Ya reconocí que era una debilidad anunciada a voces, un estigma que me acompañará fielmente en mis avatares, un personaje ligado a mi historia musical: eché los dientes en esto del jazz de mano de Miles Davis, él fue la chispa, el detonante, la culpa sin culpa. Un día buceando sin rumbo por simple interés entre el catálogo del género de cierta tienda granaína (bien surtida, ahora liquidando…) me llamaron la atención, no sé por qué, dos portadas, dos discos; el cúmulo de circunstancias personales ése día hizo el resto y me los llevé, los escuché del tirón (mal hecho… o no) y no volví a tocar el jazz en meses. Luego, otro día, otras circunstancias —hay que ver lo que es la vida— hacen que mi mente, luego mi vista y por último mis manos vayan a la estantería, recojan “aquel dinero malgastado† y vuelva a escucharlos. No pude, sino después de dos escuchas seguidas de cada uno, salir de mi asombro: aquello era jodidamente bueno, peligrosamente adictivo, una seria “amenaza competitiva† para la música que había puesto la banda sonora a mi vida, el Rock.
Ésos discos eran el «Workin'» y el «Relaxin’ with the Miles Davis quintet», de misteriosas y sugerentes portadas. Y temas como It coud happen to you, Ahmad’s blues, It never entered my mind o You’re my everything me cautivaron para siempre, me enseñaron las cotas emotivas del jazz, me abrieron la sugerente puerta.
Luego descubrí que entraban en un póquer de ases junto con el «Steamin’» y el «Cookin’», y que los 4 eran el fruto de ¡¡¡sólo dos sesiones de grabación (11 de mayo y 26 de octubre de 1956)!!! Y el grupo, bautizado como “primer quinteto†, impone con sólo nombrarlo: John Coltrane (saxo tenor), Red Garland (piano), Paul Chambers (bajo) y Philly Joe Jones (batería). De la curiosidad pasé al respeto, de la anécdota al interés en «ése tipo cabizbajo colgado de una trompeta» y de ahí a la aventura de conocer su obra. Y ahí llegó el problema fundamental: la cantidad ingente, desmesurada, de discos que editó (más de 50, muchos más), la desequilibrada variedad de estilos, el malsano gusto por cambiar de acompañantes; el veleta Miles iba más rápido que los demás, intuía un cambio de rumbo y daba el timonazo antes de tiempo, descolocando al resto, salvo honrosas excepciones… Hincarle el diente a la obra de Miles es como hacerlo a la de Zappa: puede gustarte o puedes huir despavorido para no entrar más. Por lo tanto paciencia, y cierto rigor “cronológico† y de dosificación, sin los cuales podemos caer desmembrados y con signos alarmantes de ansiedad delante de los altavoces de nuestro equipo.
Quizá ésta etapa sea la más aconsejable para empezar, por la mesura tímidamente desbocada de su música… o no: puede que lo sea la anterior, con sus inicios más clásicos (The birth of the cool…), o la inmediatamente posterior, más asentada (el archirenombrado Kind of blue o el infravalorado Milestones); habrá quien prefiera los resultados asombrosamente líricos de su asociación con Gil Evans (Miles Ahead, uno de mis preferidos, Porgy and Bess o Sketches from Spain) o la brillante etapa de su 2º quinteto (véase Live at Plugged Nickel); los más osados irán más allá: el gran cambio de 1968-69, estamos hablando de las maravillas Filles the Klimanjaro y, sobre todo, In a silent way, y más allá, mucho más allá, con el Bitches brew y el seísmo que provocó, pero esto se merece, por sí solo, la 3ª entrega de “Dark Magus†, y quién sabe si una 4ª…
Opinen.
PD: 50 años después, estas grabaciones ven la luz en formato box set de 4 CDs. Los discos originales son de muy buena calidad y poco se ha mejorado, pero la presentación es tan tentadora…
Para un discreto escuchador de jazz como yo, esto es buena mierda. A mí también me cautivó, aunque no tanto, sobre todo el CooKin, con temas míticos, tocados con sencillez y pulcritud, pero con ecos de blues, con toques de swing, con mucho estilo, buen estilo, corto, pero directo. Un discazo que acompaña al resto de la época… y grabado en un puñado de sesiones… increíble… en fin, gracias de nuevo por abrir agujeros en los muros (a veces insondables) del jazz. Un saludo and good cookin gard.
muy buen comentario.
abismal y aplastante la creacion de miles. mi primera escucha de jazz fue a traves de un disco de winton marsalis en vivo con art blakey. explosivo. pero fue la creacion de miles que creo me obsesiono con el cuento.