te diré que nunca fui feliz, que me acechan tempestades que nunca conocerás. Cuando me falte el aire en estos subsuelos del mundo, en estas cavernas de tinieblas primitivas, sacaré la cabeza con los ojos entreabiertos para que no me dañe el sol. Al salir veré con claridad que una borrachera te puede conducir a un banco de madera y luego a una cama donde un ángel aleje de tu mente la bochornosa idea del exterminio. Hay domingos en los que todo el dí­a deberí­a estar atardeciendo. Este es el drama de la salvación. Nada es urgente hoy, cuando el cuerpo es eterno e incorruptible, como los átomos de tu belleza.

Quizá no es así­ como se deberí­a hablar de Sobre Héroes y Tumbas de Sabato, aunque lo cierto es que recuerdo amores infelices, cabezas disecadas guardadas en una cómoda, ceguera y ciegos, alquimia, reflexiones iluminadas en la taza de un retrete, una mujer desnuda que hace perder la cabeza y que no puede remediar seguir el camino de la locura, los rostros invisibles de un Dios desconocido, la princesa-dragón, el incesto, la redención y una estatua eterna en una sociedad argentina decadente. Un delirio de héroes vencidos y tumbas sin nombres.

Sabato publicó esta novela en 1961, salvada de la quema por su mujer. Por ese entonces ya habí­a abandonado su trabajo de Fí­sico en el Instituto Curie diseccionando átomos de uranio, para dedicarse a la literatura. Su pasado comunista siempre lo ha mantenido atento a las evoluciones sociales y en 1983 fue presidente de la Comisión que investigaba los crí­menes de la dictadura Argentina. Entre otros reconocimientos posee el Premio Cervantes y que yo sepa sigue vivo, viejo pero vivo.

Como si el prí­ncipe -pensaba-, después de recorrer varias y solitarias regiones, se encontrase por fin frente a la gruta donde ella duerme vigilada por el dragón. Y como si, para colmo, advirtiese que el dragón no vigila a su lado amenazante como lo imaginamos en los mitos infantiles sino, lo que era más angustioso, dentro de ella misma: como si fuera una princesa-dragón, un indescriptible monstruo, casto y llameante a la vez, candoroso y repelente al mismo tiempo. Como si una purí­sima niña vestida de comunión tuviese pesadillas de reptil o de murciélago»

El Dragón y la princesa – «Sobre Héroes y Tumbas», de E. Sabato

Siempre vuestro, Dr. J.

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El Mundo Quiere Ser Engañado

cola vaticano

De repente parece que Dios existe. A través de todos esos fervorosos peregrinos se hace presente por la tele, la radio, el periódico; Dios está en todas partes… nunca mejor dicho.

Esta vez es el Dios de los cristianos, de los cristianos-católicos-apostólicosyromanos, pero las muchedumbres también se reúnen por el de los musulmanes o el de los judí­os. Pero… ¿cuánta de esa gente tiene fe?

Esta pregunta me ha hecho recordar una novela corta de Unamuno titulada «San Manuel Bueno, Mártir» (1930), en la que el párroco de una población rural vive la pérdida de la fe como una cuestión í­ntima, mientras sigue viviendo como un verdadero creyente.

Ya en 1899 Unamuno comentaba:

[…] Me acusan de haber pervertido a curas. Empezó por uno que vino a mi casa a verme, cuando se hallaba en las garras de Nietzsche. […] un ejemplar de cura sin fe. Y empezando por él, he venido a dar en director espiritual de algunos curas jóvenes que sienten que se les va la fe católica»

Definitivamente prefiero a los que caen en «las garras de Nietzsche» a todos los demás.

Y especialmente para los ‘mandatarios’ que ya están en Roma o llegarán mañana:

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro, estáis llenos de hipocresí­a e iniquidad»

MATEO 23:23-29

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    [«San Manuel Bueno, Mártir» | online]
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