Y usted, querido amigo, ¿no siente una gran turbación rodeado siempre de esas prodigiosas vestales, de ésas futuras diosas del fuego, del hogar y del arte de guisar?
Se ve que alguna influencia sí que ejerce sobre las citadas, puesto que sus apariciones por los pasillos del Liceo son bastante comentadas. Usted surge de la más profunda nada, de lo jondo de la escalera. Y se muestra ante nos, paseando por las aulas, como en un enjambre, rodeado de animalillos zumbantes y dorados. Al distraído apicultor le preguntan cosas, le tocan su ropa inadvertidamente, a veces un brazo, acullá una confesión al oído, salpicando de dulce saliva sus ya de por sí portentosos pabellones…
¿No piensa como yo que sí que sabría dar a esos cuerpos cumplimiento y forma? Cumplimiento como varón sano que le supongo, y forma como adorno de los protocolos festivos y propios de quien se sabe depositario de un saber largamente experimentado, aunque sólo sea en su bulbo raquídeo (ésto último es opinión mía). Qué lejos todo ello ¿verdad? De la “eyaculatio precox† sabatovespertina y de medio pelo a que se ven sometidas por esos muchachos sin camisa, idiotas asilvestrados, a medio camino entre niños y reclutas de provincias; ésos, en suma, desmedidos y gritones garrulos de pelopincho.
¿Acaso no sabría usted encender cada poro de piel bestia de esas criaturas? Habida cuenta su gusto particular hacia los períodos táctiles, podría administrar su sacramental y adorada extremaunción de diez dedos largos ahí donde los pantanos son más frondosos y donde los muslos adquieren una consistencia ciclópea. Unas palabras tiernas aquí, un fragmento de un poema arrebatado a su autor allá, unos agavillados susurros delicuescentes mientras sus extremidades van reconociendo el campo de batalla, comprobando la frescura de sus epidermis, su tornasolado vello púbico, la densidad de sus pechos y su negación de la ley de la gravedad, esas otras humedades de rigor… síiiiiighhhh.
Usted, querido amigo, se sabe entonces convertido en el nuevo y hechizante hipnotizador, como un provocador absolutamente consciente del abandono a que se entregan las cachorras, del traspaso cósmico sin parte del precio a su legítimo dueño, o sea, usted, éso, sí, exacto: el Gran Chamán.
Todas las metáforas del amor se abrirán entonces sorprendidas como las patas de un cangrejo dormido y se ceñirán como sujetadores de dos peces gemelos (los twinfish). Usted se sentará entonces en su culo y su piel escarnecida, brava y sola durante años, estallará como lo que es: una verdadera eutanasia del caos.
Ahhh! Qué momentos para recordar más adelante, en el cubículo de engorde, ¡resalao! En su despacho, en una vaga agitación ensoñadora, un azul y blanco batiente en el cielo atraviesa la ventana, y se le ve a usted ninfuleando y revolviendo sus papeles, sus carpetillas, el lápiz rojo y azul evaluador y demás artículos de neceser que componen el atrezzo de un adulto.
Porque eso es lo que es usted. Un adulto. Y desde hace algunos años, como usted bien sabe e ignorar no puede.
Y la tal implicación suya no resulta baladí, porque siendo usted adulto, el tercero en discordia en sus tórridos escenarios viene a ser la Fiscalía de Menores. ¿Usted me comprende? ¿Alcanza a aterrizar sobre los artículos del Código Penal que se ciernen sobre usted en cada roce, en cada pregunta, en cada confesión? ¿O verdaderamente me estoy dirigiendo a un enfermo alucinado por la fiebre, a alguien que no quiere escuchar, a un sordo multitapia?
Y lo cierto es que sus compañeros, lo observan con atención, con envidia. Menos dotados que usted para ésa íntima conexión juvenil, esperan, esperan y esperan, acechando en los departamentos, llamando sin entrar y a veces entrando sin llamar, buscándole los pies que se necesiten al gato. No ven el momento de entonar “sooorpreesaa!† y marcar con gusto y asentamiento un cero, un nueve y un uno, y escuchar al otro lado del lejanísimo hilo telefónico ésa voz barrigona y poco instruida que dice: “Vamos p´allá†.
La moneda ha caído en el fondo del vaso vacío de vino pálido. Se oyen grititos de nerviosismo y los dedos se le pegan a la mesa. Usted elige una de las tres apasionantes: ¿Beso, atrevimiento o verdad?
Buenas, vuelvo, leo y no entiendo, pero como You Meikmisic es mi colega-compae, pues digo plas, plas, plas sigue asín campeón.
Salsaludos fargo.
PD.- Un día en Mágala viviendo y ya me han abierto el carro, me robaron las 2 palas de padel, si alguien ve a un par «canis» con las mismas, sin saber que hacer, dadles recuernos…
Es es es espeluznante!
jarryano polopeño como pocos, está desarrollando los caracteres sexuales secundarios el chaveo
entender, que vicio del ciudadano democrático, entender…
la de los peces gemelos es la conversación del acuario del «sentido de la vida»
yes it is
Y lo de Gran chamán, umm, veladas cucamonas de amantes cosmogónicos
me están dando ganas de volver a arrevolainar
zi
percibo inquietante amenaza 😛
siempre guardamos un espacio arrevolinaico, cuando gustes.
Madre mía! Fargo, vesino mío, léelo otra vez y máaaas despacio.
Ese amigo Cosmo! : que gran comparación con Jarry! No somos digggggnos!
Saludos y gracias otra vez por acogerme con los puñales puestos!
Muy apropiado el baile de los enjambres para estas tórridas primaveras que se acercan para los no tan adultos, o adúlteros del todo. Zánganos y zánganas en la batalla del néctar. bocas sedientas de pechos desnudos y duros pezones granate. La primavera enseña siempre más que lo que esconde. y al final siempre queda el culo del vaso del vino vacío para ver de nuevo a la fea convertida en princesa. Gran artículo, me gusta tu estilo y lenguaje. a mi me recordaba a Cortazar, hablando del sexo sin hablar de nada y sin dejar de decirlo todo. Saludos.
Estoy entregao como un choto! Gracias, gracias, no soy digno!
Es cierto lo del vino: las visitas al zaque provocan que las muchachas se desprendan de servidumbres arquetípicas y maduren como flores blancas de penicilina (ojo, que parece que las estoy llamando mohosas: nada más lejos de mi intención), dulces y torrenciales.
Reitero mis agradecimientos.
se transfiguran
mi rostro se transfigura en cada segundo de la eternidad
ese tipo de mierda