Condenados a ser libres

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“Cuando se llega a cierta edad, uno deja de ser el protagonista de sus acciones: todo se ha transformado en puras consecuencias de acciones anteriores. Lo que uno ha sembrado fue creciendo subrepticiamente y de pronto estalla en una especie de selva que lo rodea por todas partes, y los dí­as se van nada más que en abrirse paso a golpes de machete, y nada más que para no ser asfixiado por la selva; pronto se descubre que la idea de practicar una salida es totalmente ilusoria, porque la selva se extiende con mayor rapidez que nuestro trabajo de desbrozamiento y sobre todo porque la idea misma de “salida† es incorrecta. No podemos salir porque al mismo tiempo no queremos salir, y no queremos salir porque sabemos que no hay hacia dónde salir, porque la selva es uno mismo, y una salida implicarí­a alguna clase de muerte o simplemente la muerte. Y si bien hubo un tiempo en que se podí­a morir cierta clase de muerte de apariencia inofensiva, hoy sabemos que aquellas muertes eran semillas que sembramos de esta selva que hoy somos.†

Estas palabras, escritas por Mario Levrero, y recogidas en El discurso vací­o, han hecho posible reunir en una sola propuesta de lectura 3 obras que nada tienen que ver desde el punto de vista formal o estilí­stico. Los autores provienen de culturas diferentes y su trayectoria no puede ser más dispar, pero, el destilado final de sus pensamientos, hunde sus raí­ces en la perplejidad, la duda y lo absurdo de la existencia humana. Simplemente son hijos del siglo XX.

No resulta nada original recomendar el periodo estival para leer. Normalmente, desde las gacetillas se intenta vender el concepto de “lectura refrescante†: libros de viajes, best-sellers de 900 páginas que prometen diversión esotérico-medieval, tramas románticas con las que “no podrás parar hasta la última página† y que se resuelven a borbotones, dejando al lector harto, saturado y de alguna extraña forma, satisfecho. La historia termina y todo vuelve a estar dónde estaba, es decir, la base del melodrama. Todo esto es muy loable, pero, partiendo del supuesto de que la lectura es el acto más anárquico que uno puede llevar a cabo, les incitamos a saltar del teatro a la novela, de la sencilla mirada interior de un diario a los diálogos hechos para compartir en voz alta, de la descripción a la introspección, según más les plazca.

Si bien hemos comenzado con la premisa de Levrero, continuaremos con una obra de teatro dramática, como no, de Albert Camus. El malentendido es una pieza teatral en tres actos que gira entorno al pasado que acecha, el crimen y las esperanzas marchitas. Se representó por vez primera en 1944, dirigida por Marcel Herrand y la trama discurre en una triste pensión regentada por madre e hija.
Cuando la lectura de una obra dramática nos impacta no es por las puertas que cierra, sino por las que deja entreabiertas.

“Incluso en las obras más racionales, el elemento que tiene la capacidad de conmovernos no es el elemento racional ni el polémico, sino el mí­tico. Lo que importa son los conflictos sin resolver, no los resueltos. Eso lo vemos en nuestra sociedad cada dí­a y en la decadencia de distintos mecanismos: el gobierno, la religión, el teatro. Los hemos visto deteriorarse y convertirse en organizaciones racionales, y cada uno piensa que su finalidad es la misma: determinar por medio de la razón qué está bien y luego hacerlo. Así­ que la sociedad acaba convertida en una maldita ciénaga†.

David Mamet. Dramaturgo

Continuando con un estadounidense, nos acercamos a la figura literaria del prolí­fico Philip Roth, a través de la novela La Mancha Humana. Espero que no hayan visto la pelí­cula ya que en ese caso se perderí­an el placer de descubrir palabra a palabra, con el alma en vilo, una trama levantada con oficio y sobre unos personajes complejos, perdidos, asustados. La prosa de Roth nos lleva en volandas a 1998, el año del impeachment al Presidente Clinton y nos deja caer en la vida de Coleman Silk, héroe y villano, un hombre que se devora a si mismo, protagonista de una gran mascarada que no es más que el reflejo de la propia sociedad norteamericana.

