Reaparezco con la intención, al menos sincera, de recuperar la figura de uno de los intérpretes sin el que «su instrumento» no hubiera alcanzado cotas tan altas de reconocimiento posterior. Ése instrumento no es otro que la trompeta, a la que poco después el amigo Davis elevaría a la categoría de «popular».
Lamentablemente, la andadura de Clifford Brown fue fugaz, (y tanto: nacido en 1930, falleció en 1956 de accidente vial, no llegó a cumplir 26 años!!!!) de cuantía similar a la de Booker Little, pero el señor Brown se encargó de dejar grabadas una serie de sesiones inmortales. No dispuso de la posibilidad «evolucionista» de distribuir su talento en distintas fases, todo lo hizo prácticamente en 3 años y pico y, sobre todo, en los dos últimos (1954-56), en los que se «asoció» con el batería Max Roach, una alianza explosiva que hizo saltar por los aires los estándares del bebop (un poco «amanerado» tras la incursión de ciertos «blanquitos» de la Costa Oeste) sentando las nociones básicas del hard bop, si es que ésto es posible… Aunque en realidad, el inicio de todo, el big bang de Brown como músico, fueron las sesiones que grabó con Art Blakey en Birdland en febrero de 1954 y su, por entonces, magnífico quinteto con Lou Donaldson al saxo, Curly Russell al bajo y Horace Silver al piano. Sesiones editadas y recientemente reeditadas por Bluenote en dos CDs, tan imprescindibles como insustituibles.
Luego vinieron las grabaciones con Max Roach, de las que hay que destacar tres discos: «Clifford Brown with Max Roach», «Study in brown» y «At Basin Street», tres grabaciones para deleitarse con ésta trompeta inconmensurable. A parte de Roach a la batería, solían rodearse de gente como Sonny Rollins al saxo… En fin, prefiero callar y dejar escuchar a éste joven y su trompeta. Luego vendrían otros, muy grandes, como Freddie Hubbard o Lee Morgan e incluso el polémico Miles Davis (aunque como trompetista era inferior a aquéllos, sin duda).
Y como postdata, recordar otra maravilla: la participación de Clifford Brown en el disco de Sarah Vaughan titulado, a secas, «Sarah Vaughan» (1955), para demostrar que no sólo hacía hardbop, sino que podía tejer una banda sonora a modo de manta para arropar la voz (por entonces) impresionante de la Vaughan.
Va por ti Clifford.
Se le echaban de menos a Vd. y a sus artículos, estimado Destevaster.
Su sonido es varonil y sensual, un potrillo que hace vibrarrrrr. Antes de los 23, había trabajado con Tadd Dameron, Art Blakey y Lionel Hampton. Lo fichó la Blue Note y es cierto que con Max Roach formó uno de los mejores quintetos del jazz. Gracias por tu sección… Destevaster (qué bien suena…).
Bueno, hay que matizar (si se me permite) que entre el bebop y el hard-bop se desarrolló el cool, y fue precisamente este estilo el que repudió el bueno de Miles por la incursión de tanto lechoso. Pero sí, con Cliff estamos ante uno de esos casos que quedan escritos como «pioneros», sentando las bases del hard-bop cuando todavía este estilo no tenía su forma definida (postbebop lo llaman algunos).
Aquí mismitico pueden comprobar la gracia y salero de estos dos amiguetes (Daahoud, el tercer corte del primer album empezando por la izquierda)
Me has puesto los pelos de punta: me has recordado momentos acojonantes (Oliver Nelson, Art Blakey, Eric Dolphy, Chert Baker, etc) en los lejanos setenta en la cochera de unas francesitas magníficas, Michelle y Brigitte («Bicho»), y un tocadiscos estéreo a pilas de maleta marca Panasonic, y también a The Flock y a BS&T, a Thelonius Monk y Oscar Peterson, y sobre todo a tu «tito» Miles Davis.
Hosti, qué mayor soy ya…
Enhorabuena por tu paternidad recién estrenada. Merece un mejor comentario en estas páginas. Un abrazo.