El hombre de tiza explora las regiones durmientes del atardecer con un ojo de águila y otro de pichón. Ha abandonado la tierra de los brujos grises que enseñaban a los niños el valor de omega y las órbitas errantes de los astros en plataformas minerales. Camina descalzo sobre tierras de arcilla roja. Ha tenido que escalar con sus tristes manos estratos de tierra sobrepuesta de cien en cien y de mil en mil años. Ha dejado marcas de sangre blanca y caliza en la pared vertical que le separa de la meseta donde está ahora. Aunque durante un tiempo buscó las sombras como si fuera un hombre de mantequilla, ahora busca la luz del día y también de la noche. Ha comprendido que en la oscuridad sólo hay oscuridad, y nada más. Sabe que ha dejado atrás más preguntas que respuestas, más cera que velas encendidas en el día de todos los difuntos. Abocado al exceso de ebriedad y neblinas esféricas, bebió el último trago de mezcal y capturó en sus dientes la sangre momificada del gusano del maguey. Del insecto digerido, como una luz, entendió que los que abandonan tu vida dejan de crecer, permanecen en el formol de tu memoria como uno quiere, sonrientes, dichosos, inocentes con un pájaro entre los dientes, distantes, tristes, inolvidables, en pijama bebiendo vino en la última noche del mundo… arrugando el tiempo con sus manos pero sin crecer, como los muertos. Ha coleccionado guerras perdidas. Se ha despedido de su pueblo y ha dejado en la portezuela de la farola las llaves de su casa por si algún día debe regresar. Ahora en la meseta, el sol ya se ha ido y bajo un arbolito, ni muy grande ni muy chico, va a recostar su cabeza. Una pesadilla le persigue, sueña una pizarra que lo desangra, y no se atreve a ver lo que su cuerpo enflaquecido por el abuso deja escrito en ese fondo verde. La pesadilla será no haber escrito algo bonito. Luego sueña con la mujer de luna y se siente puzzle en sus manos mordidas, piensa que hay ríos caudalosos y poco profundos. Se le erizan las cañas y crecen flores calizas de luna en la superficie de una tierra en ciernes que con su fecundidad confirman una vehemente fornicación. Por la mañana, se siente solo y de un trozo de sus piernas, crea una compañera de viaje. Con dos piedrecitas de oxidiana le pone ojos a su cara siempre atenta. Dos espinas de rosal son sus orejas puntiagudas. El rabo lo forma una ramita de romero, y su lengua tiene el color de una cereza. Con un poco de su aliento carbonatado le da vida a sus cuadrúpedos andares. Prosigue su camino a través de la meseta, no camina por seguir su destino, sino para no dejar de andar. No espera nada, ya lo ha esperado todo. No espera, sólo camina. Su can de tiza le sigue sin despistarse, con su resuello cálcico deja nubes de polvo blanco que se dispersa en el aire amarillo de este desierto que forma la meseta. Después de haber superado el dulce abismo, camina en una tierra virgen de ruinas y renuncias con un perro a sus pies. El calor le está haciendo desfallecer, con cada gota de sudor pierde parte de su escasa anatomía. Su pequeño galgo también se pierde poco a poco. Suavemente mira hacia atrás y ve su rastro blanqueando el pasado. Al menos está limpiando el suelo, al menos está dejando rastro, al menos no lo ha partido un rayo enmohecido. A punto de desaparecer llega a un lago rodeado de palmeras. El agua le refresca, le disuelve y decidido a no volver, se decide a desaparecer. Su perro le mira con toda la ternura del mundo, lame el líquido elemento espesado por su sangre blanca y siguiendo una ley atávica de noble lealtad también se confunde en la misma agua. Desde arriba varias aves de rapiña que han seguido sus pasos, se vuelven decepcionadas por el frustrado banquete de mendigos. Mendigo de la luz encontró el agua. Mendigo de respuestas se disolvió en una pregunta. Mendigo de amor se dispersó en la ausencia de las esferas no creadas, con todo lo aprendido por aprender, con todo lo perdido por perder, con todo lo amado por renacer. En su pueblo alguien encontró una llave y vio su nombre escrito con tiza en la pizarra de su casa. Ahora los maestros cuentan su historia, la del loco que se fue del pueblo y murió agotado más allá de los límites de lo razonable. Pero nadie ha podido nunca dar aliento a un perro, ni darle la vida. Aún así, los maestros en su afán de disciplina, enseñan en las pizarras el cuento del pobre hombre de tiza para que ningún muchacho de arcilla se le ocurra abandonar nunca esta provincia.
