Class Warfare (Lucha de clases) | Noam Chomsky y David Barsamian (1996)

The Congressional, Robert Frank

Arriba el telón.

Actores:

    Barsamian, David. Periodista espabilado. Hace su trabajo.
    Chomsky, Noam. profesor de lingüí­stica del Instituto de Tecnologí­a de Massachusetts (MIT).
    Casandra, vidente. Ejerce en Troya. Nadie cree nunca sus vaticinios.
    Michel Chossudovsky. Economista canadiense. Profesor de Economí­a en la Universidad de Ottawa.

Chomsky y Barsamian están conversando en el despacho del primero. Llevan varios años teniendo encuentros parecidos. No tardan en establecer un coloquio donde analizan el modelo económico y polí­tico surgido a principios de los 70. “La globalización†. Casandra, la adivina, deambula removiendo las cosas sin que los otros dos parezcan darse cuenta de su presencia. El lugar está muy ordenado porque lo acaban de pintar aunque los montones de libros y papeles empiezan a proliferar. Chossudovsky, por su parte, está leyendo sus cosas de economí­a, recostado en un sofá. Se levanta, pasea. Se vuelve a sentar. No hace caso de los otros tres.

    Habla Casandra: Pues si…, bienvenidos al mundo real. Si pensaban que vivimos en el mejor de los estados. ¡No!… ¡Se equivocan! Se parece más a la caverna de Saramago…, pero sin concesiones a la nostalgia, eh!!! ¿no me creen? Nunca me creen…

Los dos hombres del principio parecen enfrascados en la charla y levantan la voz ligeramente.

    Habla David: “¿Has dicho que el sistema económico es una catástrofe grotesca. ¿Qué tipo de sistema propondrí­as?†

    Habla Noam:
    “Este serí­a tema para otra discusión. Yo propondrí­a un sistema democrático. Hace tiempo que se comprende (esto no tiene nada que ver con la izquierda per se; es propio de los movimientos trabajadores norteamericanos y de los pensadores sociales independientes) que la democracia no existe a menos que la población tenga el control de las decisiones más importantes. Y las decisiones más importantes, como hace ya tiempo se sabe, son, fundamentalmente, las decisiones acerca de la inversión: ¿Qué se hace con el dinero?, ¿Qué sucede en el paí­s? ¿Qué se produce? ¿Cómo se produce? ¿Cómo son las condiciones de trabajo? ¿A dónde va la producción? ¿Cómo se distribuye? ¿Dónde se vende?.

    London 1955, Robert FrankToda esa serie de decisiones no representa nada en el mundo, pero al menos que todas ellas se encuentren bajo control democrático, te encuentras con una u otra forma de tiraní­a. Esto es tan viejo como el mundo y tan norteamericano como la tarta de manzana. No tienes que irte al marxismo. Procede directamente de la tradición norteamericana.

    El motivo es de sentido común. Este será el centro de todo y significa desmantelar por completo todos los sistemas totalitarios. Las empresas son, simplemente, tan totalitarias como el bolchevismo o el fascismo. Poseen las mismas raí­ces intelectuales de principios del siglo XX. Por ello, al igual que otras formas de totalitarismo tuvieron que desaparecer, igual tiene que ocurrir con las tiraní­as privadas. Tienen que ser puestas bajo control público.

    Después hay que analizar las modalidades de control público. ¿Deberí­an ser consejos de trabajadores u organizaciones de comunidades o algún tipo de integración de ambas? ¿Qué tipo de estructura federal deberí­a haber? En este punto empiezas a pensar sobre lo libre y democrática que parecerí­a y funcionarí­a la sociedad. Vale la pena pensarlo. Pero aún nos queda muy lejos. Lo primero que hay que hacer para introducir cualquier tipo de cambio es reconocer las formas de opresión vigentes. Si los esclavos no reconocen que la esclavitud es una forma de opresión, no tiene mucho sentido preguntarles por qué no viven en una sociedad libre. Creen que así­ es. No es una broma.

    Tomemos el caso de las mujeres. Mayoritariamente, y durante mucho tiempo, podrí­an haberse percatado de la opresión, pero no la veí­an como tal. La veí­an como parte de la vida. El hecho de que no se vea como una opresión no significa que, hasta cierto punto, no se sepa. Se sabe hasta cierto punto. La manera en la que se percibe puede adoptar formas muy perjudiciales para uno mismo y para cualquier otro. Esto es cierto de todo sistema de opresión, sin embargo, a menos que se perciba, se identifique, se comprenda que no se trata del espí­ritu del mercado y de un misterio, sino de algo completamente comprensible y no de espí­ritus o algo parecido, fácilmente controlable… bien, a menos que todo esto se entienda, no puede llevarse a cabo el paso siguiente, que es lo que tu has planteado. ¿cómo podemos cambiar el sistema?

