(de un extracto oído o leído en algún sitio… o vivido…)
Yo: ¿Qué coño lees?
Ella: Esta puta mierda, Novecento.
Yo: ¿Qué tal?
Ella: Es cojonudo.
Yo: Déjamelo; a ver qué mierda consideras tú cojonuda.
Ella: Toma, gilipollas, así aprendes un poco.
Y me lo leí.
Realmente la cosa empezó porque (sencillamente) me lo regalaron. El jodido Baricco. A tomar por culo. Pero fue empezar, en parte por confianza con la persona de quien venía y en parte por instinto, y hasta el final una sorpresa tras otra, Y de las buenas. Un trompetista que se mete a tocar en una banda a bordo de un barco de línea Europa-Américas, época entreguerras. Y allí comoce al “Big man†, de nombre tan rimbombante como inolvidable, Danny Boodman T.D. Lemon Novecento, pianista inverosímil (“…nosotros tocábamos música, él era algo distinto. Él tocaba…aquello no existía antes de que él lo tocara, ¿de acuerdo?, no estaba en ningún sitio. Y cuando él se levantaba del piano, ya no estaba…y ya no estaba para siempre…†) que resulta que nació de pobres emigrantes a bordo del barco y fue encontrado en una caja de cartón sobre el piano, lo crió un negraco de la tripulación y no se bajó del barco a tierra firme nunca en su vida. Bueno, una vez casi…pero eso es el quid de la trama. Envolvente. Rápido. Narrada como si fuera una especie de obra de teatro… Ideas bastante originales hacen avanzar la historia, aunque los dos principales amarres de la trama recuerden demasiado a libros ajenos. El primero, el duelo de pianistas (nada más y nada menos que con Jelly Roll Morton!!!) no tiene desperdicio, aunque recuerda a Stefan Zweig, que hizo algo similar en Novela de ajedrez, una obra maestra totalmente (y lo digo yo). Lo segundo, la imposibilidad del pianista de dejar el barco, que, ¡no es tan difícil de pillar!, es exactamente la misma idea que El artista del hambre de Franz Kafka.
Cuando el trompetista pregunta por el puesto en la banda a bordo del barco le contestan “Ya tenemos músicos†. “Lo sé†, y me puse a tocar. Se quedó allí mirándome fijamente sin mover un músculo. Esperó a que acabara sin decir una palabra. Después me preguntó “¿Qué era eso?†; “No lo sé†. Se le iluminaron los ojos: “cuando no sabes lo que es, entonces es jazz†
Con todo, gran novela, libro pequeño, precio asequible y leído en unos malos tres cuartos de hora
Gracias V
No es en vano el sacrifio de lo buenos. No tiene sentido una pérdida de lo conocido sin el encuentro con lo novedoso. El cordero resucitará. El rey será nuevamente proclamado, quizás otro reino, quizás en un pais con más sabiduría, con más esperanza con más alegría.
Siempre la duda, nunca la certeza.
Pues eso, nada nuevo……más de lo mismo. Aburrido muy aburrido. ¿sacrificio? cuando escucho esa palabreja me dan ganas de sacar la pistola. ¿cordero? uhm….¿sabiduría?…… palabras only.
Siempre perdiendo , hagan juego señores.