Recientes acontecimientos han devuelto a mi ánimo a un todavía más profundo abismo. Y allí, sólo algunos vencidos han sabido sobrevivir con honestidad. Con la honestidad de la soledad. Con la honestidad del desencanto. Con la honestidad de un hombre desnudo. Entre ellos el viejo E. M. Cioran. Éste rumano es un filosofo sin filosofía, de esos que saben lo que vale la vida y una barra de pan, de esos que han pasado penurias, que han sufrido el exilio (tanto interior como exterior) de un París habitado por santos bebedores (un guiño a Roth), que conservan la lucidez del hambre. La lucidez del abismo, la lucidez de la soledad. Visionario del desengaño, su lucidez ahonda en lo que todos pretendemos olvidar, templa las fuerzas de su vida en la fragua de la desilusión y desnuda las emociones del hombre para enaltecerlo y subirlo a los altares mundanos e insomnes de las bajas pasiones. No estoy hablando de un premio nobel, ni de la belleza de la literatura, ni siquiera de quién utiliza su palabras en pro de un feminismo retrógrado o de quien defiende la algarabía política de un líder ridículo. Estoy hablando de la letra que llega al fondo, y desentraña la vacuidad. Antes de fallecer en 1995 se tradujo el libro que cito, éste Breviario de los vencidos (Ed. Tusquets), indispensable para poder terminar de hundirte y empezar a ver con nuevos ojos. Para no sucumbir a la desesperanza, sino aprovecharla. Amigos, disfrutad de la desesperación.
Con ansia y amargura, he intentado cosechar los frutos del cielo y no he podido. Se elevaban hacia no sé que otro cielo cuando les tendía mis manos golosas de su abundancia. No, no es la visión de los astros lo que me deslumbrará. Bastante luz he perdido mendigando a las alturas. Harto de toda laya de cielos, he dejado mi alma a merced de los ornamentos del mundo.»
Émile Michel Cioran
Siempre vuestro, se despide el Dr. J, agradecido a J. y al Talibán por sus nacimientos y su dicha, y por ser los amigos que sostienen la templanza de un cálido abrazo… así pasen otros treinta años. Un abrazo, camaradas.