Un ser Megaborde

(Cómo escribir un relato al modo John Fante)

John Fante

Nos proponemos, mediante el presente ensayo, ofrecer al lector la posibilidad de, a través de la combinación acertada de una serie de elementos, convertirse en un vigoroso trazador de pedazos de realidad estilo lumpen al modo del Sr. John Fante.

A saber :

  1. El Galán:
    • Varón Maduro. 35 a 45 años. Bien dotado, según su parecer. Potencia sexual inhumana, (tiene un Ave Fénix en su pene) según su parecer. Abluciones escasas, tanto matutinas como vespertinas. Olor a macho. Chulerí­a incontenida, exaltación del «yo» por encima de todo. Concepto rerumcéntrico del Universo («Las cosas están a mi servicio y no yo al servicio de las cosas») y en consecuencia, chulo por encima de todo. Aficionado a las peleas por causas nimias, como una mala mirada, un malentendido, etc. Alcohólico modesto, sazona su afición con algún desparrame ocasional. Desprecio por las autoridades y las mujeres, «esas cosas que huelen». En definitiva, Un Ser Megaborde.
  2. La Chica:
    • Belleza porcina. Buenos cantos. Imprescindibles pechos de gran tamaño. (Mí­nimo 90). Desinhibición sexual a media copa. Parroquiana adicta a los garitos más repugnantes, donde halla a los machovaras capaces de satisfacer su insania sexual aún a costa de recibir alguna que otra pedrada de sus amantes más que ocasionales. Voracidad interpernorum: se le supone.
  3. Los Lugares:
    • Sean cuales sean, los lugares no deben estar muy limpios, la mugre resulta esencial. Convienen mostradores, mesas y sillas de railite, calendarios atrasados y vasos opacos. Sitios con capacidad de autogenerar borra o pelusa con la misma facilidad que el protagonista meteorismos.
  4. El Alcohol:
    • La generosidad en la utilización de éste sin par elemento no debe ser de ningún modo racionada o limitada bajo concepto alguno. Es susceptible de combinarse con algún tipo de drogas: psicotrópicos, compuestos anfetamí­nicos u otros por el estilo. Prohibida la cocaí­na, por su cierto aire burgués; ello repugna por partes iguales a autor y lector y desvirtúa grandemente la naturaleza del relato. Prohibido también el caballo, despista, y hace perder el aire moderno que le imprimen los elaborados quí­micos. Se permite, no obstante, el fumar chinos: aspirar humo de heroí­na siempre llama la atención.

Introducción

Se requiere un ambiente sórdido. Por ejemplo, una introducción comentando una monumental resaca puede ser buena. El comienzo debe ser crudo y de impacto, nada de mariconadas, el aterrizaje debe ser en la misma mierda en que vive el protagonista, aunque hay que aclarar que el muchacho no es de baja extracción social, sino que debe dar siempre la impresión de tener estudios y ser tan burgués como su lector, pero que por mor de diversas circunstancias, la vida aún no le ha pagado lo que le debí­a y él, por su parte, se desvive por hacer paté su hí­gado y provocar a la policí­a (municipal) sólo cuando está en condiciones de correr. En nuestro relato se ha pasado dos o tres pueblos y amanece tirado en la calle, aunque hemos de reseñar que ésta no es la tónica general de sus matinés de incorporación al mundo real. Y no nos llamemos a confusión: estamos hablando de un tipo leí­do, no de un mentecato, lo que le pasa es que vive en el lado salvaje. Ha de quedar claro en todo momento que no es un vulgar borracho que anda con la noción de las cosas totalmente perdida. Hecha esta glosa, empezamos:

Me habí­an meado los perros. Obtuve tal evidencia cuando me despertó la bocina de un camionero hijoputa que tení­a que pasar por aquella calle. Abrí­ los ojos y vi que estaba tirado en el suelo. Me habí­an meado los perros y no me encontraba precisamente bien. No podí­a ser de otro modo, aquella noche las botellas habí­an sido bastantes y no estaban llenas de agua bendita sino de la ginebra más correosa y con más poco enebro que se podí­a destilar.

Me levanté sin mirar y como pude llevé la ceremonia de huesos de mi cuerpo hasta la pocilga infecta que era el apartamento donde viví­a. Abrí­ la puerta mientras me estallaba la cabeza con ése amargor de bombo milenario, de gong sordo acompasado con cada latido de mi corazón y ese pedazo de carne hinchada de sangre que era mi lengua se hallaba pegada para siempre al paladar. El colchón me abrazó con el mismo cariño que otras tantas mañanas.