PD.- Dedicado a Gala, que nunca leyó mis escritos, pero los escuchó atentamente. Espero que su olfato la haya llevado al cielo de los perros.
Siempre vuestro, Dr. J.
Granada, 11.09.2006.
Lo siento amigo.
Querido amigo:
Aún a pesar de que leer lo siguiente te hará polvo, sé que del trance que estás pasando ahora renacerá más genio y prudencia, más serenidad y más amor, si cabe.
¿No es acaso la poesía aquello que desgarra vívidamente la entrañas del poeta ?
Un abrazo
EL PERRO COJO
Con una pata colgando,
despojo de una pedrada,
pasó el perro por mi lado,
un perro de pobre casta.
Uno de esos callejeros,
pobres de sangre y estampa.
Nacen en cualquier rincón,
de perras tristes y flacas,
destinados a comer
basuras de plaza en plaza.
Cuando pequeños, qué finos
y ágiles son en la infancia,
baloncitos de peluche,
tibios borlones de lana,
los miman, los acurrucan,
los sacan al sol, les cantan.
Cuando mayores, al tiempo
que ven que se fue la gracia,
los dejan a su ventura,
mendigos de casa en casa,
sus hambres por los rincones
y su sed sobre las charcas.
Qué tristes ojos que tienen,
que recóndita mirada
como si en ella pusieran
su dolor a media asta.
Y se mueren de tristeza
a la sombra de una tapia,
si es que un lazo no les da
una muerte anticipada.
Yo le llamo: psss, psss, psss.
Todo orejas asustadas,
todo hociquito curioso,
todo sed, hambre y nostalgia,
el perro escucha mi voz,
olfatea mis palabras
como esperando o temiendo
pan, caricias… o pedradas,
no en vano lleva marcado
un mal recuerdo en su pata.
Lo vuelvo a llamar: psss, psss.
Dócil a medias avanza
moviendo el rabo con miedo
y las orejitas gachas.
Chasco los dedos; le digo:
«ven aquí, no te hago nada,
vamos, vamos, ven aquí».
Y adiós la desconfianza.
Que ya se tiende a mis pies,
a tiernos aullidos habla,
ladra para hablar más fuerte,
salta, gira; gira, salta;
llora, ríe; ríe, llora;
lengua, orejas, ojos, patas
y el rabo es un incansable
abanico de palabras.
Es su alegría tan grande
que más que hablarme, me canta.
«¿Qué piedra te dejó cojo?
Sí, sí, sí, malhaya».
El perro me entiende; sabe
que maldigo la pedrada,
aquella pedrada dura
que le destrozó la pata
y él, con el rabo, me dice
que me agradece la lástima.
«Pero tú no te preocupes,
ya no ha de faltarte nada.
Yo también soy callejero,
aunque de distintas plazas
y a patita coja y triste
voy de jornada en jornada.
Las piedras que me tiraron
me dejaron coja el alma.
Entre basuras de tierra
tengo mi pan y mi almohada.
Vamos, pues, perrito mío,
vamos, anda que te anda,
con nuestra cojera a cuestas,
con nuestra tristeza en andas,
yo por mis calles oscuras,
tú por tus calles calladas,
tú la pedrada en el cuerpo,
yo la pedrada en el alma
y cuando mueras, amigo,
yo te enterraré en mi casa
bajo un letrero: «aquí yace
un amigo de mi infancia».
Y en el cielo de los perros,
pan tierno y carne mechada,
te regalará San Roque
una muleta de plata.
Compañeros, si los hay,
amigos donde los haya,
mi perro y yo por la vida:
pan pobre, rica compaña.
Era joven y era viejo;
por más que yo lo cuidaba,
el tiempo malo pasado
lo dejó medio sin alma.