    London Detail, Robert FrankCreo que es posible deducir la manera de cambiar el sistema leyendo la prensa independiente de la clase trabajadora de 150 años atrás de las que ya habí­amos hablado. Eran trabajadoras comunes, artesanos, las “chicas de la fábrica† de las granjas de Nueva Inglaterra, etc., sabí­an cómo cambiar el sistema. Y tu también. Se oponí­an duramente a lo que llamaban “el nuevo espí­ritu de la era: ganar riqueza, olvidarse de todo excepto de uno mismo†. Querí­an conservar la cultura que ya tení­an, la solidaridad, la compasión, el control. No querí­an ser esclavos. […] Todo esto son percepciones perfectamente razonables, perfectamente correctas. Puedes convertirlas en ví­as sobre las que pueda funcionar una sociedad mucho más libre†

Los hombres vuelven a bajar el tono de voz. Casandra los mira, se retuerce las manos. Desesperada, lanza su augurio.

    Habla Casandra: Estoy harta de vuestra palabrerí­a ¡Los ciudadanos están sometidos a la disciplina del mercado! Lucharán en la jungla de la supervivencia mientras que el Estado ejerce su poder actuando masivamente en la economí­a…, subvencionando, protegiendo a los más ricos, dejando que estos creen enormes concentraciones de poder privado que controlarán finalmente el destino del individuo.†

Una lluvia de papeles. Casandra salta como loca molestando a Chossudovsky, que sigue en el sofá con sus cosas. Se levanta y toma la palabra, como hablando en voz alta, sin dirigirse a nadie en particular.

    Habla Chossudovsky: “Desde hace diez años, se ha producido una concentración masiva del poder financiero. El «especulador institucional» ha surgido como poderoso actor, capaz de imponerse sobre los intereses de tipo más tradicional, ligados, por ejemplo, a una actividad productiva. Gracias a diversos instrumentos, estos especuladores institucionales pueden apropiarse de una parte de la riqueza generada por los productores de bienes y servicios. […] Desvinculados de la economí­a real, pueden, sin embargo, precipitar la quiebra de grandes empresas industriales.†

Abajo el telón.

Para todos los públicos.

Enlaces relacionados »

    [Wikipedia | sobre Chomsky]
    [rebelion.org | crí­tica a Chomsky]
    [Rebelion.org | textos Chomsky]
    [Wikipedia | sobre Chossudovsky]

Fotos Robert Frank »

    “The Congressional† 1955
    “London† 1951-1952
    “London detail† 1951- 1952

    [Stories in black and white ]
    [Fotos Robert Frank ]
     

One Comment

  1. Me encanta el post, pero no estoy nada de acuerdo con las posiciones de Chomsky. Creo que eso de comparar la empresa con las tiraní­as de corte bolchevique o fascista, no tiene sentido alguno por la simple razón de la diferencia entre el ámbito privado y el público. Además, no contempla Chomsky cayendo en una falacia lo que se puede determinar como la tiraní­a de la mayorí­a democrática sobre la minorí­a (no voy a entrar en temas de valores básicos, porque creo que no es el sitio, pero cuando uno afirma algo no se puede convertir en defensor de lo que critica). Por otra parte, y como admirador al que concedo indulgencia plenaria de Isaiah Berlin, creo que todo lo que pase de libertad en su vertiente negativa y entra en concepciones de libertad de corte positivo es bastante peligroso. Y esto no se basa más que en la premisa de que la libertad es el único valor que se debe defender, entrando con posteriorodad al resto de cuestiones, muy importantes pero nunca contra la base.

    Para mi, Chomsky esta sobrevalorado por su oposición al liberalismo y lo polí­ticamente correcto de estas posturas en los cí­rculos supuestamente ilustrados y culturales. Y creo que el liberalismo es la base de todo, aunque pos supuesto se deba y se pueda matizar a través de acuerdos impositivos y de inversión para desarrollo hacia delante de las condiciones de ciudadanos de los paí­ses actores.

    Pues eso, que sí­, que yo soy un liberal (con mucha carga social), y a mucha honra.

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