Ya vemos con que tipo de sujeto nos estamos jugando los cuartos. El resto del relato promete ser de lo más jugoso: quizás un poquito de hostias y discusiones, otro poquito de copas, y lo más importante: ¡a ver si folla o no, este cabrón!

Las seis de la tarde era una buena hora para que mis tripas recibieran otra dosis de alcohol, así­ que me despertaron y estuve un buen rato hurgando en los bolsillos de mi aséptico ropero en busca de un poquito de billetes que facilitaran el trueque comercial que me habí­a propuesto realizar.

Atención lector, porque los vecinos entran ahora en acción. Hay una variada gama, desde la familia con el padre en el desempleo y dos niños con algo de retraso mental que se pasan todo el santo dí­a vociferando con la madre, pasando por el matrimonio que anda a golpes a cada momento, por el camello que ejerce su actividad en casa, o por la vieja que no se entera nunca de nada. Puestos a elegir, nos quedamos con ésta última.

Nada. Pero quizá la vieja Gonsi pudiera concederme algún crédito. Gonsi no era otra que mi vecina del apartamento contiguo. Como siempre la puerta abierta, y como siempre el monitor de televisión a todo trapo. Fui a la cocina, tragué dos cucharadas de puchero sobrante y tomé, a cuenta de nada como siempre, un puñado de monedas de la botella del refrescante imperial que todos conocemos donde ella guardaba los restos de sus compras. Me tiré dos buenos pedos a la salud de la vieja por ver si me oí­a. No obtuve respuesta y me largué.

El súper bar «Burros y Caracola» estaba abierto. Su puerta, como una boca que me hablaba, mostraba sus dientes, sus bazares repletos de deliciosas botellas de vino blanco brillando al fondo, transparente como orines, que salí­a como entraba y a su paso por las deshechas tuberí­as de mi cuerpo se destilaba en albaranes de felicidad y estrellitas de colores.

Empecé la primera.

Empecé la segunda.

A las siete de la tarde podrí­a decirse que ya estaba un poco borracho. A eso habí­a venido, y no a rezar el rosario.

Va siendo hora de poner en acción el dedo veinte y uno del chico, que es lo que está esperando el lector, un poco de metesaca estimula mucho y obliga a las piernas a cruzarse en el sillón.

A las siete y cuarto entró una tí­a en el bar, parecí­a algo ajumada. Su cara tení­a aspecto de haber vivido tiempos mejores. Tení­a las piernas largas como una misa de cura viejo y las caderas contorneadas como una gran chicane, con unas curvas difí­ciles de seguir con la vista sin trastabillar; sus pechos bajo aquel traje de punto que se pegaba a su cuerpo, eran comos dos titanes, como dos mundos demoledores sin explorar, esperando a que un mamón como yo los cartografiase, midiera sus picos y sus desniveles con mis dientes y probase los frutos de sus riquí­simas huertas salvajes. Mi polla comenzó a hincharse de sangre, así­ que me acerqué a ella y le espeté:

¿Quieres follar?

Ella contestó:

¡Digo!

Podemos optar ahora por terminar de forma escueta y cortante nuestro relato, masacrando los rijosos pensamientos del lector, con una frase que pretenda ser tan destroyer (perdón por el término) como la inicial (Recordemos: «Me habí­an meado los perros»). De tal modo, combinaremos los siguientes elementos:

La palabra «follar» y sus conjugaciones + alcohol + emisión incontrolada de algún humor interno + Insultos a la chica + evaluación de daños.

  • Follamos y luego bebimos.
  • Vomitamos.
  • Bebimos y luego follamos.
  • Por culpa de aquella estúpida se me escoció la polla.

F I N

Imagen original de Katarsis

10 Comments

  1. TREMENDO. Magní­fico análisis de actitudes y glosario. Demoledora parodia con ese humor ácido que sólo destilan algunos elegidos. Muy grande… abrazos.

  2. Qué bueno el relato, sí­ Sr. You Meikme.

    He echado de menos el componente nicotí­nico en los ingredientes.

  3. Gracias, amigos, de verdad.

    No me habia dado cuenta de lo de Sin City, hahahahahaha! calcao! Pero tiene bastantes más años que la pelí­cula, la verdad.