Y fueron muchas las hambres,
mucho peso en sus tres patas
y una mañana, en el huerto,
debajo de mi ventana,
lo encontré tendido, frío,
como una piedra mojada,
un duro musgo de pelo,
con el rocío brillaba.
Ya estaba mi pobre perro
muerto de las cuatro patas.
Hacia el cielo de los perros
se fue, anda que te anda,
las orejas de relente
y el hociquillo de escarcha.
Portero y dueño del cielo
San Roque en la puerta estaba:
ortopédico de mimos,
cirujano de palabras,
bien surtido de intercambios
con que curar viejas taras.
«Para ti… un rabo de oro;
para ti… un ojo de ámbar;
tú… tus orejas de nieve;
tú… tus colmillos de escarcha.
Y tú, -mi perro reía-,
tú… tu muleta de plata».
Ahora ya sé por qué está
la noche agujereada:
¿Estrellas… luceros…? No,
es mi perro cuando anda…
con la muleta va haciendo
agujeritos de plata.
Manuel Benítez Carrasco
Granada, 1922 — Granada, 1999
Aunque conocía el poema, gracias al secretario de mi planta, es ciertamente hermoso el amor expresado por un animal al que nunca crees que puedas querer y necesitar tanto. Siempre estuvo en mis brazos, desde pequeña la criamos con biberones de anisetes y luego con mucho mimo. Cuando alguien de casa estaba triste, no se movía de su lado y sus ladridos siempre anunciaban la llegada de cualquiera de la familia. Su mirada era tierna y atenta y siempre estuvo ágil hasta su 14 años. El año pasado la intervenimos de un piometra, y se recuperó totalmente, por eso, enterarme de su muerte en estos momentos de mi vida, me ha dejado «cojo». Se murió en la huerta, una tarde de campo con mis padres. Siempre le asustaron los cohetes y quizá la algarabía de las fiestas del pueblo la excitaron. El día, las carreras de arriba a abajo, con saltamontes en la boca, con rosales en el pelo, y su rabo de alegría insaciable, junto con los fuegos de artificio tumabron a su corazón en la cuesta de la acequia. mi padre la enterró cerca de la casa. junto al romero, y mi madre dice que ella misma eligió el sitio donde quería estar. Se la echa mucho de menos, como una más de la familia. Echo de menos no escuchar sus ladridos, cuando de forma inoportuna me da por estornudar. Duele. Pero así es la vida. Gracias por vuestro apoyo. Se os quiere.
En otro orden de cosas, lanzar desde aquí un canto de alegría por el naciemiento de la joven Angelina Guillen Olea. felicidades queridos padres. soys la cara jubilosa del cosmos. Un abrazo.
Yo también. La llegada de los «nuevos en ésta plaza» es siempre una gran noticia.
ostias, felicidades a los papás! copón, nipollasvieo, que se parezca a la madre por su bien 😉
Me ha gustado, Dr.J
Lo siento de veras, Dr. J. Te diré que cada vez que el pequeño Piro se lleva una hostia (ojo, un cachetillo en el culete, eh? en plan regañina, vayamos ahora a hacer saltar las alarmas, con la de hijos de p*** que hay por ahí que son más animales que ellos) por hacer alguna trastada, luego me remuerde enormemente la conciencia y pienso en el día en que lloraré por él. Piden poco, pero dan tanto…
Enhorabuena otra vez, cosmo y A. Ya sabéis que vuestra alegría es la nuestra.
(joder qué tarde tan empalagosa llevo, coño, a ver si alguien destripa algo, hostia. Venga cosmo, ahora que estás pletórico, trinca a Lucía Etxebarría, o al Nacho Vegas, o a algún timador de esos. Yo te echaré una mano, hihihi).
la última payasada del de los heroes del callao con el nick drake de jun(el real timador ignacio vegas): real piece of shit, según de post-indie-ahora-soy-randy-newman-aunque-sigo-sin-afinar elementary dictionary
tranquilos, se parece a la madre
sondajes uretrales a todos
err
zoy feliz, areliteltu
Ole.
Siento mucho la ausencia de Gala.
