En qué consiste la locura (alteración profunda de las facultades mentales), dónde está el límite, quién la sufre y quién la reprime. Descuidar tu higiene personal durante años, hasta el punto de tener las uñas más largas de todo el romanticismo europeo. Tener un piano con varias cuerdas arrancadas, y sentarte sobre él durante tardes enteras, a veces días, tocando invariablemente las mismas notas. Alejarte del mundo que conoces y donde eres conocido, para vivir en la habitación de un carpintero llamado Zimmer (habitación) durante treinta años, hasta tu muerte, sin querer saber nada de nadie. Encerrado, tomando medio litro de buen vino al día y estudiando la filosofía de tus contemporáneos (Kant, Schiller…). Tratar a todo el que se te acerque de majestad e ilustrísima, despreciar un creciente interés social sobre tu obra, sobre Hiperión. Olvidar los sinsabores de tu pasado y los amores perdidos (la chica de Frankfurt). Sobrevivir al mundo con la vista puesta en unas tardes de sol, en la sucesión de las estaciones, en el regalo de cada amanecer… sorprenderte vivo cada día, en una vida que empiezas a entender que ya no te pertenece… que nunca te perteneció. Como todos habréis adivinado estoy hablando de Hölderlin, o lo que quedó de él en sus últimos años, ¿sus años oscuros? En sus últimos poemas. Los poemas de su locura. Su escasa producción consistía en estos poemas, algunos fechados cien años antes de haber nacido, incompletos, despejados como un trozo de cielo y tristes como una pluma de ganso pisoteada. Poemas divinamente paganizados. No se volvió loco de amor, sino de saber. Un león nos contemplaba como si fuéramos ratones a sus pies.
Su poesía es la poesía de un hombre que ha abandonado esta tierra tan pequeña para entregarse a un vuelo hacia las estrellas, con corazón sangrante, más allá de nuestras alegrías y nuestras penas… «el hombre es un dios si quiere serlo». Se había entregado a la trascendencia, la contemplación, la quietud y la belleza… de lo efímero. Y hoy, saliente de una guardia jodida, me pregunto si ésta será la actitud, si tiene sentido alguna de las decisiones que tomé, alguna de las vidas que prolongué, si mis actos están preñados de aquella insoportable levedad del ser. Quizá una cara cabreada, ojerosa y triste no sea suficiente. Quizá el mundo no se merezca más, o quizá el mundo se merezca más besos con todo el ansía del que desea amar… del que desea amar.
Otorgado en su interior es a los hombres el sentido,
hacia lo mejor él ha de guiarlos,
esa es la meta, la verdadera vida,
ante la cual los años van contando más espiritualmente.»Humanidad más elevada, «Poemas de la Locura», Friedrich Hölderlin
…no todos los días se alcanza la belleza.
Siempre vuestro, Dr. J.
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