A través del diario de Celestine, chica de servicio, Mirbeau realiza un completo análisis sociológico de la Francia post-revolucionaria e incipientemente capitalista. Celestine no es una heroína decimonónica. Es una mujer rebelde y vitalista con una portentosa capacidad de análisis que naufraga, una y otra vez, en una sociedad corrupta, injusta y decadente.
Mirbeau proyecta la novela sobre cuatro ejes críticos:
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– El primero es el estamento religioso (católico), que aparece como instrumento de control social, prioritariamente ejercido sobre las mujeres. Alentador del anti-semitismo y anti-protestantismo. Verdadera argamasa de la profunda injusticia social.
– La clase política reaccionaria y el ejército, promueven el odio a los liberales y librepensadores, representados por las ideas de Voltaire.
– La burguesía se nos muestra explotadora, corrupta e hipócrita. Esnobs que quieren equipararse a los aristócratas a través de sus fortunas, amasadas de forma poco honesta en la mayoría de los casos.
– Por último encontramos una emergente clase obrera; desorganizada, sumamente empobrecida y maniatada por normas sociales y religiosas.
Página a página vamos descubriendo los embriones del odio y la revolución. Las semillas de los movimientos ideológicos que azotarán a Europa durante el siglo XX.
Dentro de este gusto por el testimonio, Mirbeau hace constantes referencias al caso Dreyfus y al famoso «J´accuse» de Zola, modelo del pesimismo corrosivo, del ‘naturalismo’ que impregna toda la narración.
Probablemente también hay gran parte de folletín, pero eso hace que la novela sea incluso, más entretenida.
[…] Muy pocas personas tienen idea de las molestias y las humillaciones que tenemos que soportar las de mi profesión. La explotación que pesa sobre los sirvientes es abrumadora y terriblemente injusta. Unas veces por culpa de los señores y otras por culpa de los compañeros, pues los hay que son asquerosamente viles… Lo cierto es que en nuestro oficio no hay nadie que se preocupe por nadie. Cada cual parece vivir, engordar y divertirse a costa de la miseria del vecino. Esto es lo que más deprime… sobre todo a espíritus dotados de cierta sensibilidad.
[…] Los sirvientes no somos unos rebeldes en potencia, dispuestos a aniquilar a nuestros amos, sino que somos en el fondo unos simples parásitos de ellos, unos esclavos con todo lo que la esclavitud implica de vileza moral, de inevitable corrupción y de esa rebeldía que en vez de liberarnos, lo único que hace es engendrar odios. Los sirvientes tienden, sobre todo, a instruirse según el modelo de sus señores y lo único que hacen es adquirir todos sus vicios… pero sin tener nunca su dinero.»
Enlaces relacionados »
- [Octave Mirbeau]
[Emile Zola | Wikipedia]
La cosa no ha cambiado mucho en estos años.