Imagino que has de recordar los buenos momentos que vivisteis juntos, sus ojitos y sus orejas en punta, su calor…El cielo de los perros habrá abierto sus puertas de par en par, andará feliz, ladrando y buscando su sitio en un nuevo paraiso y algún día… quién sabe, a lo mejor va a buscarte, allá, al fondo, donde está la luz, para mostrarte tu nuevo hogar, al ladito de ella… porsupuesto.
El tiempo, dicen es el único remedio eficaz, para mitigar los «dolores» por la ausencia de un amor ( sea del tipo que sea). Hagamos pues caso de lo popular y dejemos el tiempo correr……….
Lo siento, por ti y por todos los que la queríais. Un abrazo fuerte y largo.
De nuevo gracias Bianca. La casa familiar se estremece sin ladridos, pero los días se suceden dejando el lado más amable de los recuerdos. Los grandes dolores los padecen los grandes seres que han decidido amar hasta el extremo. Así se escribe la pequeña historia de cada día. Los abismos cotidianos tienen ojos, lágrimas, sonrisas, pájaros mordidos en la boca, vinos, pijamas, macetas, cariños e inmensidades de olivo. Gracias otra vez… y sigo sin adivinasr tu rostro. Besos.
No te castigues, me conoces bién… bastante bién. Yo a ti, probablemente no tan bién y es que «la coplejidad» y tu ser se aliaron hace tiempo, quedándote con lo peor de la misma…, o lo mejor…, según se mire.
Lo cierto es que te adiestró, para vagar por pasillos interminables de un ingente y hermoso laberinto que conforman tus pensamientos y del que me temo que en la mayoría de las ocasiones no sabes salir o peor aún, me atrevería a decir que no quieres salir… TE ENCANTA. En esa larga andadura, creo que te gusta vagar solo, por lo que dicha circunstancia y muchas más (tiempo y espacio) han dificultado el conocerte mejor, mas no el apreciarte y quererte.
Querido Fer, me conoces bién, me llamabas ojitos de plata, yo te hablaba de mariposas amarillas que inundaban el parque..y que jamás se fueron.., después pasaron años…y nos hicimos grandes o diminutos proyectos de sabios…( según se mire), muy lejos el uno del otro… me temo que así estaba escrito. Lo del nombre, es significativo porque….¡me encanta! y así debieran haberme llamado, más ahí quedó… en debieran…
En fin, estoy encantada de poder verte de vez en cuando, aunque sea a través de esta pequeña ventana virtual que nos ha abierto el futuro. Lo bueno : tu letra, ahora es bastante más legible..(es broma).
Ah! Drº J, gracias por tus palabras, amenizas, estremeces, creas o hundes… sueños, pensamientos…¡curiosa especialidad la tuya!. En fin, gracias de nuevo.
Te deseo un feliz día, de alquien que te quiere bién bonito. Cuidate mucho.
Querida Bianca, que torpe he sido, mil perdones. No imaginé que la niña que dormía bajo un algarrobo, que cultivaba violetas cuando no era fácil respirar y pintaba en las superficies del agua de las fuentes miles de sonrisas, se escondía detrás de ese nombre. Eres una mujer de la que siempre se aprende, por eso te escucho tanto cuando tengo la ocasión. Gracias por asomarte a esta ventana que da a esa provincia de mi alma que dejo explorar ligero de equipaje. El tiempo es distancia y el espacio también… pero no hay fronteras que no caigan. De todas formas, como en el túnel, estamos abocados a destinos distintos, pero una vez viajamos por el mismo túnel y ese tiempo fue delicioso. No sé dónde terminará mi túnel… pero quedan ventanas. Gracias por todo, me has enternecido. Un besazo.
Bueno, no puedo dejar de hacer un comentario. Y que más te digo Dr. J, comparto tu pena.
estamos últimamente muy dilatados analmente.
qué decir, me alegro.
ahora, sin retóricas, pertenecen las bestias al Logo
qué dice razzinger de esto?
Comparto el comentario de mi querido cosmo, a ver si vamos a acabar escuchando a ílex un-vago o algo peor. Venga señores, cerremos los esfínteres tras este (no poco justificado) período de paréntesis, y a poner las cosas en su sitio again, como manda el Señor.