En estos días mi corazón se cubre de nubes. El sol cae oblicuo y más despacio que de costumbre, como si no quisiera verme. En estos días las calles cotidianas gritan el nombre de sus fantasmas y los pasos se hacen más lentos por el frío. Lentos como las pensamientos, como las fases de la luna, como el dolor. En estos días las calles son heridas de luz. Porque quien tiene amor lo desperdicia, y quien no lo tiene lo añora. Y es en el devenir donde el corazón se libera y escapa como un pájaro de tus manos. Pero el desasosiego vuelve, te acecha, se agarra a tu cuello para hacerte difícil respirar. Así es el dolor del hombre. Y así es el libro del que quiero hablar. El libro del desasosiego de Bernardo Soares, escrito por el gran Pessoa, o más bien por todos ellos. Libro incompleto desde su concepción, de intervalos, de residuos, de discursos desamparados, de la agonía de estos tiempos. Aquí están todos los Pessoas y más. La tragedia del día a día se confunde con las cañerías de los cafés y los motores de una ciudad industrializada que añora sus raíces, donde no hay sitio para los taciturnos escritores, para los que buscan algo más, para los que vuelven del dulce abismo. A ellos, y a todos los que sufren la dictadura de sus sentimientos, está dedicado éste libro imprescindible.
Nubes… ¡Qué desasosiego si siento, qué desconsuelo si pienso, qué inutilidad si quiero!… Nubes… son como yo, un pasar desfigurado entre el cielo y la tierra, al sabor de un impulso invisible, lejos del ruido de la tierra y sin tener el silencio del cielo.»
«Libro del Desasosiego», Fernando Pessoa
Esta es la última concesión a la melancolía. Se acerca la hora de la Filosofía del Marqués. Siempre vuestro, Dr. J.
antes que el doctor escrotolitum deje caer su implacable brazo justiciero, me gustaría darle la bienvenida y recibirle como se merece. su coprofágica escritura está haciendo reciclar mis conocimientos, sé que tus intenciones son buenas, y que las margaritas no están hechas para los cerdos. sé que la piedra filosofal no existe, pero yo todavía la busco. gracias a ti, sé que el rey ha muerto, pero también sé que las dunas del desierto del sahara cantan… tararean las melodías del viento al caer la tarde. un abrazo.
Lo siento, huevoscolgando, de lo que no conozco no hablo
Me encanat tu frase, a todos los que sufren la dictadura de los sentimientos
Me encanta,como Pessoa.Siempre que voy a Lisboa, paso a ver su estatua, dejo que los gordos turistas se vayan y, al final, le doy una palmadita en el sombrero «Encantada, senhor Persona»
Magnifico
una vez dormí en hotel Borges, encima del café Brasilia, y desde su ventana le veía la cabeza a la estatua del querido Pessoa, que imperturbable aguantaba el sol, la lluvia y las conversaciones de los que esperaban a sentarte junto a él para luego fotografiarse y ensañar la foto a sus amigos como un símbolo de la decadente Lisboa. pero Pessoa era ajeno a todo ello, su cara de incógnita se transformaba cada día en una maleta, una paloma, una sombra, una pluma, un reloj… o un clavel. y así lo vi transformarse sin que nadie más lo apreciara. fueron unos días amables y disfruté conociendo su casa museo restaurante biblioteca… y por cierto, bienvenida a este tu rincón. gracias por el comentario.
me acabo de leer el libro pero no lo he entendido, me ha parecido que no habla de nada, o esque yo no me he enterado. no entiendo este tipo de lecturas.
abrazos
ola carmen que te ha parecido el libro del desasosiego?¿¿¿¿¡ love youuu, clive es tonto