    Tienes razón en lo del componente nicotí­nico,. J., pero quizás hubiera provocado un desarrollo más largo y como más meditado, cuando la idea era aportar imágenes y desarrollar planos de modo atropellado y esquemático.

    No sé, a lo mejor es porque ya no fumaba por entonces. Pero sí­ bebí­a, hahahahahaha!

    Abrazos!

  4. Este prototipo de personaje duro-rudo-soez no está mal, además de ser comercial. Y encima se le coge cariño, a poco que se le conozca. Ejemplos conocemos, y a veces en la vida real. En fin, comportamientos (y situaciones) un poco «tipo postal», muy peliculeras (o literarias), algo así­ como un personaje a lo Chandler/Hammett llevado al extremo cutre y desinhibido.
    Pero si lo que queremos es personajes/situaciones realmente lúgubres, instantáneas de desesperación, violencia sórdida, pensamientos apocalí­pticos y actitudes en el lí­mite de «lo humano», veamos (leamos) cómo se las gastaba el Juez Holden (Meridiano de sangre, Cormac McCarthy), y nos dejamos de polladas
    A que sí­…….

  5. Hombre! Un apunte interesantí­simo, echalo al zurrón pal próximo dí­a, aunque desde luego lo que aquí­ se pretendí­a de inicio era lo que expresa el tí­tulo: «al modo John Fante», no al estilo de «te descerrajo un tiro en la frente y me asomo al agujero a ver si huele lo suficiente a pólvora».

    Ciertamente leí­ «La carretera» en los dí­as que tan oportunamente y con acierto comentaste, y no puedo opinar más de Mc Carthy aunque sé por Mensab que la buena de verdad es «Meridiano de Sangre». Que la eches al zurrón, digo, que no estoy pa gastar ahora en ná que no sea vino.

    abrazos!

  6. Hablando de apuntes, en esta lí­nea aunque un poco más depravada y lujuriosa, está la obra tórrida del bueno de Henry Miller llamada Opus Pistorum. Un librero del antiguo Holliwood, llamado Luboviski, encargó a Miller precio de un dólar la página, un conjunto de relatos eróticos para venderlos a un selecta clientela entre los que se encontrban Billy Wilder. La última págino se escribió en 1942, y narra las aventuras amorosas de un jodidocabrón alter ego de Miller en los arrabales parisnos, cuyo único objeto en la vida era beber y conseguir mujeres para una cópula perfecta… o no.

  7. Y no olviden al ultradecadente Charles Bukowsky. Hace años, en un taller de teatro amateur, me tocó improvisar sobre su relato «se busca una mujer». El taller lo impartí­a un actor casi tan hediondo como el autor. Huelga decir que aquello no llegó a nada, pero me permitió descubrir, valorar y, en este caso, descartar esta lí­nea de la literatura norteamericana, que muestra un regodeo en la decadencia espiritual semejante al de las pelí­culas de Larry Clark… recreación en la decadencia sin alternativas, nihilismo postmoderno y vacuo… he dormido mal y estoy negativo, pero aun así­ sé que acierto al otorgarle a esta bazofia la clasificación MMG de honor.

  8. Si consideras atentamente la vida que los personajes de Fante viven, nada encuentras en ellas que las diferencie de la vida que viven los animales. Unos y otros son lanzados insconcientemente a través de las cosas y del mundo; unos y otros se entretienen con pausas; unos y otros recorren diariamente el mismo camino orgánico; unos y otros no piensan más allá de lo que piensan ni viven más allá de lo que viven. El gato se revuelca al sol y el hombre se revuelca en la vida, con todas sus complejidades, y alí­ duerme. Como decí­a León Bloy, ni uno ni otro se libra de la ley fatal de ser como es, ninguno intenta aligerar la aflicción de ser…
    Magní­fico post querido Youmeik, por cierto escogiste de lo peorcito para iniciarte con el amigo Cormac *sucio* McCarthy (de lo peor con cojones). apuntate al carro del Taliban…suaaaaaave y después si te quedan fuerzas le metes mano al guardian del vergel.
    ¿cópula perfecta?… me explicas que coño es eso Herr docktor?
    Un abrazo

  9. Hermano Librillos, que gran proyección sobre el sentido de la vida! aunque parcial como todo.

    «La carretera» me fue regalada. Apúntome al carro, desde luego.

    Abrazos! y gracias!

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