Volvemos al principio, a las palabras de Mario Levrero que son el epí­logo de El discurso vací­o, donde el autor intenta realizar un ejercicio caligráfico diario que le ayude a superar sus problemas. Lo que al principio no es más que una simple tarea vací­a de contenido, termina siendo el lugar donde el protagonista vuelca sus sentimientos, sus sueños, sus debilidades.

¿Realmente somos libres para sobrevivir a nuestras decisiones?

  1. El discurso vací­oMario Levrero
    Publicado por Caballo de Troya
  2. El malentendidoAlbert Camus
    Publicado por Alianza editorial.
    Biblioteca Camus
  3. La Mancha HumanaPhilip Roth
    Publicado por Vintage 2001
  4. Conversaciones con David MametLeslie Kane
    Trayectos
    Publicado por Alba editorial

Enlaces relacionados »

    [Mario Levrero | Wikipedia]
    [Albert Camus | Wikipedia]
    [Philip Roth | Wikipedia]
    [David Mamet | Wikipedia]
     

3 Comments

  1. Crematorias recomendaciones para el tórrido verano. Cada hombre deberí­as saber dónde está su salida y luego pensar cuando cogerla. Para ello el hombre debe liberarse de muchas ataduras, reales y ficticias, creadas o heredadas, y eso asusta. El miedo a la libertad… yo qué se. De los autores que comentas, pues Camus me fascinó (la peste, el verano, calí­gula, el extranjero…) y se enfrentó a la muerte como un hijo de su tiempo. Philip Roth es un judí­o bastante perspicaz, he leí­do muy poco de él, pero me ha gustado esta frase del libro que recomiendas: » Debo decirte que yo no creo en la muerte y no experimento el tiempo como algo limitado. Sé que puedo vivir tres horas o 30 años, pero esto ya no es una presión sobre mí­. Creo que por fin terminaron las interrupciones porque el tiempo está de mi lado.» Y por último no conocí­a a Levrero, pero es un tipo capaz de perderso en el interior de un mechero. Gracias por el artí­culo y las recomendaciones. Un saludo y feliz verano.

  2. Pues yo hablaré de Roth (Philip), el judí­o Roth, el jodido Roth y su jodido «Teatro de Sabbath». Jodido por ser condenadamente perspicaz, y bestia (soez más bien), y pillarme por sorpresa, con una literatura de altos vuelos, con un personaje que posiblemente sea el más conseguido de su extensa «bibliografí­a»: Mickey Sabbath. Jodido por conseguir engancharme a su lectura, primero entretenido (a ratos casi «escandalizado», por insolente), luego realmente interesado y al final, emocionalmente entristecido al comprobar el trasfondo, la profundidad de ese cafre, al mismo tiempo que comprendes los sinsabores de la vida, la excitada temeridad de los que contemplan el suicidio como algo «más que posible o deseable», para al final……bueno, no sigo que a lo mejor alguien quiere leérselo. De momento aquí­ dejo la esquela que llevaba escrita en un papel en un bolsillo, por si el momento «definitivo» lo sorprendí­a sin tiempo ni ganas ni material para escribir:

    Morris Sabbath
    «Mickey»
    Amado putero, seductor, sodomita,
    ultrajador de mujeres,
    destructor de la moral, extraviador de la juventud,
    uxoricida, suicida
    1929-1994

  3. Pues……… si aún disponéis de algún ratito para leer y vuestras obligaciones como responsables padres y madres de familia os lo permiten, hincadle el diente a la obra de ílvaro Mutis *Empresas y Tribulaciones de Maqroll el Gaviero* La Búsqueda de un paraiso perdido que nunca encontrará el protagonista…… ni nosotros. Todos tenemos, somos Magroll.

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